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¿Qué nos preocupa a los hombres?

Estar preocupado es ocuparse de algo que todavía no ha ocurrido, que puede o no acontecer en el futuro; es adelantarse a acontecimientos que tal vez no ocurran. Este estado origina ansiedad, miedo a lo desconocido y al futuro. En este estado de turbación, seguramente se verá afectada la salud física y emocional. El individuo que lo padece producirá un exceso de preocupaciones engendran profundo.
Cuando nuestro sistema se acostumbra a vivir en estado de permanente situación de peligro, pierde la capacidad de funcionar normalmente y se activa aunque la amenaza no sea real y no exista motivo de riesgo alguno inmediato, porque no puede reconocer las verdaderas señales de peligro. Ese es la verdadera dificultad.
Hay situaciones ante las cuales a los hombres nos corre un frío por la espalda. Nos sucede, por ejemplo, cuando nuestra pareja se transforma en nuestra madre. Para los psicólogos, es la figura materna aquella que puede quitarle la “masculinidad” a su hijo al tener cierto dominio y capacidad de mando sobre él. Entonces, esa pareja se convierte en niñera, la que regaña cuando llegamos tarde, la que nos arregla antes de salir, la que nos pregunta si nos lavamos los dientes y si nos acabamos toda la comida. Realmente esto, en cierto, sentido molesta a los hombres pues se interpreta como un cercenamiento de la virilidad.
Otro de los temores que asaltan a los hombres generalmente más jóvenes es perder la independencia y convertirse no únicamente en un marido diligente sino en una necesidad urgente y continua de la mujer amada. Por lo tanto, aflora el “fantasma” de las noches sin los amigos, las llegadas temprano o anticipadas a casa, los fines de semana en los que es imposible estar solo, la imposibilidad de disponer de dinero para satisfacer cualquier capricho, etc. “Realmente, no existe un real miedo al compromiso, sino una baja tolerancia a la frustración. Es decir, tenemos miedo a perder la independencia y la autonomía”, asegura Walter Riso, doctor en Psicología y autor del libro “Enamorados o esclavizados. Manifiesto de liberación afectiva”.
¿Qué pasa con nuestro ego cuando estamos sujetos a comparaciones?Es inevitable que la más mínima arrogancia masculina se vea afectada por las comparaciones. Si a ellas las llena de ira escucharnos recordar a alguna exnovia, soportar la competencia —ya sea este un antiguo compañero de trabajo o un amante que alguna vez le hizo ver estrellas—, será un golpe bajo a la autoestima y evidentemente a los testículos. Es preciso saber que los hombres buscamos la aprobación y admiración de nuestra mujer desde diversos aspectos y no nos es grato correr en inferioridad de condiciones.
Siempre ha existido la creencia de que las mujeres son las que más se preocupan por su imagen. Este ya es un mito que ha quedado desmentido a lo largo de los años: los hombres también se preocupan por su cuerpo y su estética, y cada vez más se desarrollan productos para el cuidado de la piel, el cabello, el cuerpo, etc. Queramos asumirlo o no, nos inquieta el paso del tiempo, el deterioro. Nos preocupa nuestra imagen exterior. De hecho, hay claras evidencias de que los hombres que habitualmente acuden a la consulta del cirujano plástico suelen tener entre 50 y 60 años y están separados. Su objetivo: aparentar ser más jóvenes para no deslucir junto a sus nuevas parejas. 
Algunas otras circunstancias perturban y siempre aparecen entre las preocupaciones de todo hombre: la posibilidad de no ganar eldinero suficiente, perder el trabajo debido a que el hombre siente que su obligación es mantener a él mismo y a su familia. Tampoco es menor el desasosiego que produce la sensación de no satisfacer a su pareja. Este temor está directamente involucrado con la autoestima. Y la eventualidad de una Infidelidad completa ese sucinto cuadro de fantasías que a los hombres nos lleva a enfrentar la percepción del miedo, la preocupación y la inseguridad.

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