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Acusan a las influencers de belleza de cobrar hasta $85.000 por una review negativa de la competencia

Están las aguas revueltas en el mundo de las influencers. Concretamente, en el de las influencers de belleza estadounidenses, las mujeres que prueban productos de maquillaje, cuentan su experiencia en YouTube o en Instagram e influyen en la decisión de compra de miles de personas.
Todo empezó hace un par de días con un vídeo de Marlena Stell titulado “Mi verdad sobre la comunidad de belleza”. Además de influencer de belleza, Stell es la fundadora de Makeup Geek, una marca de maquillaje conocida por comercializar productos libres de crueldad animal.
En el vídeo, una Stell honesta y conciliadora explica que su empresa ha dejado de hacer campañas de publicidad con las influencers más populares porque ya no puede permitírselo. “No tenemos 60.000 dólares para pagarle a alguien por un vídeo, y esas son las tarifas que nos están enviando”, dice.


“Sé lo que es pasar tanto tiempo grabando un vídeo, editándolo, exponiéndote a ti misma ahí fuera y pagando el peaje emocional que es que la gente te juzgue y te critique todo el tiempo”, añade. “Es duro, es difícil ser una influencer. Pero hay una diferencia entre ganarte la vida por ti misma y sentirte con el derecho de cobrar tanto dinero”.
Según Stell, las grandes influencers del mundo del maquillaje le piden hasta 60.000 dólares por un vídeo en YouTube y 20.000 dólares por un post en Instagram en el que aparezca su marca. Cuando les dice que no puede permitírselo porque su empresa es aún pequeña, algunas contestan que no van a usar más sus productos o que van a hablar mal de ellos en las redes.
El vídeo (que concluye con la decisión de Stell de apoyar a las influencers menos conocidas y, por tanto, más baratas) tuvo una buena acogida en el mundillo... hasta que llegó este señor. Kevin James Bennett es un exitoso maquillador de Nueva York que, como puede verse en su foto de perfil, ha ganado un Emmy. En un post de Instagram publicado ayer decidió agradecer a Stell “el valor de publicar un vídeo exponiendo lo que está pasando entre bastidores en la industria cosmética”, pero añadió algunos datos que han levantado ampollas entre las grandes influencers:
Yo mismo intenté arrojar luz sobre el comportamiento mafioso de las influencers de belleza de alto nivel y su gestión, pero me acusaron de celos y me llamaron mentiroso y hater. Esto es un hecho:
Una marca para la que hice de consultor me pidió que investigara la posibilidad de trabajar con una influencer de belleza de alto nivel. La gente que llevaba a esta influencer me ofreció las siguientes opciones:
1) $25K - mención del producto en una review de varias marcas.
2) $50K-$60K - review dedicada del producto (precio determinado por la duración del video).
3) $75K-$85K - review negativa del producto de un competidor (precio determinado por la duración del video).
4) Un mínimo del 10% de las ganancias para un enlace de afiliado o código a publicar en Instagram y YouTube.
Sí, la opción n° 3 es verídica: un vídeo para dañar el negocio de la competencia. Ya dije que se comportan como una mafia.
Hablar mal de un producto para dañar una marca a cambio de dinero es poco ético. Pero hacerlo sin etiquetar el vídeo como un anuncio es ilegal, así que muchas (y muchos) influencers de belleza han puesto el grito en el cielo. “Nunca he oído que esto ocurra y piensa lo que quieras, pero la mayoría de nosotros avisamos de los patrocinios. No puedo esperar para hablaros sobre personas como el hombre que publicó esto en un vídeo muy pronto”, tuiteó James Charles, que tiene 7,7 millones de suscriptores en YouTube.
“Nunca he oído hablar de esto y las influencers hablamos entre nosotras”, añadió Nicol Concilo, seguida por 1,3 millones de personas en Instagram. “Probablemente sea mentira”, dijo Chloe Morello, con 2,5 millones de suscriptores en YouTube. “Ese tipo odia a las influencers, llevo en YouTube desde 2008 y nunca he oído que nadie haga esto”. ¿Caso cerrado?
No tan rápido. Hoy Pretty Pastel Please, una influencer de belleza con 180.000 suscriptores en YouTube, ha aportado el punto de vista insider que faltaba en esta historia. En un vídeo de 40 minutos, la australiana asegura que ella misma ha sido testigo de cómo las marcas buscan a las influencers para crear vídeos negativos sobre su competencia, y pone un ejemplo real:
Una marca publica una campaña en una plataforma de influencers diciendo: “Estamos buscando influencers para que hablen de nuestra brocha de maquillaje. Nuestro presupuesto es de 30.000 dólares. Queremos que la gente hable de nuestra brocha, pero queremos que la comparen con esta otra brocha [que es más cara]. Estamos dispuestos a pagar más si tú estás dispuesta a decir que nuestra brocha es mejor que la otra o que recomiendas nuestro producto por encima del otro”. Veo este tipo de campañas en todas partes, todo el tiempo. Las veo con sombras de ojos, con ropa [y con marcas nuevas dispuestas a gastar mucho dinero para darse a conocer].
En el vídeo, la australiana explica de una forma didáctica cómo funcionan las plataformas de influencers: páginas web que intermedian entre las marcas y las influencers vendiendo campañas de publicidad a granel. Pero también aclara que las influencers de mayor categoría tienen sus propios managers y suelen cerrar sus campañas de publicidad directamente con las marcas.

La conclusión de Pretty Pastel Please es que las transacciones de dinero a cambio de reviews negativas no solo existen, sino que ocurren a diario entre bastidores. Solo hacen falta una marca sin escrúpulos y una persona con muchos seguidores para cerrar el trato. Y, como muchas veces la marca y la influencerestán en países distintos, el delito ni siquiera se persigue.
Lo que intuyo yo es que ambas partes dicen la verdad. Las influencers honestas que se enfadan cuando las meten en el mismo saco que a las deshonestas, y los críticos que no ganan nada exponiendo estos trapos sucios. Lo único que podemos hacer nosotros, los espectadores, es dudar de lo que vemos en Internet y acudir a nuestras influencers de belleza de confianza.

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