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El Moisés de la Biblia nunca llevó unos diabólicos cuernos en su cabeza, fue un error de traducción

Una visita obligada cuando uno acude a Roma es la iglesia de San Pietro in Vincoli, donde se encuentra una de las esculturas más importantes de Miguel Ángel, su Moisés bíblico. Una obra fastuosa considerada por el propio artista como su mejor trabajo. Sin embargo, ¿por qué demonios lleva cuernos?

La figura de Moisés emana intensidad en sus ojos, sus músculos parecen tensos y su pierna hacia atrás parece estar diciéndonos que está listo para ponerse de pie. Lo cierto es que siempre ha existido un gran misterio alrededor de esta enorme pieza de mármol.

Como una comisión dada a Miguel Ángel en 1515 por el Papa Julio II para decorar su tumba, Moisés iba a ser la pieza central superior entre 40 estatuas. Dado que se observaría desde arriba, esto explica en parte por qué su torso se alarga y emana esa emoción dramática de su cuerpo.
Sin embargo, el dinero se agotó antes de lo esperado y la tumba nunca se terminó. ¿Podría ser que el rango de emociones humanas vistas en Moisés representa la confusión personal de Miguel Ángel sobre la tumba que no se le permitió completar?
En el Antiguo Testamento, Moisés dejó a su pueblo debajo del Monte Sinaí y caminó montaña arriba. Según cuenta el relato, Dios se encontró con él en la forma de una zarza ardiente y le dio los Diez Mandamientos. Cuando regresó con el pueblo, hicieron un becerro de oro, un ídolo, y lo adoraron. Con esta historia, Miguel Ángel capturó la furia que recorre el cuerpo de Moisés para su escultura.
Hasta aquí todo bien pero, ¿de dónde salen esos cuernos? De hecho, no fue sólo Miguel Ángel, multitud de artistas, tanto en cuadros como en esculturas, muestran el pobre Moisés con unos diabólicos cuernos un tanto inexplicables.
La culpa la tuvo Jerónimo de Estridón 11 siglos antes de que el artista florentino iniciara su trabajo escultórico. En el 382, el Papa Dámaso I le encargó a Jerónimo nada menos que la traducción de la Biblia del hebreo original al latín. Un trabajo que le vino grande a Estridón. Jerónimo cometió varios fallos de traducción bastante importantes, siendo el caso de los “cuernos” uno de los más sorprendentes.
El trabajo final fue lo que hoy conocemos como la Biblia Vulgata, y en ella se dio el siguiente gazapo (Exodo 34, 29). Cuando Moisés bajada del Monte Sinaí, las escrituras hebreas narraban que “su rostro emitía rayos de luz”. El problema es que Jerónimo no tenía mucha idea de hebrero, así que equivocó la traducción del término “karan” (rayos de luz) por “keren” (cuernos).

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