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Radiografía de un engaño

“El comportamiento electoral individual se basa en predisposiciones estables de votos, afirmadas en el largo plazo, sobre la base de las cuales se concretizará la decisión, salvo que actúen sobre el individuo circunstancias particulares en el momento.”
6:10 PM, domingo 6 de octubre, los dominicanos veíamos como al computar el 82.07% de las mesas electorales, equivalentes a 6,050 de un total de 7,372, Leonel Fernández llevaba una relativa cómoda ventaja de 11,073 votos, superando a su adversario Gonzalo Castillo por 0.79%. 675,711 votos de Leonel frente a 664,638 de Gonzalo. Todo parecía indicar que los esfuerzos conjuntos del gobierno, la cúpula del PLD, la mayoría de senadores, diputados y alcaldes se había quedado en el camino, ya que desde el más simple al más complejo de los análisis de tendencias podría fácilmente predecir el final. 1,399,927 votos computados, o lo que es lo mismo decir, 74.79% de los 1,871,750 que obtuvieron, en conjunto, todos los candidatos peledeistas, incluyendo por supuesto, al novel “Ninguno”. En las 10 provincias del Sur largo, o sea, desde San Cristóbal hasta la frontera, se habían computado 806 mesas (60.19%), restando solo 533 y en el resto del país el cómputo marcaba el 86.92%, o sea 5,244 mesas electorales. Sin ninguna duda, los resultados finales dejarían sin argumentos al propio Adolphe Quetelet (1796-1874), padre de la estadística moderna.
6:22 PM, solo doce minutos más se necesitaron para disparar las alarmas, se suman 232 nuevas mesas al cómputo en proceso, 44 de estas mesas ubicadas en el Sur y 188 en el resto del país, todas ellas adicionan 65,856 nuevos votos, Leonel Fernández comienza a ceder terreno, 30,988 votos para él, 33,715 para su rival y 1,153 para Ninguno y demás candidatos. La distancia se acorta a solo 8,346 votos, Leonel pierde 2,727 votos de ventaja, equivalentes a 12 votos promedios por cada nueva mesa computada. En este tramo, los resultados fueron 51.20% para Gonzalo, 47.05% para Leonel y tan solo 1.75% para el resto de los candidatos. A pesar de que a esa hora ya teníamos computados y publicadas 6,282 mesas electorales (85.09%) y 1,465,783 votos peledeistas (78.31%), absolutamente nadie podía imaginarse que, en 1,092 mesas faltantes, 489 en el Sur y 601 en el resto del país, podría producirse una disrupción que retara los fundamentos de las ciencias estadísticas, las cuales se basan, en la extraordinaria regularidad con que se producen los fenómenos sociales.
6:58 PM, el “milagro” ocurrió, todos atónitos vimos al computarse 482 mesas adicionales, solo 10 del Sur y 472 del resto del país, como aquella “cómoda ventaja” se esfumaba, 159,613 votos se sumaban al escrutinio, de los cuales 72,354 iban a las arcas de Leonel, 80,759 a las de Gonzalo y 6,500 a “Ninguno y los demás muchachos”, se habían perdido 8,405 votos de ventaja y, en ese momento, aunque no lo sabíamos con certeza, el León estaba herido de muerte, en los cómputos de la JCE, tenía 59 votos por debajo y lo que es peor, un “cambio” significativo de tendencia. Leonel había perdido 17 votos en promedio por cada nueva mesa computada. “El destino” lo decidiría el restante 8.25% de las mesas por computar, 479 en el sur y tan solo 129 en el resto del país. A esa hora, quedaban muy pocas uñas en las manos de los ingenuos votantes dominicanos.
