En 2010, eran 177 millones las personas que vivían en la pobreza, cifra que en 2011 bajó hasta los 174 millones, mientras que la indigencia afectaba a 70 millones. Para 2012, el panorama tampoco es muy alentador, porque si bien la tasa de pobreza caerá al 30,4% de la población, "la de indigencia subiría levemente, al 12,8 %, debido a que el alza en los precios de los alimentos contrarrestaría el incremento previsto en los ingresos de los hogares", según destaca la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), un organismo dependiente de Naciones Unidas.
Por otra parte, tres de cada diez mujeres de América Latina no reciben ningún tipo de ingreso, lo que significa que dependen de otros para subsistir, mientras que sólo uno de cada diez hombres se encuentra en esa misma situación. La dependencia económica de las féminas "es peor en caso de rupturas conyugales o de viudedad".
En las zonas rurales, esta brecha es aún más seria y el 43,9% de las mujeres necesita ayuda masculina para salir adelante, mientras que este porcentaje con respecto a los hombres es del 13,6%, según datos de 2008 recogidos del informe anual de 2011 del Observatorio de Igualdad y Género de la región que se entregó durante este encuentro.
Al descenso del porcentaje de mujeres sin ingresos propios hay un factor a destacar: las políticas sociales que han adoptado países como la Argentina, Uruguay y Chile para dar pensiones a mujeres cuya cotización fue escasa o nula.
Una cuestión que hay que tener en cuenta es que las mujeres sin ingresos propios se dedican a quehaceres domésticos no remunerados cuyo valor, sin embargo, equivaldría a entre un 25% y a un 30% del Producto Interior Bruto de cada país de América Latina.
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