
El lunes, los mercados financieros en todo el mundo bajaron mucho porque los inversionistas tienen temor de que la economía de Estados Unidos se esté desacelerando.
Este temor hizo que muchas personas vendieran sus acciones rápidamente, lo que afectó a varios índices bursátiles, que son como termómetros que miden la salud del mercado.
Por ejemplo, el índice S&P 500 bajó un 4% en las primeras horas de la mañana, y el Dow Jones, otro índice importante, perdió 1,197 puntos, que es lo mismo que un 3%.
El índice S&P 500 es una medida que refleja el valor de las acciones de 500 de las empresas más grandes de Estados Unidos.

El índice Dow Jones incluye las acciones de 30 grandes empresas industriales en sectores clave en Estados Unidos.
El Nasdaq también sufrió una fuerte caída del 5.5%, situándolo un 15% por debajo de su récord establecido el mes pasado.
El índice Nasdaq sigue a más de 3,000 empresas, destacándose por tener una alta concentración de compañías tecnológicas.
Los mercados financieros en todo el mundo continuaron cayendo.
En Japón, el índice Nikkei 225 tuvo su peor día desde 1987, bajando un 12.4%.
En Corea del Sur, el índice Kospi cayó un 8.8%.
En Europa, los mercados también bajaron alrededor de un 3%.
Incluso el oro, que normalmente es una inversión segura en tiempos difíciles, cayó casi un 2%.
La principal razón de esta caída a nivel mundial fue un informe reciente que mostró que las empresas en Estados Unidos contrataron menos trabajadores de lo esperado.
Esto aumentó el miedo de una desaceleración económica.
Además, hay preocupación de que la Reserva Federal haya frenado demasiado la economía con sus altas tasas de interés para combatir la inflación.
Además de estos factores, la caída de las acciones de empresas tecnológicas como Apple y Nvidia también afectó al mercado. La situación empeoró por el conflicto entre Israel y Hamas, que podría influir en los precios del petróleo, creando más incertidumbre.
En el debate económico pocas cosas son tan entretenidas como dar seguimiento a las noticias y los comentarios de la economía norteamericana, pues existe una especie de ansiedad colectiva, una expectativa constante de que “algo grande” está a punto de suceder. Un ejemplo claro de esto lo vimos en mayo de este año, cuando la creación de empleos superó las expectativas de los analistas, llenándolos de optimismo. Sin embargo, solo unos meses después, en agosto, ese mismo optimismo se transformó en preocupación por la caída de los mercados bursátiles.
Desde hace algunas semanas, varias personas se vienen preguntando si Estados Unidos caerá en una recesión económica durante este año 2024, preocupación que se ha intensificado tras el reciente aumento en la tasa de desempleo. Un indicador que ha ganado popularidad es la llamada “regla Sahm”, que sugiere que un rápido y significativo incremento en el desempleo es una señal de que una recesión está cerca. Según esta regla, una recesión es inminente cuando la tasa de desempleo promedio de los últimos tres meses aumenta 0.5 puntos porcentuales por encima del nivel más bajo registrado en los últimos doce meses.
En este sentido, el promedio de desempleo entre mayo y julio de 2024 fue de 4.13%, superior al 3.6% promedio del mismo período en 2023. Este incremento activa técnicamente la regla Sahm, lo que ha hecho sonar las alarmas de una posible recesión en Estados Unidos. A este deterioro del mercado laboral se le suma la caída en las bolsas asiáticas y norteamericanas en la primera semana de agosto, que llevó al “índice de miedo” de Wall Street a registrar un aumento histórico.
Sin embargo, un vistazo al pasado reciente muestra que la constante ansiedad sobre una recesión “a la vuelta de la esquina” no siempre tiene fundamento. Muchos de los indicadores tradicionalmente utilizados para predecir crisis resultan ser, en ocasiones, falsas alarmas. En 2022 y 2023, se discutió con frecuencia la posibilidad de una caída en la actividad económica de Estados Unidos dado que la curva de tasas de interés estaba invertida, pero al final, la economía no entró en recesión, sino todo lo contrario, creció más de lo esperado. La conversación entonces giró hacia las razones detrás de esta inesperada fortaleza.
Incluso la propia Claudia Sahm, autora de la regla que lleva su nombre, ha señalado recientemente que no es inminente una crisis económica en Estados Unidos, independientemente de lo que indique su propio indicador.
Y es que en economía siempre hay que ver varios indicadores para tener una idea más acabada de la situación. A pesar del incremento reciente en la tasa de desempleo, la cantidad de personas que se encuentran empleadas es superior a lo registrado el año anterior, por lo que el incremento en la tasa de desempleo se debe a una mayor entrada de personas al proceso de buscar trabajo, no a que las empresas estén sistemáticamente reduciendo su empleomanía.

En la primera semana del presente mes, se registró la caída en las bolsas asiáticas y norteamericanas.
Un reflejo de esta dinámica es el aumento en la tasa de participación laboral en julio de este año, que está por encima de lo registrado en el mismo mes del año anterior. Esto indica que un porcentaje saludable de la población está activa, ya sea trabajando o buscando empleo. Además, los indicadores de confianza tanto de los consumidores como de los empresarios del sector manufacturero son actualmente mejores que a mediados del año pasado, lo que sugiere que aún no se ha producido un deterioro significativo en las perspectivas económicas de dichos agentes.
De todas formas, en economía nunca se puede entrar en el terreno de la complacencia y llegar a pensar que todo está bien, que el país está blindado. Así como el pesimismo injustificado es contraproducente, el optimismo permanente puede ser bueno para el discurso político, pero nunca para la política económica.
Es evidente que hay señales de que la Reserva Federal debería considerar reducir las tasas de interés en un futuro cercano y dar indicios de que continuará haciéndolo durante lo que queda del año. Esto impulsaría la actividad económica y despejaría muchas de las dudas sobre el futuro de la economía estadounidense. Después de todo, en economía, las expectativas a menudo son más importantes que la realidad inmediata.
En conclusión, la ansiedad por la salud de la economía norteamericana parece estar más motivada por el discurso mediático que por la lógica económica. Aún no hay pruebas suficientes de que una recesión sea inminente, solo señales de que es momento de ajustar la política monetaria. Un ajuste que, probablemente, la Reserva Federal implementará en las próximas semanas.
“Las opiniones en este artículo son exclusivas del autor y no representan la visión de las entidades a las que está afiliado el autor”.
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