
La D es una vitamina liposoluble; este tipo de vitamina se almacena en el tejido graso y en los músculos del cuerpo, de donde parte su utilización y aprovechamiento. Esta es básica para el buen funcionamiento de nuestro organismo, ya que participa en el proceso de absorción y mantenimiento de los niveles de calcio, mineral fundamental para conservar el funcionamiento del sistema nervioso y la estructura adecuada de huesos y dientes.
Por otro lado, puedes obtener vitamina D de los siguientes alimentos:
- Pescados grasos (atún, salmón, anguila y sardinas).
- Atún en aceite (conserva), ya que el aceite es un alimento que también aporta vitamina D.
- Hígado de res.
- Huevo entero.
- Las setas, sobre todo las que fueron expuestas a rayos ultravioleta.
- Aceites de hígado de pescado, como el de bacalao.
- Leche y productos lácteos.
- Leche de soya.
Su consumo aporta los siguientes beneficios a tu salud:
- Ayuda a regular y a disminuir el apetito, ya que los niveles elevados de vitamina D ayudan a activar la producción de leptina, que ayuda a bajar de peso.
- Regula los niveles de azúcar en sangre, ya que esta vitamina reduce la insulina, mejora los niveles de serotonina y potencia el sistema inmunológico.
- Mejora la función muscular. Existe una estrecha relación entre la vitamina D y la función muscular, sobre todo después del ejercicio y las actividades diarias. Los niveles bajos de vitamina D pueden causar fatiga física.
- Ayuda a disminuir la presión arterial en pacientes con hipertensión.
- Ayuda a mejorar tu estado de ánimo.
- Si eres fumadora, la vitamina D puede ayudar a proteger tu organismo de algunos efectos del tabaco sobre la función pulmonar.
- Colabora con el buen funcionamiento del sistema inmunológico, defendiéndote de agentes patógenos.
Recuerda… ¡tú generas el cambio!
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