
Lula tomó un vuelo de 25 horas desde Pekín, donde se encontraba por un foro de la Celac con China, y llegó a las 14:00 hora local al Palacio Legislativo de Uruguay, donde se realizaba el velatorio del exmandatario.
"Salgo de aquí con mucha tristeza porque en los últimos 15 días tuvimos dos pérdidas irreparables: el papa Francisco, que era un ser humano muy, muy, muy especial, con una concepción humana muy grande, con una generosidad por encima del promedio de la humanidad, y ahora el Pepe Mujica lo acompaña", dijo el presidente de Brasil en una declaración a la prensa antes de retirarse de funeral.
"Espero que los dos juntos, en donde estén en el cielo, no dejen de mirarnos y puedan bendecirnos, para que la humanidad sea mejor. Para que la humanidad sea más fraterna, para que la humanidad sea más generosa, y que la política pueda ser hecha de forma más digna, más respetuosa y más solidaria".

Lula da Silva asistió al velatorio junto con su esposa, Janja, y estuvieron 45 minutos acompañando a la esposa de Mujica, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, y al actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi.
"Lo que es gratificante para nosotros, los seres humanos, es que una persona como Pepe Mujica no muere. Se fue su cuerpo de acá, pero las ideas que Pepe Mujica plantó en todos estos años" quedan, afirmó Lula.
El presidente de Brasil destacó "la generosidad de un hombre que pasó 14 años en la cárcel y que consiguió salir a la libertad sin ningún odio a las personas que lo encarcelaron, a las personas que lo torturaron".
"Ese es un regalo de Dios, que solo es concedido a seres humanos superiores".

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