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Nuevas huellas humanas fósiles sugieren que los seres humanos llegaron a Norteamérica mucho antes


Nuevas evidencias publicadas esta semana no solo cambian la historia del ser humano en el suroeste de América del Norte, Además sugieren que hubo personas viviendo allí durante al menos 2.000 años. Es una revelación sorprendente que indica que había seres humanos en las zonas cálidas por debajo de las capas de hielo que cubrían gran parte de América del Norte y el mundo en aquel momento. De confirmarse, la evidencia podría cambiar nuestra comprensión de cuándo llegaron aquellas personas al continente, a dónde migraron, cómo impactaron el ecosistema, y cómo respondieron al cambio climático.

El Parque Nacional White Sands en Nuevo México es conocido por sus hermosas dunas de yeso blanco y por su gran cantidad de huellas fósiles. Se han realizado muchos descubrimientos emocionantes allí en los últimos años, pero esta es la primera vez que los investigadores cavan una zanja en el suelo para estudiar qué hay debajo. Un nuevo artículo, publicado en Science, sugiere que hubo gente viviendo allí hace aproximadamente 23.000 años. Eso es 10.000 años antes de las fechas aceptadas de ocupación humana en el continente de América del Norte.

Debajo de las capas de sedimento, los investigadores descubrieron una serie de huellas que atribuyen, por el tamaño, a adolescentes y niños. Solo unas pocas huellas parecen tener las dimensiones de un pie de adulto. Ninguna de las impresiones indica que se estuvieran moviendo excepcionalmente rápido o particularmente lento. Los autores proponen que, si se parecieran en algo a algunas sociedades actuales, los adolescentes podrían haber estado haciendo tareas domésticas con los niños más pequeños a cuestas, jugando a su alrededor. En algunas capas, hay huellas de paquidermo y una de lobo. En comparación con otras pistas estudiadas en el sitio, estas son notablemente anodinas, ya que representan la vida aparentemente ordinaria hace miles de años.


Tratar de fechar la presencia humana siempre es motivo de controversia. Desde los propios métodos de datación hasta los artefactos asociados con un sitio. Hay muchas razones por las que otros científicos pueden debatir una nueva investigación, pero los autores involucrados en este artículo creen que sus conclusiones son sólidas, particularmente porque ocho capas de huellas indudablemente humanas en el sedimento son difíciles de rebatir. Múltiples evidencias apoyan las fechas, la más significativa de las cuales proviene de semillas antiguas.

La trinchera reveló capas de semillas, pequeños y delicados restos de la hierba acuática, Ruppia cirrhosa, todavía adheridas a sus tallos, e incluso una huella en la que están incrustadas las semillas de la hierba triturada, lo que ofrece más evidencia de que las plantas y los humanos que dejaron esas huellas eran contemporáneos.

Las semillas tienen formas específicas de moverse a través del suelo. Pueden moverse hacia arriba o hacia abajo, dependiendo de una serie de factores ambientales. Por esa razón, solo algunas semillas aquí y allá pueden no ser una forma confiable de determinar la edad de una capa de sedimento. Los racimos de semillas, sin embargo, son una historia diferente. En el caso de esta planta específica es especialmente importante porque separar el delicado tallo de la pequeña semilla no requiere mucho esfuerzo. El hecho de que se encontraran en gran parte adheridos significa que no se movieron de su sitio. En otars palabras, que el equipo podía fechar por radiocarbono estas semillas sabiendo que pertenecieron a la capa de sedimento en la que fueron encontradas y no a otra.

Imagen para el artículo titulado Nuevas huellas humanas fósiles sugieren que los seres humanos llegaron a Norteamérica mucho antes
Foto: National Park Service, USGS, and Bournemouth University

Saber que no se movieron a través de capas de sedimento era solo un paso importante. Asegurarse de que las fechas fueran correctas era otro. Las plantas acuáticas son conocidas por producir edades significativamente mayores de lo que realmente pueden ser cuando se las somete a datación por radioisótopos. Esto se debe al carbono del agua que ingieren las plantas. Las profundidades de los grandes lagos, por ejemplo, tienden a tener carbono más antiguo porque no hay mucho intercambio con la atmósfera circundante. Es un fenómeno conocido como el efecto de agua dura o de reservorio, y algo muy familiar para Kathleen Springer y Jeff Pigati, coautores del estudio y geólogos de la Sociedad Geológica de los Estados Unidos (USGS).

Debido a que estas huellas indican que los pueblos antiguos caminaban al borde de un lago, donde el agua tendría una interacción constante con la atmósfera, y debido a que no hubo grandes saltos en las edades a lo largo del sedimento, se cree que no hubo una influencia significativa de ese efecto del agua en estas fechas. El equipo utilizó otros métodos para determinar la edad de las huellas, pero las semillas fueron fundamentales.


“Cuando nos dimos cuenta de las fechas”, explica Springer en una entrevista en video, “ simplemente pensamos, ¡Wow!, algo está sucediendo aquí! Se puede ver hasta el cambio en la sedimentación donde se iba volviendo más seco en las capas que contenían las huellas. Claramente, la gente caminaba, y no caminaban dentro del agua. Lo hacían por donde había retrocedido el agua en la orilla del lago”.

Springer y Pigati inicialmente recomendaron cavar una zanja, ya que era “la única forma”, explicó Springer. “en la que podíamos encontrar material datable arriba y abajo que nos permitiera datar las huellas”. Los dos geólogos son expertos en descifrar las respuestas de los ecosistemas a los eventos climáticos en el suroeste de los EE. UU. Lo que vieron en la trinchera apuntaba a un calentamiento climático repentino, lo suficiente como para impactar en el lago local.

“Cuando tuvo lugar el calentamiento”, dijo Pigati durante la entrevista, “el nivel del lago bajó y expuso una gran franja plana sobre la que la gente podía caminar. Eso es lo que permitió que las huellas llegaran allí en primer lugar. Toda esta historia está impulsada por el cambio climático. Lo que realmente nos emocionó fue darnos cuenta de que había una marca climática muy fuerte en esta secuencia, así como la perspectiva de investigar las señales climáticas en trabajos futuros por toda la cuenca”.

Encontrar el lugar óptimo para cavar la zanja fue responsabilidad del coautor e investigador científico de la Universidad de Cornell, Tommy Urban, quien realizó una búsqueda utilizando un radar de penetración terrestre. “Habíamos testeado docenas de áreas”, explicó en un correo electrónico. “Estelugar parecía estar claramente estratificado y por tanto con potencialmente múltiples capas de impresiones. Eso mejora las probabilidades de obtener una secuencia de fechas”.

Lo que más le sorprendió no fue solo la antigüedad de la ocupación humana, sino los 2.000 años que estuvieron allí. “Significa que la gente estuvo usando este área durante mucho tiempo, y miles de años antes de la fecha en la que pensábamos que los humanos estaban presentes en el continente. Sin embargo, siempre habíamos considerado la posibilidad”.

La evolución humana es de particular interés para Sally Reynolds, coautora, académica experta en paleoecología de homínidos en la Universidad de Bournemouth y directora del Instituto de Estudios del Paisaje y la Evolución Humana. En una entrevista en video, expresó su fascinación por cómo los humanos evolucionaron de tan humildes comienzos a tan formidables depredadores. “Realmente es un logro asombroso”, reflexionó, “si piensas que no tenemos dientes fuertes, ni podemos correr rápido, ni tenemos manera alguna de camuflarnos de forma natural”.



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