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El concierto de Love of Lesbian emociona a una afición sin distancias sociales

Comenzaron el concierto Santi Balmes y los suyos cantando Nadie por las calles , tema incrustado en La nooche eterna. Los días no vividos, y que pese a que el título va que ni pintado para los tiempos que corren, su estribillo no debe ajustarse al sentimiento de los 5.000 que estaban anoche escuchándole, coreándole y saltando jubilosos: “ Y si no hubiera nadie por las calles, nadie por las calles, ¡qué poco importaría!”. Pues sí que importaría, y precisamente para que vuelva a haber gente en las calles estuvo él y el resto de los miembros de Love of Lesbian volviendo a tocar música en vivo en el Palau Sant Jordi más o menos como hace algo más de un año, es decir, con la gente de pie y sin mantener distancia social. Y siendo feliz.

Abrió verbalmente la noche Gemma Recorder cuando pasaban doce minutos de las siete de la tarde (hora prevista de arranque). La directora del Canet Rock dijo que aún faltaban por entrar mil personas, pidió paciencia y calculó que en quince minutos la cosa comenzaría. Acertó.

La expectación por asistir y volver a disfrutar de la música en directo sin engorrosa distancia era-es palpable. No solo en la rapidez con que se agotaron las 5.000 entradas puestas a la venta sino en la actitud y las caras de los asistentes que ayer se dieron cita en Montjuïc. Como ya indicaba el modo de comportamiento del concierto-prueba piloto, además de los obligatorios análisis de antígenos realizados la misma mañana, la gente se acercó al Sant Jordi con suficiente antelación para evitar colas y aglomeraciones.

Colaboraciones

Ana Tijoux y Suu se apuntaron anoche al regreso de la música de gran formato

En las distintas entradas del recinto se suministró a los asistentes mascarillas FFP2, y tal como se explicó hace semanas, el público se distribuyó en la pista del Palau en tres zonas separadas entre ellas y con sus propios accesos, sanitarios y zonas de bar, siempre llevando puestas las mencionadas mascarillas y con la ventilación del recinto funcionando a pleno rendimiento.

Se trataba también de un concierto de carácter comercial ya que se han vendido entradas (a 23 y 27 euros), cuyo monto servirá para cubrir parte de un presupuesto que ha crecido unos 50.000 euros más sobre los 200.000 inicialmente previstos. Las promotoras rivales en esta ocasión también se han repartido las tareas y con ello han dado una pedagógica lección de colaboración ante una situación tan crítica.

Comercial no significa convencional, de tal manera que lo de la tarde noche de ayer era otra cosa. En rigor es una prueba piloto sobre el funcionamiento de los antígenos para garantizar la asistencia de público en conciertos masivos. También porque, como se decía antes, han arrimado el hombro algunos de los grandes festivales catalanes (Sónar, Vida, Primavera Sound, Canet Rock, Cruïlla) y una de las promotoras de referencia (The Project), con el asesoramiento y complicidad de expertos sanitarios, y con el beneplácito y apoyo a todos los niveles de las consejerías de Sanitat y Cultura.

Emoción a raudales

Buena parte del público, como el propio Balmes, dio rienda suelta a la lágrima

Todo ello hace que lo de ayer, presentado como una iniciativa organizada por Festivals x la Cultura Segura, tenga un indiscutible carácter pionero a escala local, nacional e internacional, ya que el objetivo último es aplicable en cualquier esquina del planeta.

Además de los 5.000 incondicionales que no quisieron perderse el acontecimiento y, también, participar activamente en la vuelta a la normalidad y en el test de detección de antígenos, hubo la preceptiva representación institucional y de la denominada sociedad civil. Allí estaban la consellera de Cultura Àngels Ponsa, la alcaldesa accidental Janet Sanz, el líder municipal socialista Jaume Collboni, o el ubicuo y flamante presidente del Barça, Joan Laporta. Y eso sí, numerosos miembros del ámbito médico y sanitario.

Los otros protagonistas de la tarde noche fueron los en su momento sorprendidos Love of Lesbian, sorprendidos de que pensaran en ellos para oficiar este velada músico-sanitaria de tanta trascendencia. Además les llega cuando están a punto de alumbrar su nuevo álbum; “estamos haciendo juegos malabares”. Y quizás porque se trataba de demostrar que el de ayer era ante todo un concierto seguro, “nosotros también vamos a ofrecer un repertorio seguro”, comentaba Santi Balmes hace algunos días,
al adelantar que el setlist iba a fundamentarse en repertorio ya cono­cido.

Medidas eficaces

El comportamiento del público y la buena organización, los otros pilares del éxito

Con jersey negro y pantalón blanco, el carismático músico-escritor comandó a la formación completa, que funciona sola y de fábula. “Bienvenidos a uno de los conciertos más emocionantes de nuestra vida. Perdonadme pero estoy muy, muy emocionado”. Y no exageraba: ojos humedecidos, como buena parte del público, al­gunos a lágrima tendida. “Y hoy ­todo el mundo nos está mirando. De verdad. Supongo que tenía que ser una ciudad como Barcelona la que hiciera esto”. Y pidió, ¡bien!, que nadie se quitase la mascarilla.

Después vinieron Bajo el volcán, Cuando no me ves, Noches reversibles, Si salimos de esta (que dedicó a todos los presentes), Universos infinitos (con la poderosa rapera Ana Tijoux), Segundo asalto, Contraespionaje, Los males pasajeros, Belice, Manifiesto delirista, Imt, Incendios de nieve (esta vez con Suu) y la inevitable y gloriosa John Boy . Nadie se movió de la pista porque sabían que vendría algo más, no mucho por razones horarias/pandémicas pero sí lo suficiente para salir con una sonrisa en el rostro y el corazón agitado. Y regalaron el comienzo de Riders on the storm de los Doors para empalmarlo con 1999, al que siguieron Allí donde solíamos grita y Planeador , una de las indiscutibles joyas de su hasta dentro de dos semanas último álbum, El poeta Halley. Por una vez no es un tópico decirlo: fue una noche histórica.

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