
Su partida física enluta al sistema de salud dominicano y deja un vacío difícil de llenar para todos aquellos que encontraron en él un médico excepcional y un ser humano extraordinario.
La información fue confirmada por su hijo Omar Reynoso, quien comunicó que los restos del prestigioso galeno serán velados en la funeraria La Mercedes, donde familiares, colegas, pacientes y la comunidad en general podrán rendirle un último y merecido adiós.
Durante décadas, el doctor Reynoso Jiménez prestó servicios en diversos centros de salud, entre ellos el Hospital San Vicente de Paúl, el Centro Médico Nacional, y otros reconocidos establecimientos médicos donde dejó una huella imborrable.
Su nombre se convirtió en sinónimo de respeto, entrega, profesionalismo y humanidad.
Como especialista en ginecología, cientos de mujeres depositaron en él su confianza, recibiendo siempre un trato cálido, cercano y profundamente humano.
Su consulta era más que un espacio médico: era un lugar donde sus pacientes encontraban comprensión, apoyo y orientación.
Muchos lo recuerdan hoy como un médico que no solo curaba cuerpos, sino también almas.
Su entrega, su dedicación sin descanso y su vocación de servicio trascendieron más allá de los centros de salud. Incluso después de retirarse del ejercicio clínico, el doctor Reynoso Jiménez continuó aportando al país a través de la escritura de obras literarias relacionadas con la medicina, así como artículos sociales que reflejaban su permanente preocupación por el bienestar colectivo.
Estaba unido en matrimonio a la señora Suleyka Hernández, su compañera de vida, apoyo incondicional y testigo de su incansable compromiso con la labor médica.
Asimismo, ejerció como asistente honorífico de la Oficina de Gestión Senatorial de la provincia Duarte, donde también dejó plasmados su rigor, responsabilidad y espíritu de servicio.
Hoy, la medicina dominicana pierde a uno de sus grandes.
Un profesional noble, dedicado, sensible y profundamente humano.
Un hombre cuya vida estuvo guiada por el deseo genuino de servir.
San Francisco de Macorís despide con dolor a un hijo querido, a un médico ejemplar y a un ciudadano comprometido con su comunidad.
Paz eterna a su alma.
Via-
Narciso Acevedo
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