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La pandemia y los jóvenes: sueños, anhelos, incertidumbres

 

Están en la edad en la que deberían despegar en la vida. Tomar el destino en sus manos, acabar la escuela, ir a la universidad, aprender un oficio. En cambio, las perspectivas de muchos jóvenes quedaron en vía muerta. Karl, 17 años, vive en una localidad de Brandeburgo: Wriezen. Tenía ya las maletas hechas para ir a una escuela en Canadá. Cuatro días antes de partir, la pandemia de Covid-19 obliga a suspender su vuelo.

En lugar de entablar nuevas amistades y esquiar en las Montañas Rocosas, intenta aprovechar lo mejor posible la escuela virtual para sacar buenas notas en el último año de bachillerato. Le ayudan el deporte y la esperanza de que pronto se reabrirán el colegio y la cancha de fútbol.
La universitaria Friederike, por su parte, estudia segundo año de medicina en Leipzig. Durante el primer curso, tuvo tiempo para explorar la ciudad, montar fiestas en su apartamento compartido y estudiar con compañeros y compañeras. Y en eso llegó corona. Ahora vive en una vivienda pequeña en la periferia y pasa las horas ante la computadora.

Sabía que estudiar medicina la condenaba a prolongadas fases de intenso aprendizaje. Pero, nunca se hubiera imaginado que su vida se redujera durante meses a estudiar, comer y dormir.

Ni cine, ni bares, y el novio inalcanzable en la vecina Erlangen. Su tabla de salvación: Freya, una perra del asilo de animales. Freya obliga a Friederike a salir tres veces al día a la calle, donde ha entablado nuevos contactos: un grupo de mujeres mayores - con perro.
Y también está Alena, 19 años. Ella y otros cuatro compañeros aprenden un oficio de hostelería en el hotel Bokel-Mühle, una empresa familiar cercana a Hamburgo.

Con la formación cumplía un sueño al que asociaba, también, grandes proyectos. Pero, la pandemia eclipsó sus planes. Todo quedó en vía muerta. No hay huéspedes; y sin ellos, tampoco hay formación ni trabajo. A Alena le encanta el contacto con la gente. Ahora, hace camas en las que nadie duerme y prepara mesas en las que nadie come. El reportaje acompaña a Alena, Karl y Friederike en su día a día, nos acerca sus sueños, anhelos y preocupaciones y nos muestra cómo logran, a pesar de todo, no perder la esperanza. 

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