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Lo que comes puede estar empeorándo los problemas de tu piel



"Algunas de las enfermedades más frecuentes de la piel son procesos de larga duración que obedecen a multitud de causas. Si los tratamientos, además de largos, son difíciles o requieren fármacos no exentos de efectos secundarios importantes, resulta muy útil identificar estilos de vida que permitan ayudar a controlar estos procesos", destaca Jorge Soto, miembro del Servicio de Dermatología de la Policlínica de Guipúzcoa y de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).


El especialista reconoce que el papel que tienen la dieta y sus modificaciones en las enfermedades de la piel es motivo de controversias, y comenta: "aún no está probada la relación directa entre la dieta y el envejecimiento cutáneo pero, en cambio, se conocen otros aspectos, por ejemplo, que los alimentos con alto índice glucémico hacen empeorar el acné".

El facultativo apunta que "los alimentos que han sido sometidos a procesos especiales para su conservación, con gran cantidad de aditivos, colorantes, conservantes y potenciadores del sabor, como la harina, pan y arroz blancos o el azúcar, pueden hacer que el acné empeore".

En este sentido, Soto afirma que "es preferible consumir harinas integrales o poco refinadas".

No obstante, el dermatólogo subraya: "el mito de que el chocolate o los lácteos incrementan el acné no está probado".

CAFÉ, TÉ Y PICANTES.


Además de afectar a enfermedades como el acné, el especialista detalla que la dieta tiene un "probable papel en la patogenia de otras enfermedades cutáneas como el pénfigo, la dermatitis atópica, la dermatitis alérgica de contacto, la psoriasis y la urticaria".

Sin embargo, existen otras patologías y cambios cutáneos cuya relación con la dieta es "incierta", según expresa el doctor Soto.

Una de ellas es la rosácea, una enfermedad de la piel que afecta principalmente al rostro y que se caracteriza por presentar enrojecimiento y lesiones inflamatorias.

Según datos de la National Rosacea Society de Estados Unidos, unos 16 millones de americanos padecen de rosácea y solo una pequeña parte está siendo tratada.

En lo referente a la relación que esta dolencia cutánea guarda con la alimentación, el doctor Soto indica: "hemos comprobado que algunos pacientes empeoran si toman café, té, bebidas calientes, alcohol y comidas picantes, o si son fumadores".

Asimismo, el especialista señala que no hay informes concluyentes "acerca de la relación exacta entre los nutrientes y el envejecimiento de la piel". No obstante, considera "evidente la influencia positiva que sobre el envejecimiento cutáneo tienen una dieta sana, y la reducción de la glicación de los alimentos durante su manipulación culinaria".

"La glicación es el resultado de la reacción del organismo a los azúcares, algo que se da cada vez más a causa de ‘malcomer'", apunta Soto.

El dermatólogo explica que este proceso opera principalmente en la dermis. "Las moléculas de glucosa (azúcar) presentes en nuestra alimentación reaccionan con las estructuras moleculares proteicas, generando así una desorganización de dicha dermis", señala.

Además, la glicación "engendra proteínas más grandes, denominadas proteínas glicosiladas, nefastas para el organismo, ya que el cuerpo no puede destruirlas", indica.

A la vez el galono precisa que, con la edad, "estas proteínas se acumulan en las células y terminan destruyendo el colágeno y la elastina".

Así, los expertos recomiendan cocinar al vapor, siempre a fuego bajo y huir de las cocciones de más de 180º, de las parrilladas y de las salsas preparadas. También aconsejan consumir frutas y verduras crudas y evitar los dulces en la medida de lo posible.

UN PAPEL DEFINITIVO.

"Por otra parte, existen enfermedades de la piel donde -según explica el doctor Soto- la dieta tiene un papel definitivo. Es el caso de la dermatitis herpetiforme".

Esta patología, también conocida como enfermedad de Duhring, consiste en una erupción cutánea extremadamente pruriginosa compuesta de protuberancias y ampollas o vesículas que aparecen usualmente en los codos, las rodillas, la espalda y los glúteos, según describe la Federación de Asociaciones de Celiacos de España.

"La dermatitis herpetiforme es de origen desconocido, pero está asociada con la sensibilidad al gluten, por lo que se recomienda una dieta libre del mismo", comenta el doctor Soto.

"También existen otras enfermedades, de carácter genético y metabólico, donde una dieta de eliminación o de suplementación de nutrientes específicos resulta obligatoria. En este grupo se encuentra la fenilcetonuria, una rara afección en la cual un bebé nace sin la capacidad para descomponer apropiadamente un aminoácido llamado fenilalanina, que se encuentra en alimentos que contienen proteína", expone.

"Desde el punto de vista dermatológico, se consideran característicos de estos pacientes la piel clara, el cabello rubio y los ojos azules. Con frecuencia, los niños que no han sido sometidos a dieta presentan eczemas cutáneos resistentes a los tratamientos habituales, aspecto pelagroide en áreas expuestas a la luz solar y fotosensibilidad. También se da hipopigmentación del cabello y de los ojos, con respecto a los otros miembros no afectados de la familia", describen los especialistas del Instituto de Errores Innatos del Metabolismo de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

"En las porfirias la dieta también juega un papel muy importante. Existen dos tipos principales, las agudas y las cutáneas, y ambas tienen su origen en un defecto genético. Las porfirias cutáneas causan cuadros de fotosensibilidad. Quienes padecen este tipo pueden presentar quemaduras con presencia de ampollas, erosiones, costras y posteriores cicatrices tras haber estado expuestos al sol", matiza el doctor Soto.

La Asociación Española de Porfiria advierte de que el ayuno o seguir una dieta hipocalórica son dos factores desencadenantes de crisis agudas.

"En general, es aconsejable mantener un peso adecuado haciendo una dieta variada y equilibrada. Algunos médicos se refieren a ciertos productos como no aconsejados, por ejemplo, las coles (todas sus variedades) y los alimentos ahumados (tanto los industriales como los cocinados al carbón en la barbacoa)", describen desde esta entidad.

"Se recomienda que la toma de grasa sea menor del 30% del total de calorías y la de colesterol, de menos de 300 mg/día. Este aspecto deberá ser especialmente vigilado por el médico en los pacientes que hayan desarrollado hepatopatías. El uso de sal no necesita ser restringido, a no ser que exista hipertensión. Además, es importante no excederse en la ingesta de fibra, que no debe sobrepasar los 50 gramos al día", añaden.

Otros trastornos guardan relación con un exceso o un déficit de nutrientes. En este sentido, el doctor Soto cita el escorbuto, el kwashiorkor, la leucopenia y el marasmo.

Por último, también existen trastornos en los que, según indica el especialista, hay factores específicos de la ingesta implicados en la patogenia. "Es el caso de la trimetilaminuria (síndrome de olor a pescado) y del síndrome del aceite tóxico (enfermedad de la colza)".

Así, quienes padezcan alguna de estas patologías, deben prestar mucha atención a la dieta y tratar de evitar los alimentos que pueden hacer que empeoren. Recuerde que a nuestra piel, el mayor órgano que tenemos en el cuerpo, también hay que saber alimentarla.


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