.- En un nuevo intento por ganar la batalla al sida, un
anillo vaginal que ayuda a prevenir la trasmisión del virus podría
convertirse en la esperanza de millones de mujeres que viven bajo un
alto riesgo de contagio, especialmente en los países más pobres.
El anillo, que libera poco a poco un fármaco antirretroviral,
ha sido presentado por la Asociación Internacional para los
Microbicidas (IPM, en inglés), una entidad sin ánimo de lucro que
participa en la conferencia internacional Women Deliver.
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“Aunque muchos hablan de que el fin de la epidemia está cerca, la batalla todavía no ha terminado.
Las mujeres siguen infectándose a niveles muy altos en África
Subsahariana”, explicó a Efe la directora ejecutiva de IPM, Zeda
Rosenberg, quien precisó que seis de cada diez afectados de esta región
son mujeres.
Este anillo de silicona, que se coloca en la vagina y debe ser sustituido cada cuatro semanas,
pretende ayudar a atajar la epidemia en la región, donde las mujeres de
entre 15 y 24 años tienen el doble de posibilidades de contraer el VIH
que los hombres.
Con
este nuevo método, similar al anillo vaginal anticonceptivo, las
mujeres pueden tomar el control sobre su salud sin necesidad de negociar
con su pareja -algo que deben hacer en la mayoría de países en vías de
desarrollo- e incluso evitar el contagio en caso de sufrir una
violación.
Tras realizar varios experimentos en África Subsahariana para demostrar su efectividad, el anillo está ahora bajo un nuevo estudio -cuyos resultados se conocerán a partir de julio- como paso previo a conseguir la aprobación regulatoria que permita su comercialización.
“El
siguiente paso es que las mujeres que lo necesiten tengan el anillo
vaginal en sus manos. Si todo va perfectamente, podemos tenerlo en el
mercado a finales de 2018. Nuestro objetivo es que el precio esté por
debajo de los 5 dólares por unidad”, explicó Rosenberg.
Activistas
y expertos que participan estos días en el encuentro Women Deliver para
trazar nuevas estrategias que permitan mejorar la salud de niñas y
mujeres han recibido con entusiasmo este avance científico que podría
marcar un antes y un después en la lucha contra el sida, especialmente,
en el continente africano.
“Lo más importante es que el anillo puede usarse sin el consentimiento del hombre y que las mujeres tendrán la opción de elegir por ellas mismas”,
dijo a Efe la activista de derechos humanos sudafricana Yvette Raphael.
Uno de los principales retos, explica, es trabajar codo con codo con
las comunidades locales, explicarles las ventajas del nuevo fármaco y
conseguir su aceptación porque, sin ella, pocas jóvenes se atreverán a
usarlo.
Por
eso, IPM trabaja con activistas como Raphael en el terreno para
presentar el anillo vaginal como una opción más para protegerse contra
el VIH, recordándoles que no debe ser un sustituto, sino un refuerzo a otros métodos como los preservativos.
Desde
2012, IPM ha realizado diferentes estudios en los que participaron más
de 2.600 mujeres de entre 18 y 45 años con alto riesgo de contagio en
Sudáfrica, Uganda, Zimbabue y Malaui y que probaron que este método permitió reducir los contagios hasta un 56% en mujeres mayores de 21 años.
Más
allá de los retos científicos, el gran desafío para desarrollar este
anillo vaginal ha sido la financiación, ya que cada vez resulta más
difícil conseguir aliados -especialmente cuando se trata de métodos de
prevención- ante el gran número de investigaciones que se producen
actualmente.
Sin embargo, el proyecto cuenta con el apoyo de algunas grandes compañías y de gobiernos como el de Dinamarca.
“Desafortunadamente la investigación tiene cada vez menos interés para
los donantes. Por eso decidimos invertir en el anillo vaginal, porque
queremos hacer todo lo que sea posible para intentar frenar la epidemia
del sida”, afirmó la principal asesora de sanidad en el ministerio danés
de Asuntos Exteriores, Sanne Helt. 
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