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Castigos físicos: ¿necesarios para la buena crianza?



LOS PSICÓLOGOS RECOMIENDAN NO TRATAR AL NIÑO COMO UN ADVERSARIO, SINO COMO SU AMIGO

Santo Domingo
La educación es la columna vertebral de las sociedades, y debe empezar desde temprano en el hogar. ¿Quién no recibió unos correazos, chancletazos y hasta palos para doblegar el espíritu rebelde que se tiene de niños? Algunos quizás lo agradezcan, y le atribuyan méritos para lograr una forma correcta de comportarse. Sin embargo, los efectos psicológicos negativos que provocan las “pelas” en los niños pueden conducir a una personalidad antisocial.
Si bien es cierto que en la sociedad dominicana la mayoría de los padres piensan que mientras más estrictos sean, mejores serán sus hijos, no menos cierto es que existe en ello falta de conocimiento acerca de cómo disciplinar.
Juan Roberto Cruz, psicólogo clínico y terapeuta familiar, revela que cuando un niño se torna rebelde, malcriado o molestoso, el responsable es el sistema familiar.
“En el momento que a un padre ‘se le va la mano’ con el castigo, aparte de los daños físicos que  puede provocar al infante, son múltiples las posibilidades de que dañe también su autoestima, lo que inducirá a que adopten papeles de víctimas ante los eventos de la vida, e interferirá en sus procesos de aprendizaje, haciéndolos sentir soledad y abandono”.
Estos efectos colaterales son casi siempre ignorados, porque los padres solo se enfocan en la mejor forma de impedir el libertinaje y las malas costumbres. Por eso sentirse vulnerables ante la sociedad -dice Cruz- pudiera provocar que se sientan constantemente amenazados y deprimidos.
Creciente libertinaje
“Los hogares disfuncionales provocados por la violencia intrafamiliar son los pioneros en mala crianza”, manifiesta Omar Nivar Casilla, estudiante de término en Trabajo Social. El caso más común en el país son los embarazos en la adolescencia, que, según Casilla, se debe a la falta de equilibrio disciplinario, haciendo referencia a aquellos padres que sobreprotegen o dan mucha libertad.
“Esto daría luz a los aspectos positivos de los castigos físicos. Cuando el niño o joven es muy rebelde e indisciplinado, sí son correctas las “pelas”, porque hay actitudes que requieren de mano dura para dirigirlas. Refiriéndome en este caso a los niños irrespetuosos y con malos comportamientos”.
Sin embargo, las modas negativas (dejar la escuela, utilizar estupefacientes, relaciones sexuales sin protección) ñexplica Cruz- no se evitarán con un castigo físico, porque se supone  que el ejemplo de los padres son los buenos valores, dándole la capacidad al niño de ser crítico ante lo que quiere vender la sociedad actual como bueno. Más bien es todo lo contrario: el desamor y falta de cariño expresado en una “pela” va a convertir al infante en una persona vulnerable y capaz de hacer lo que sea para sentirse aceptado en cualquier grupo social, no importando si es bueno o malo.
Muros de comunicación
La ausencia de los diálogos de padres con hijos es una razón muy certera de por qué casi siempre se recurre a los castigos físicos. Para el psicólogo, cuando el infante no puede explicar lo que siente, actúa de forma violenta en las relaciones interpersonales.
“La rabia que un padre descarga sobre el niño, en una manera de corregir un comportamiento a  corto plazo, por la mala comunicación, se convertirá a largo plazo en factores negativos, lo cual genera en el niño sentimiento de rechazo y desamor por parte de sus progenitores”.
Ese método de corrección no viene acompañado del fomento de buenos valores, sino en un niño temperamentalmente difícil y malcriado. Para el psicólogo Cruz, los hijos son el reflejo de sus padres, y representan en la sociedad lo que han aprendido en su sistema familiar.
Bajo este planteamiento surgen varias interrogantes: ¿cuál es la forma correcta de disciplinar?, ¿qué tipo de castigos son más empleados?, ¿cuáles son los problemas colaterales más conocidos? Para el experto en psicología, existen varios tips de cómo corregir:
1 Evaluar el origen de la conduc ta indeseada, y situaciones ocurridas en la familia en ese lapso.
2 Escuchar activamente lo que quiere decir su hijo en el momento de la rabieta.
3 Si el padre se siente ansioso o airado, tiene que buscar la manera de lograr calmarse antes de efectuar un castigo.
4 Debe resaltar y celebrar los momentos en que el niño presente una conducta adecuada, con manifestaciones de cariño y halagos.
5 Procure que el niño entienda que por cada conducta expresada hay una serie de consecuencias.
6 Si el padre se siente ansioso o airado, no debe efectuar un castigo hasta que recobre la calma.
Ámbito social
Los castigos crean problemas en vez de solucionarlos. Nivar considera que la relación del individuo con la sociedad en sí se estropea.
“La alianza entre la sociedad  y el niño es lo que garantizará un joven o hombre de bien para el  futuro. Por eso el sentimiento de rencor que se genera entre el castigador y el castigado, esos desacuerdos contantes, estropean la confianza que uno posee y por tanto te convierte en un individuo socialmente estéril”.
Aspectos positivos del castigo
“Los actos cotidianos de violencia (golpes leves, pellizcos, palmadas) son actos apropiados de disciplina en beneficio de los niños pequeños”, según un estudio comparativo hecho por los doctores Juan Manuel Sauceda y Nancy Olivo Gutiérrez, a través del Hospital Infantil de México ‘Federico Gómez’.
La investigación señala que la estrategia de hablar con el infante intentando llevarlo a entender lo que está mal es buena, pero si el mal comportamiento persiste se debe aplicar el castigo corporal, hasta cierto grado.
No obstante, los psicólogos como Juan Cruz optan por sanciones que lleven al niño o niña a interiorizar y asumir las consecuencias de sus actos. “Si el castigo no logra efectos educativos en el niño, no es recomendable su utilización”. 
ESTUDIO COMPARATIVO SOBRE LOS CASTIGOS FÍSICOS
Para el psiquiatra Juan Manuel Sauceda, la conducta en sociedad de los individuos depende del grupo cultural al que pertenezcan. Por ejemplo –dice-, en familias con niños afroamericanos, los castigos a largo plazo producen comportamientos positivos, debido a que para ellos los “golpes” pueden significar que los padres se preocupan por ellos y los aman.

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