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La infección persistente por el VPH también aumenta el riesgo de cáncer anal y genital


La presencia de una neoplasia cervical intraepitelial provocada por el VPH puede aumentar en hasta 17 veces el riesgo de padecer un cáncer vaginal.

La neoplasia cervical intraepitelial (CIN) es una enfermedad caracterizada por un crecimiento anómalo de las células del cérvix o cuello uterino. Una CIN que, asociada a la infección por el virus del papiloma humano (VPH), puede desembocar en el desarrollo de un cáncer de cérvix. De hecho, y cuanto mayor es el grado de esta CIN –es decir, grado 3–, mayor es asimismo la posibilidad de acabar desarrollando un tumor en el cuello uterino. Sin embargo, la relación entre la CIN –o lo que es lo mismo, entre el VPH– y el cáncer no acaba aquí. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Universitario de Copenhague(Dinamarca), la CIN de grado 3 (CIN-3) e, incluso, de grado 2 (CIN-2), aumentan, y mucho, el riesgo de acabar desarrollando un cáncer en el ano, en la vulva o en la vagina.
Como explica Susanne Krüger Kjær, directora de esta investigación publicada en la revista «Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention», «mientras la relación entre el VPH y el cáncer de cérvix es bien conocida, nuestros resultados añaden a los cánceres de ano y genitales a la lista de las potenciales consecuencias a largo plazo de la infección por el VPH y podrían suponer un nuevo apoyo para la vacunación frente al virus».
No en vano, indica la investigadora, «la vacuna frente al VPH es profiláctica, y si podemos prevenir ya desde el primer momento la infección por el virus, entonces podremos prevenir algunas de estas enfermedades resultantes de la infección persistente».

Mayor riesgo de cáncer

Para llevar a cabo el estudio, los autores analizaron los historiales médicos de 2,8 millones de mujeres residentes en Dinamarca entre los años 1978 y 2012, algunas de las cuales fueron seguidas a lo largo de estos 34 años, con el objetivo de establecer una posible relación entre la CIN y el cáncer anal, de vulva y vaginal. Concretamente, el número de participantes en el estudio con CIN-3 se estableció en torno a 104.000, mientras que cerca de 52.000 mujeres tenían CIN-2.
Los resultados mostraron que, frente a aquellas mujeres sin historial de la enfermedad, las participantes con CIN-3 tenían un riesgo 4,2 veces superior de desarrollar cáncer de ano, una probabilidad 4 veces mayor de padecer cáncer de vulva, y un riesgo hasta 17 veces superior de desarrollar cáncer vaginal.
Los cánceres de ano y genitales se añaden a la lista de potenciales consecuencias a largo plazo de la infección por el VPHSusanne Krüger Kjær
Como apunta Susanne Krüger Kjær, «el riesgo de cáncer anal, de vulva y vaginal fue mayor durante el primer año tras el diagnóstico de CIN-3. Sin embargo, este riesgo tumoral incrementado persistió incluso cuando excluimos los casos diagnosticados en el primer año». No en vano, el riesgo de desarrollar el tumor persiste incluso a los 20 años de la infección por el VPH.
Sin embargo, la relación entre la CIN y los tumores del ano y genitales no acabó ahí. De hecho, las mujeres con CIN-2 –infección de menor grado y menos persistente que la CIN-3– mostraron un riesgo 2,9 veces superior de desarrollar cáncer de ano, una probabilidad 2,5 veces mayor de padecer cáncer de vulva, y un riesgo 8,1 veces superior de desarrollar cáncer vaginal.

Solo si VPH

En definitiva, el estudio constata la existencia de una relación entre el CIN –o lo que sería lo mismo, la infección persistente por el VPH– y el cáncer de ano, de vulva y genital. De hecho, los autores también evaluaron la existencia de una posible asociación entre el CIN y un cáncer no relacionado con el VPH –concretamente, el cáncer colorrectal–. Y evidentemente, no se observó que la presencia de CIN supusiera un mayor riesgo de desarrollar el tumor.
Como concluye Susanne Krüger Kjær, «habíamos pensado que, quizás, las mujeres con CIN-3 son las que acaban siendo atendidas por los médicos y, en consecuencia, son examinadas más concienzudamente, lo que explica que sean diagnosticadas de otros tipos de cáncer. Pero este riesgo persiste a lo largo de muchos años y, además, nuestros resultados no pueden ser explicados por un sesgo epidemiológico».
De hecho, los autores consideran muy posible que muchas mujeres con CIN-3 del estudio no hubieran sido diagnosticadas de la enfermedad, lo que supondría que el riesgo de cáncer anal o genital fuera incluso mayor.

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