Bradley Manning no "ayudó al enemigo" al permitir la
mayor filtración de documentos secretos de la historia de Estados Unidos
y aunque esquivó una casi segura cadena perpetua, su culpabilidad en
otros 17 cargos podría dejarlo tras las rejas más de un siglo.
Pero el que la jueza-coronel Denise Lind
desestimara ese cargo, el más grave, y no aceptara todos los argumentos
de la acusación –como temían los simpatizantes del exsoldado- podría
llevar a algunos a decir que este juicio demostró que el "debido
proceso" está garantizado.Aunque satisfechos con que no haya sido nombrado "ayudante del enemigo", los grupos afines al exsoldado recuerdan que este martes la jueza Lind empieza la fase de sentencia y advierten que el exanalista militar de inteligencia podría recibir hasta 137 años de prisión.
Algo que unos consideran desproporcionado y que por tanto sirve como otro argumento para justificar la renuencia de Snowden y Assange de vérselas con la justicia estadounidense.
"Nada cambia"
Libertad de expresión salvada
La jueza Lind contrarió –y asustó- a
muchos cuando aceptó el cargo de "ayudar al enemigo" que presentó la
acusación a Manning y que habría implicado para el soldado de 25 años
una cadena perpetua sin posibilidad de salir nunca en libertad
condicional.
La sola aceptación del cargo fue vista por organizaciones de derechos civiles y gremios periodísticos no sólo como una "evidencia" de excesos del proceso legal, sino como una amenaza contra la libertad de expresión y de prensa.
Y aunque el resultado en el caso de Manning dio un respiro a quienes temen por el futuro de la libertad de expresión, organizaciones de derechos humanos destacan cómo el gobierno de Barack Obama ha redoblado sus esfuerzos para procesar penalmente a quienes den a conocer información clasificada.
La sola aceptación del cargo fue vista por organizaciones de derechos civiles y gremios periodísticos no sólo como una "evidencia" de excesos del proceso legal, sino como una amenaza contra la libertad de expresión y de prensa.
Y aunque el resultado en el caso de Manning dio un respiro a quienes temen por el futuro de la libertad de expresión, organizaciones de derechos humanos destacan cómo el gobierno de Barack Obama ha redoblado sus esfuerzos para procesar penalmente a quienes den a conocer información clasificada.
Assange no tiene proceso pendiente en EE.UU., aunque teme que si Londres lo extradita a Suecia para que responda por supuestos delitos sexuales (de los que no está acusado aún) lo entregarán a Washington por publicar los documentos que le entregó Manning.
Y aunque no se han presentado cargos contra el fundador de WikiLeaks, fuentes del Departamento de Justicia reconocen que siguen analizando el caso y eso mantiene a Assange desde hace más de un año refugiado en la embajada de Ecuador en la capital británica.
"Si el gobierno trata de usar el juicio de Bradley Manning como demostración de imparcialidad del sistema legal estadounidense, diría que es una gran broma", dijo a BBC Mundo el portavoz de WikiLeaks, Kristin Hrafnsson.
"No veo nada balanceado en este juicio. El que la jueza haya desestimado la descabellada acusación de ayudar al enemigo no cambia la seriedad del veredicto", aseguró Hrafnsson, quien dice que el resultado del juicio de Manning "no cambia la situación" para Assange y Snowden.
Amnistía Internacional, Reporteros sin Fronteras, comparten la opinión de WikiLeaks de que el proceso contra Manning es un ataque contra la libertad de expresión y el derecho de la ciudadanía a conocer las cosas que los gobiernos dicen hacer en su nombre y en aras de la seguridad nacional.
Manning como ejemplo
Tras entregarle en 2009 a WikiLeaks decenas de miles de cables y documentos diplomáticos secretos, en 2010 Manning fue arrestado y confinado a arresto solitario, en ocasiones bajo supervisión para evitar un suicidio.
Durante el proceso, la jueza Lind determinó que Manning había sido maltratado por sus carceleros –otro argumento esgrimido por Assange y Snowden- y por tanto le dio el derecho a descontar 144 días a la sentencia que le vaya a imponer.
Es posible que en Washington presenten el caso Manning como demostración de equilibrio, imparcialidad e independencia del sistema legal estadounidense, lo que es casi seguro es que esos argumentos no convencerán ni a Snowden ni a Assange de ponerse en manos de esa justicia de la que siguen desconfiando.
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