Las huestes de Gonzalo estallaron en júbilo, “esto lo ganamos”, ¡el plan está saliendo a la perfección! El Sur con sus 10 provincias, con tan solo representar el 18.16% de las mesas electorales y el 17.54% de los votantes a nivel nacional, su comportamiento fue muy distinto y sumamente estridente, por decirlo de una manera elegante, al resto del país. En el Sur, votaron 508,478 personas, incluyendo los del PRM, de 1,301,850 inscritos, el 39.06%, a contraposición del 28.32% de concurrencia en el resto del país, siendo el promedio de votantes por mesas de 380, comparado con 288 para el resto del país. A excepción de la provincia Peravia, que se comportó muy parecido a la media nacional con 28.06% de concurrencia y 292 votantes promedio por mesas, el resto de las provincias deja muchas interrogantes: ¿Cómo explicar desde el punto de vista estadístico los siguientes casos?: En Elías Piña concurrió el 50.70% de los inscritos y el promedio de votos por mesas fue de 359, en Pedernales acudió a las urnas el 48.59% de los inscritos y promedió 520 votos por mesas, en San Juan acudió el 44.29%, votando 396 personas en promedio por cada mesa electoral, en Independencia fue mejor, 53.53% de concurrencia y 485 votantes promedio por mesa, San Cristóbal registró la presencia del 33.37% de los inscritos y sufragaron 359 votantes promedio por mesas, San José de Ocoa acudió el 41.23%, votando 342 personas en promedio por cada mesa, Azua acudió el 43.61%, con 415 votantes promedio por mesa, Bahoruco registró un 44.45% de presencia con 396 votos por mesas, y por último, Barahona el hogar de Gonzalo Castillo, acudió el 43.11%, votando en promedio 426 personas por cada mesa de primarias. Solo para tener una idea, 350 votantes requerirán más de 21 horas para completar el proceso de votación, si agotasen ininterrumpidamente su derecho al voto cada 3 minutos y 30 segundos. Sin lugar a dudas, descubrimos una nueva geografía electoral.
1:39 AM, madrugada del lunes 7, culminaba el proceso de cómputo de las 7,372 mesas, con unos resultados de la siguiente manera: Gonzalo Castillo, 911,923 votos para un 48.72%, Leonel Fernández, 885,923 votos para un 47.29%, y los otros candidatos, incluyendo la casilla de Ninguno 74,594 votos para un 3.99%. Para llegar a estos resultados a partir del “empate técnico” de las 6:58 PM del domingo 6 de octubre, se computaron adicionalmente 246,354 votos morados, de los cuales Gonzalo Castillo obtuvo el 53.91%, o sea, 132,811, Leonel Fernández logró 106,180, equivalentes a 43.10% y a los Otros 7,363, significándole un 2.99%. La diferencia fue de 26,690 votos, equivalentes a perder 44 votos en promedio por cada nueva mesa electoral que se adicionaba al cómputo. ¿Liderazgo o manipulación? O simplemente, ¿activaron el mecanismo del plan B?
Pueden las ciencias estadísticas sobre muestreo, tendencias, series temporales, las políticas, sociales o ciencias de cualquier índole explicar este claro cambio de comportamiento del electorado en el último tramo del cómputo? Claramente la respuesta es no. Solo puede ser explicado por la presencia de una “mano milagrosa” que se accionó para distorsionar el resultado final. Mayor cantidad de votos de lo que era posible en muchas mesas, compra de votos descaradamente, escaneo de código QR de cédulas ¿Quién sabe para qué? votar remoto o suplantar identidad? extensión sin límites del horario de votación, inicio de transmisión de resultados con la mitad de las mesas en pleno proceso de votación, el efecto Jaquimeyes (votaron 835 en una mesa), las pantallas manipuladas, y obviamente, el siempre mencionado y famosísimo Sr. Algoritmo. Todos ellos, son algunos de los justificativos que se esgrimen para explicar lo ocurrido. En fin, fullerías de todo tipo, quizás fraude de alta tecnología, mezclado con las ya bien conocidas y eficaces malas prácticas de antaño. Un golpe artero a la democracia.
* El autor es economista, miembro de ACCION CIUDADANA, movimiento político, con visión social, que defiende los mejores intereses del pueblo dominicano.

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