SANTO DOMINGO. En su España natal murió Félix Grande. El poeta, que asumió lo flamenco como parte sustancial de sus investigaciones y sus gustos, fue un poeta necesario.
Grande nació en Badajoz, pero su familia era de Ciudad Real, donde ha fallecido ayer a los 76 años, víctima del cáncer de páncreas.
"Yo soy un aprendiz de discípulo de poeta", había dicho en una entrevista publicada en El Cultural de El País, en España. Y también dijo: "No basta con escribir sobre temas eternos para asegurarte la eternidad".
Hablaba con sentencias Félix Grande, y grande es la obra que deja, no por cantidad, sino por sustancia. Porque estuvo 40 años sin escribir poemas, a no ser algún que otro soneto escapado del silencio.
Durante una visita a Auschwitz descubrió casi dos toneladas de cabellos de mujer de distintos colores. "Había cabello rubio, moreno, pelirrojo, todo mezclado, decolorado por el paso del tiempo. De repente, me pregunté ¿de qué color es este pelo? Era un color nuevo. No había existido antes". Esto le devolvió a la poesía y escribió "La cabellera de la Shoá".
Con ella cerró su obra completa, a la que llamó "Biografía", y que fue publicada en el 2011. Antes había escrito "Las rubáiyátas de Horacio Martín" (1978); y antes "Las piedras", premio Adonais 1963; Música amenazada (1965); "Blanco spirituals" (que obtuvo el Premio Casa de las Américas en La Habana, 1967); luego "Taranto" (1971); "En secreto" (1978), entre otros. También fue narrador, crítico y ensayista.
Un poema
Cuando te acuerdes de mi cuerpo/ y no puedas dormir/ y te levantes medio desnuda/ y camines a tientas por tus habitaciones/ borracha de estupor y de rabia// en algún lugar de la Tierra/ yo andaré insomne por algún pasillo/ careciendo de ti toda la noche/ oyéndote ulular muy lejos/ y escribiendo estos versos degenerados.
Félix Grande
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