Si hablamos de inventos españoles, la mayoría piensa en los grandes, como el autogiro de Juan de la Cierva, el submarino de Isaac Peral o la síntesis del ARN por Severo Ochoa. Sin embargo, hay otros inventos menos conocidos pero igualmente importantes. Estos son algunos de ellos.
El chocolate caliente
Entre los cientos de aportaciones españolas al mundo de la gastronomía hay una que suele pasar desapercibida a muchos. Se trata nada menos que del chocolate caliente o chocolate a la taza. La popular bebida dulce y espesa a base de cacao no es un invento belga ni suizo ni estadounidense, sino español. Los antiguos mayas bebían chocolate, sí, pero se trataba de un brebaje amargo que se tomaba frío y aderezado con especias picantes como el Chile. A los conquistadores españoles la mezcla no les gustó mucho, así que cocinaron el cacao en caliente con caña de azúcar. Se cree que el primer chocolate a la taza se cocinó en el Monasterio de Piedra de Zaragoza. No tardó en hacerse popular en la corte y en el resto del país.
La jeringuilla desechable
La jeringa con aguja hipodérmica la inventó un médico de Edimburgo llamado Alexander Wood en 1853. Ese mismo año, el médico francés Charles Gabriel Pravaz perfeccionaba el invento añadiendo un pistón. La omnipresente jeringuilla desechable de dos piezas la inventó el español Manuel Jalón Corominas ya bien entrado el siglo XX.
El libro electrónico
La tinta electrónica no se conocía en 1949, pero eso no impidió que la maestra e inventora leonesa Ángela Ruiz Robles inventara lo que hoy se considera el precursor del libro electrónico. Ella lo llamaba enciclopedia mecánica y llegó a supervisar personalmente la construcción de un prototipo que hoy se conserva en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de La Coruña.
La silla de ruedas
La idea de transportar a personas con problemas de movilidad en carros es tan vieja como el mundo. Las primeras imágenes de esta idea datan de una tablilla de pizarra labrada en china en algún momento del siglo VI antes de Cristo. Sin embargo, la primera silla de ruedas concebida y fabricada con el único propósito de transportar a una persona con minusvalía se fabricó en España en 1595. Se creó para facilitar la vida al Rey Felipe II, aquejado de gota.
La grapadora
La primera grapadora de la historia se remonta al siglo XVIII. Se fabricó en el País Vasco a petición del Rey Luis XVII de Francia. Ya en el siglo XX, la abundancia de documentos en papel dieron pie a varias patentes que desembocaron en el archiconocido modelo actual.
El teleférico
A los estadounidenses les gusta pensar que el primer tranvía aéreo (Aerial Tramway) o teleférico del mundo es el que construyeron sobre las cataratas del niágara en 1913, pero lo cierto es que ya existía otro antes en San Sebastian. Se construyó en 1907 y permitía a la aristocracia donostiarra subir sin esfuerzo al monte Ulía. Ambos son obra de la misma persona: el inventor, ingeniero y matemático cántabro Leonardo Torres Quevedo.
El Chupa-chups
Chupa-Chups es una marca registrada de caramelos con palito. Su fundador, el barcelonés Enric Bernat, fue también el inventor del concepto en 1958. Hoy en día Chupa-chups fabrica 12 millones de sus emblemáticos caramelos al día. Originalmente se llamaban solo “Chups”, pero el público los comenzó a llamar Chupa-Chups tras ver un slogan que rezaba así. El logotipo que se sigue usando hoy lo creó en 1968 el mismísimo Salvador Dalí.
El Cóctel Molotov
Este invento en concreto es algo que esperamos que no tengáis que usar todos los días, pero su historia sigue resultando fascinante. El cóctel Molotov se inventó en España como arma antitanque improvisada durante la guerra civil (1936). El nombre vino después, y no se lo puso ningún ruso, sino los soldados finlandeses que luchaban contra Rusia en la Guerra de Invierno (1940-1941). El nombre era una referencia insultante hacia el ministro de exteriores ruso Vyacheslav Molotov.
La fregona
En 1958, el ingeniero aeronáutico Manuel Jalón Corominas (a quién ya le debemos la jeringuilla desechable) fundó una compañía llamada Rodex para comercializar su invento: la fregona. De ahí saltó a todo el mundo. Hasta entonces, el suelo se fregaba de rodillas y con un trapo húmedo. La invención de Jalón mejoró la calidad de vida de millones de personas, literalmente. Para 1989 había vendido ya más de 60 millones de fregonas en todo el mundo.
El futbolín
Parece que en España somos especialmente dados a ponerles palos a las cosas. Además del Chupa-chups y la fregona hay un tercer invento que ensarta cosas con palos. Se trata del futbolín (Foosball en el mundo anglosajón). A día de hoy no se sabe con certeza qué patente de este juego fue la primera, pero en general se atribuye su invención al poeta e inventor gallego Alejandro Campos Ramírez, a veces conocido por el pseudónimo de Alejandro Finisterre. Un amigo suyo carpintero fabricó el primer prototipo, pero no logró comercializarlo.
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