
La
próxima vez que compre un producto alimenticio empacado, revise la
etiqueta y entérese de sus verdaderos valores nutricionales y calóricos.
En ello, una nueva resolución de la Administración Federal de Alimentos
y Medicamentos (FDA) le ayudará a conocer mejor qué es lo que se lleva a
la boca y los efectos que eso puede causarle.
En uno de los cambios normativos más relevantes en décadas, la FDA determinó
que las etiquetas de los alimentos empacados deben contar con mayor
información de sus contenidos que antes y esta debe ser presentada de
modo más simple y directo, de modo que los consumidores puedan
identificar con más claridad y facilidad los contenidos de los productos
que compran y consumen. Esa información, desde luego, resulta crucial a
la hora de comparar y decidir qué producto adquirir.
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Las autoridades exigen ahora detallar de la cantidad de azúcar añadida en los alimentos empacados. (Yahoo7)
Uno
de los cambios más destacados es el requerimiento de incluir en la
etiqueta la cantidad de azúcar añadida que contiene el producto y el
equivalente de ello en el total recomendado en la dieta diaria. Esto es
relevante pues si bien ya se informaba de la cantidad total de azúcar en
el producto, conocer cuánto fue añadido durante el proceso de
producción y diferenciarlo de los azúcares naturales propios de ese
alimento y de otros carbohidratos presentes es muy importante para los
consumidores.
Y es relevante pues, como comentó el portal Vox,
muchos de esos azúcares añadidos son endulzantes como la sacarosa y la
alta fructuosa que son usados para hacer más agradable el sabor del
producto (el cual muchas veces no sería atractivo sin ese dulce extra),
pero que elevan sustancialmente y muchas veces artificiosamente la
cantidad de azúcares y calorías de ese alimento.
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La etiqueta anterior (izq.) y la nueva, recientemente aprobada por la FDA. (FDA)
Además,
se deberá ahora señalar en las etiquetas con claridad y en letras más
grandes y destacadas la cantidad de porciones que incluye cada paquete y
el tamaño de cada una de esas porciones. Con ello, el consumidor podrá
calcular mejor qué tantas calorías y qué porcentaje de la dieta
recomendada implica cada porción tanto como todo el paquete en sí, algo
útil pues muchas veces las personas no caen en la cuenta al consumir un
producto determinado de la cantidad total de calorías, azúcares y otros
elementos que ingieren si lo consumen entero y no solo una porción.
Además,
se hacen algunos otros cambios en la forma como se informa de las
vitaminas y minerales presentes en el alimento (añadiendo, por ejemplo,
las vitaminas A y D, el hierro, el calcio y el potasio).
En
general, el diseño mejora al mostrar conceptos y valores en letras más
grandes y llamativas y al añadir información clave como la de las
porciones y el contenido de azúcar.
La
mayoría de los fabricantes deberán usar los nuevos criterios de
etiquetado a más tardar el 26 de julio de 2018, aunque compañías con
ventas menores de 10 millones de dólares tendrán un año más para ponerse
al día.
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Los cambios más importantes en la nueva etiqueta de los alimentos. (FDA)
De acuerdo al periódico The Washington Post,
la nueva etiqueta tendrá fuertes repercusiones y podría conducir a la
reformulación de gran cantidad productos, dado que muchos de esos
alimentos resultarán, al revelar de manera más detallada su contenidos,
menos atractivos para el consumidor. Esos cambios podrían costarles a
los fabricantes millones de dólares, tanto en ventas perdidas como en la
reelaboración de los productos para reducir los componentes que, a ojos
del consumidor, resultan poco atractivos o incluso causan rechazo.
Es
por ello que muchas empresas presionaron fuertemente para evitar que se
estableciera el valor del azúcar añadido en las nuevas etiquetas, como
hace poco más de un año reveló el periódico Los Angeles Times.
Muchas empresas se quejaban de que no era necesario especificar el
total de azúcar añadido dado que ya se mencionaba el azúcar total en las
etiquetas y muchos incluso llegaron a afirmar que añadir ese dato
podría generar más obesidad al distraer la atención del consumidor del
total calórico al total de azúcares.
Sea
como sea, información es poder y en este caso los datos adicionales
ayudan al consumidor, sobre todo para frenar la grave epidemia de
obesidad que afecta al país.
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