Hay buenas noticias para cualquiera que haya disfrutado de la espectacular aurora boreal de días pasados y para quienes se la perdieron: es casi seguro que se producirán más en el futuro.
El enorme cúmulo de manchas solares que arrojó energía y gas hacia la Tierra girará hacia nosotros en unas dos semanas.
Los científicos aseguran que el fenómeno probablemente seguirá siendo lo suficientemente grande como para generar más explosiones que podrían impactar el campo magnético de la Tierra, creando más auroras boreales.
Desde hace más de una una semana, el Sol ha seguido emitiendo cada vez más radiación: una enorme erupción solar el martes interrumpió las comunicaciones por radio de alta frecuencia en todo el mundo.
Y esta mancha solar hiperactiva no será la última. El Sol se está acercando a lo que se llama "máximo solar", un punto durante un ciclo de 11 años en el que su actividad es más fuerte.
Explicando el fenómeno
El “máximo solar” sucede cuando los polos magnéticos del Sol se invierten, un proceso que crea manchas solares que expulsan material y generan clima espacial.
Este ciclo solar es el número 25 desde que los humanos comenzaron a observar sistemáticamente las manchas solares en 1755. Se esperaba que fuera tranquilo, pero los científicos sostienen que será más fuerte de lo esperado.
La intensidad de un ciclo se estima por el número de estas manchas solares, explicó Krista Hammond, meteoróloga espacial de la Met Office (Oficina Meteorológica de Reino Unido).
Sin embargo, admitió que este dato en realidad no permite pronosticar qué tan fuertes serán las tormentas cuando lleguen a la Tierra.
La tormenta geomagnética de mediados de mayo fue un evento que ocurre cada 30 años y la mayor desde 2003, afirmó Sean Elvidge, profesor de entorno espacial en la Universidad de Birmingham.
El suceso fue causado por al menos cinco eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés) que abandonaron el Sol en una estrecha sucesión.
Las CME tardaron alrededor de 18 horas en llegar a la Tierra e interactuar con nuestro campo magnético.
La magnetósfera es lo que nos protege de toda esa radiación inmensamente poderosa y sin ella no habría vida en el planeta.
Más allá del espectáculo de luces
La tormenta resultó ser tan poderosa que tenía una calificación de alerta G5, la más alta otorgada por los meteorólogos de la Met Office y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
Han aparecido historias sobre sus impactos en las comunicaciones globales, las redes eléctricas y el sistema de posicionamiento global (GPS).
Estas tormentas no sólo producen luces bonitas, sino que provocan inconvenientes, explicó Ian Muirhead, investigador de sistemas espaciales de la Universidad de Manchester:
"Somos mucho más dependientes tecnológicamente ahora que durante la última gran tormenta de 2003. Muchos de nuestros servicios provienen del espacio y no nos damos cuenta. Es el pegamento que mantiene unida a gran parte de nuestra economía", ilustró.
El propietario de SpaceX, Elon Musk, dijo en X, antes conocido como Twitter, que la tormenta puso a sus satélites Starlink, que proporcionan internet, "bajo mucha presión".
Por su parte, un vocero de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) precisó que los Starlinks registraron picos de voltaje.
Los satélites de los que dependemos para el GPS y la navegación también sufrieron perturbaciones en su señal a medida que la radiación adicional se dirigía hacia la Tierra, dijo la ESA.
Un vuelo de San Francisco a París fue desviado para evitar sobrevolar el Ártico, donde la radiación era más fuerte, reveló Elvidge.
Los agricultores que utilizan tractores con GPS de alta precisión informaron que los mismos resultaron afectados y el fabricante de estos aparatos John Deere advirtió a los usuarios sobre fallas.
Un satélite operado por la compañía británica Sen que filma la Tierra en alta definición fue puesto en estado "inactivo" durante cuatro días, lo que significa que no pudo tomar imágenes de eventos como los incendios forestales en Canadá, informó la compañía.
También hubo incidentes en las redes eléctricas, ya que la corriente adicional fluyó a través de los tendidos.
En Nueva Zelanda, que tiene una red eléctrica similar a la de Reino Unido, la red nacional desconectó algunos circuitos externos en todo el país como medida de precaución para evitar daños a sus equipos.
La Red Nacional de Reino Unido aseguró que no hubo impacto en la transmisión de electricidad.
La Asociación de Redes de Energía, que representa a los operadores eléctricos británicos, dijo que tomó precauciones como garantizar "generación de respaldo adicional para hacer frente a cualquier fluctuación de voltaje que pudiera ocurrir".
Como de ciencia ficción
El clima espacial no es una amenaza remota para nosotros en la Tierra. El gobierno británico considera que el clima espacial extremo es un peligro mayor que los terremotos o incendios forestales.
En su registro nacional de riesgos, que también cubre pandemias como la de covid-19, el clima espacial extremo tiene una calificación de "cuatro" en probabilidad e impacto. "Uno" es para eventos con el riesgo más bajo y "cinco" es el más alto.
Según el registro, una tormenta espacial extrema, más poderosa que la del fin de semana pasado, podría causar muertes y heridos debido a los cortes de energía.
"En algunas zonas sería necesaria una generación de energía de respaldo durante un período prolongado, mientras se reemplazan los transformadores eléctricos dañados, lo que podría llevar varios meses", han advertido las autoridades.
La electricidad en las zonas urbanas podría volver en cuestión de horas, pero para las personas que viven en zonas remotas junto al mar, podrían pasar meses antes de que se reemplacen los transformadores de electricidad, se admite en los reportes oficiales.
Un amanecer que no fue
El peor de los casos es lo que los miembros de la comunidad de meteorología espacial llama un “evento de nivel Carrington”.
Se trata de la gran tormenta solar que se registró en una noche de 1859 y la cual produjo una aurora en todo el mundo tan brillante que la gente empezó a preparar el desayuno porque pensaban que ya era de día.
El fenómeno generó tanta corriente que los operadores de telégrafo en Canadá continuaron transmitiendo incluso cuando desconectaban manualmente los equipos por seguridad. Se produjeron incendios debido a los equipos dañados.
Ese mismo evento hoy podría ser catastrófico.
"El consenso general es que una supertormenta solar es inevitable. No es una cuestión de 'si' sino de 'cuándo'", se lee en un informe de la Real Academia de Ingeniería británica.
Vigilando al Sol
Pero ahora hay dos cosas que nos ayudan: la previsión y la preparación, explicó Elvidge.
Pronosticadores como Krista Hammond monitorean los satélites las 24 horas del día para detectar la actividad solar.
Estos vigilantes emitieron alertas a los gobiernos y proveedores de infraestructura crítica sobre la ola de CME de mediados de mayo que se dirigía a la Tierra con horas de anticipación.
"Nuestra sala de situación de la Casa Blanca está informada al respecto. Los mensajes llegan a través de nuestros canales de emergencia a los gobiernos locales", aseguró Shawn Dahl, de la NOAA.
Esa previsión y preparación explican por qué, a pesar de las advertencias apocalípticas de que el clima extremo podría provocar cortes de electricidad que durarán días, en realidad se han visto pocas secuelas de la última tormenta.
El pronóstico del clima espacial es joven en comparación con el del clima atmosférico, pero a medida que aprendemos más sobre el Sol y enviamos más equipos al espacio, predecir la próxima supertormenta estará cada vez más cerca.
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