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Menor que murió por golpizas era maltratado a la vista de todos


La muerte a golpes de un niño de solo 13 años, supuestamente a manos de su madrastra, Emilia Suárez, en el barrio Peralejos del Distrito Nacional, pone en evidencia la vulnerabilidad y debilidad en la atención de los niños, niñas y adolescentes de algunos barrios de la República Dominicana.

El adolescente solo identificado por el Ministerio Público con las iniciales L.I.D.M, estuvo al cuidado de su madrastra (hoy imputada) desde los dos años de edad, pero cuando cumplió los siete años, entonces comenzaron las agresiones físicas, verbales y psicológicas, de acuerdo a lo establecido en la investigación de la Fiscalía del Distrito Nacional.

Algunos vecinos fueron testigos de golpizas “con cualquier objeto, sin compasión ni comedimiento” que sufrió el jovencito durante su corta vida, revela la investigación.

Pero además, supuestamente la madre biológica, la señora Mary Mancebo De la Cruz, sabía de las agresiones y alertó a las autoridades de la situación, tras poner una denuncia el 15 de enero del año 2016 debido a la violencia físicas que su hijo había sufrido por parte de la imputada.

En ese entonces, un médico legista y una psicóloga forense del INACIF emitieron dos certificados, en las que, de manera separada, confirmaban que “el niño presentaba traumas contusos y cicatrices post-traumáticas”, además de maltrato psicológico.

En la medida de coerción, el Ministerio Público establece que en ese momento, “la madre se hizo cargo del niño”, aunque los hechos indican lo contrario. Ya que luego de la muerte del adolescente la progenitora alegó que “el niño vivía con su padre”.

“Un niño que vivía con su papá no está abandonado... Mi hijo quería estar con su papá, aquí nadie tiene la culpa. La culpa la tiene ella (la imputada) que fue la que lo mató. Lo puso psicológicamente mal. El niño decía que no, que ella no le hacía nada. Le decía que se fuera conmigo y él decía que no”, declaró a medios digitales.

Los hechos

En una declaración a la prensa, el abogado de la imputada reveló su teoría de los hechos. Dijo que su cliente Emilia Suárez admitió que le dio una pela a su hijastro por haberse subido en una mata de coco, de la que supuestamente se habría caído, pero que nunca tuvo intención de matarlo, como establece el Ministerio Público. Aseguran que la muerte del adolescente se produjo por la caída del árbol, y no por los golpes que le propinó su defendida.

Sin embargo, de acuerdo con el Ministerio Público los hecho ocurrieron de la siguiente manera: en fecha 23 de junio del año 2021, en horas de la mañana, en la calle 08 No. 73, Los Ángeles Peralejos, Distrito Nacional, la imputada Emilia Suárez mató a la víctima L. I. D. M., de 13 años de edad.

Supuestamente, el abuso físico al que sometía la imputada Emilia Suárez a la víctima L. I. D. M fue visto en ocasiones por una vecina, la cual le reclamaba a la acusada que no continuara con los maltratos, pues tenía tres días golpeando al adolescente con cualquier objeto que tuviera entre sus manos.

Luego de golpearlo por largo período de tiempo, durante tres días, según la Fiscalía, Emilia Suárez se dio cuenta que el menor no reaccionaba, por lo que llamó tanto al 911 como a Edison De la Rosa, quien es el padre de la víctima. Cuando llegaron los paramédicos al lugar determinaron que la víctima no reaccionaba, ya estaba muerto.




La madrastra fue apresada y sometida a la justicia. El próximo miércoles le conocerán coerción.

Opinión de un experto

El psicólogo y experto en terapia familiar José Manuel Ortiz opinó que, el caso de la muerte del adolescente de 13 años refleja que “como sociedad tenemos que avanzar, porque muchas veces somos testigos de las situaciones que están pasando y no hacemos nada”. Entiende que si ha salido mucha gente diciendo que es falsa la versión de la mata de coco, es porque mucha gente sabía que ese niño estaba siendo víctima de malos tratos y no hizo nada.

Aprovechó para alertar a la sociedad para que sepan las señales que manda un menor que está siendo víctima de maltrato o abuso. Explicó que los niños suelen ser espontáneos, abiertos a la socialización, al juego, a divertirse. Dice que por lo regular, cuando un niño es víctima de maltrato, tiende a retraerse en su relaciones con los demás, tiende a ser muy mecánico. “Es como si pensara cada comportamiento con el propósito de intentar prevenir que la persona adulta le maltrate”, indica.

Señaló que cuando un niño no juega, se aísla mucho o siempre anda temeroso, hay que pensar que ese niño necesariamente esté siendo víctima de violencia física, psicológica, sexual o de alguna manera debe estar siendo abusado.

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