News

6/recent/ticker-posts

La necesidad sacó a flote su creatividad


En lo profundo del barrio Los Guandules de esta capital, donde abunda la pobreza y la ocurrencia de actos delictivos, se encuentra la pequeña empresa “Carolina”, una entidad que surgió de la necesidad de un hombre que se sentía “entre la espada y la pared” por no tener dinero, y que se ha convertido en el sustento de varias familias de esa localidad. 
Hace 12 años Secundino Rincón se sentía “acorralado”. Solo tenía RD$9,000 en sus bolsillos después de haber gastado miles de pesos para atender a su madre que estaba enferma. Entre la intranquilidad que tenía, un simple recordatorio de su esposa activó su creatividad para comenzar a generar dinero, cuando le dijo: “hay que comprar un suape”.
Ante el pedido de su esposa y todavía con la preocupación de que tenía que cubrir todos los gastos familiares con los RD$9,000 que le quedaron, a Secundino Rincón, de 57 años, se le ocurrió la idea de invertir ese dinero en materiales para hacer suapes, y cuando ese pensamiento se hizo realidad, inmediatamente comenzaron a llegar los clientes. 
“Cuando mi esposa me dice que no hay suape, comienzo a mirar por la casa y veo que hay tres suapes viejos, uno se usaba en la sala, otro en el baño y el último en la cocina. Lo único que pensé que si era tan pobrecito y en mi casa había tres suapes, eso era un gran negocio y rápidamente compré con los RD$9,000 los materiales para hacer trapeadores”, manifiesta Rincón. 
Precisa que no puso un colmado porque sus cuatro hijos, que en ese momento estaban en la niñez y adolescencia “iban a acabar con todo en dos días y el suape no se lo iban a comer”.
Desde que compró los materiales para hacer trapeadores, que son algodón, palo, clavos, alambre y funda, comenzaron sus vecinos y otras personas de Los Guandules a llegar a su casa para comprarle.
En su negocio, que ya tiene dos niveles y continúa avanzando, se observa la división en el piso del primer nivel de que había una pared, y fue precisamente en ese pequeño lugar donde empezó su empresa que hace poco registró bajo el nombre de Carolina.
“Cuando venían tres personas, dos tenían que esperar afuera, porque no cabíamos todos, hasta que gracias a Dios fuimos creciendo. Compré más espacio, echamos plato, y compre una máquina para enrollar el papel”, manifiesta. 
Al inicio quienes ayudaban a Secundino eran dos de sus hijos, uno atendía durante la mañana y el otro en la tarde.
La aceptación fue tanta que con las ganancias que tuvieron el primer año tuvo la posibilidad de comprar el solar detrás de su negocio para ampliarlo.
“Nosotros comprábamos muchos materiales hoy y al otro día teníamos que ir a comprar otra vez, porque los clientes eran muchos”, puntualiza.
Las dificultades 
Los principales problemas que enfrentó Secundino en sus inicios fue con esas personas que lo “envolvían” para que le fiara, y terminaban engañándolo.
“En otra ocasión invertí mucho dinero comprando un hilo en una zona franca y cuando lo traje no tuvo buena venta. Hay diferentes inconvenientes, pero son cosas que pasan para seguir creciendo”, dice.
Otro inconveniente que se presentó fue que se le dañaron varios quintales de materiales, porque comenzó a llover y el agua entró, pues el techo era de zinc.
Asegura que cada tropiezo para él es un avance, porque no permite que algo negativo le pase dos veces.
“Mi historia ha tenido muchas altas y bajas. Así como pasaron cosas malas pasaron buenas. Una vez me llamaron que una empresa estaba limpiando su almacén y botó muchos materiales buenos y con eso me gané más de RD$100,000. Esa fue una gran oportunidad, así que puedo decir que he perdido y ganado”, indica.
Sus hijos han sido sus grandes aliados, no tienen un sueldo mensual, pero todo lo que necesitan lo toman de las ganancias.
“Mis hijos siempre han estado ahí y lo que se ha desarrollado en este tiempo es una gran confianza. Todos saben dónde está el dinero”, dice.
Los avances  
Gracias a las ganancias de su trabajo, Secundino está construyendo varias casas para alquilarlas y comenzar a vivir de ese dinero. 
Tiene un garaje donde son guardados 18 autos. Ha comprado tres vehículos en los últimos 12 años, gracias a sus ganancias.
La escuela y ahora universidad de algunos de sus hijos han sido costeadas con las ganancias del negocio.
Solo empezó con una máquina de sacar los hilos, ahora adquirió la de arreglar los palos de los suapes, la cual costó RD$60,000, y otras máquinas pequeñas que complementan el negocio. 
“Yo siempre voy para adelante, aunque sea un chin. Yo solo llegué a un cuarto curso, pero mis hijos han estudiado y me ayudan bastante. Mi mayor satisfacción es que tengo a dos de mis hijos que ya casi son profesionales. Esa es una riqueza para mí”, expresa. 
Asegura que va a alcanzar otras metas, porque le gusta trabajar, siendo su visión principal la de construir muchas casas para alquilarlas.
Hace cinco años dejó su trabajo como operador y solo vive de las ganancias de su negocio.
Dijo que Banca Solidaria los acogió y los formalizó como empresa, dándoles a partir de ese momento la oportunidad de poder venderles sus mercancías a grandes supermercados del país.
Asegura que su familia lo ha apoyado en todo, aunque a veces hay algunas críticas.
“A veces me apoyan y en otras ocasiones no, pero imagínate, no podemos estar de acuerdo en todo siempre. Pero la mayoría de las veces hay más respaldo que contradiciones”, dice.
En el segundo nivel hay un depósito donde tiene más mercancía.
Recomendación 
La principal recomendación de Secundino a los pequeños empresarios es que sean serios.
En una de las pareces de su negocio tiene su “calendario de deudas”. Ahí plasma la fecha en la que debe pagar cada préstamo que tiene.
Si le toca pagar el día 15, escribe que es el día 13, para estar preparado dos días antes y que no se presenten imprevistos.
“A Dios le doy las gracias de que en estos 12 años mi teléfono nunca ha sonado para cobrarme o hacerme un reclamo. Cuando ese teléfono suena es que esos bancos quieren ofrecerme más dinero”, asegura.

Publicar un comentario

0 Comentarios