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Estudiante dominicano en NY que recibió paliza queda con lesión cerebral


NUEVA YORK. El domingo 9 de noviembre de 2008, a pocos días del primer triunfo electoral de Barack Obama, Ángel Moreno, un estudiante de excelencia en la Universidad Estatal de Syracuse (Nueva York), había ido a una pizzería a celebrar el histórico acontecimiento, ya que una persona de piel negra, como él, había sido alcanzado la Presidencia de los Estados Unidos.
Pero nunca se imaginó que esa misma noche, su vida quedaría marcada para siempre por la brutal agresión de un militar del ejército norteamericano que, vestido de civil y borracho, provocó una discusión en la que Moreno no participó, pero fue la víctima principal.
Después de que algunos de los compañeros del estudiante dominicano cruzaron palabras con el militar, identificado como Kevin Flanagan, este siguió a Moreno y lo golpeó por la espalda, con tan fuerza que el muchacho cayó encima del guardalodos de un vehículo, golpeándose en la cabeza.
Fue transportado en helicóptero a un hospital de Syracuse, donde permaneció tres meses en coma y conectado a equipos de respiración artificial.
Su madre, Miguelina Núñez, una enfermera residente en El Bronx, lo daba por muerto, aunque nunca se dejó vencer por la poca fe.
A fuerza de un largo tratamiento y terapias físicas intensivas que todavía se le aplican, el estudiante logró sobrevivir y reponerse, aunque tiene dificultad para caminar sin la ayuda de un ribete que simula una pierna plástica (no prótesis) y debe ser cuidado las 24 horas por una especialista en cuidado familiar de salud. Dice que aún superando el trauma del ataque, su dolor más fuerte son los sueños truncados: no haberse podido graduar en la universidad y no comprarle la casa que le prometió a su madre.
A ocho años de la agresión, Ángel ha quedado con una lesión cerebral permanente y el sueño truncado.
El militar fue llevado a un juicio dominado por los prejuicios raciales de siete jurados blancos que lo absolvieron de los cargos de intento de asesinato y lo declararon culpable por “asalto no agravado” y “no intencional”.
Lo primero que le pidió a su madre fue una comida que le gustaba, pero no pudo decírselo con sus palabras.

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