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La tragedia del desperdicio de alimentos



Algo que llena de indignación si se piensa con sentido humano


SANTO DOMINGO. De acuerdo con las Naciones Unidas, el mundo entero malgasta 2.9 trillones de libras de comida al año y en ese mismo mundo, 800 millones de personas pasan hambre. Ambas cifras son tan impresionantes que no podemos ni imaginarlas. ¿Dónde va a parar toda esa comida? Agárrese, que esto es increíble...
En países en desarrollo, muchos alimentos cosechados se pierden a falta de adecuados sistemas de almacenamiento, carreteras en buenas condiciones y refrigeración deficiente. En contraste, en los países del primer mundo la comida se “pierde” en la cadena de distribución, o porque los mismos consumidores no saben qué hacer con los sobrantes: o los ignoran en la nevera o los tiran en la basura en perfecto estado de uso.
Pero hay otro problema: hay una cantidad inmensa de tierra aprovechable, agua, fertilizantes, manos de obra, que se utilizan en producir alimentos que nadie consumirá: más o menos 133 billones de libras de comida que no se vende, porque no “gusta”. En un planeta con recursos finitos y una población global en constante crecimiento, este desperdicio, a juicio de muchos, es obsceno.
Aunque este problema se ha debatido por años, en los últimos ha tomado un cariz de emergencia internacional. Y es que el tema, mínimamente, llama a debate. En las escuelas de los Estados Unidos se ha contabilizado que los estudiantes botan a la basura el 40% de sus almuerzos, lo que ha impulsado a una serie de medidas para impedir el desperdicio. En ese mismo orden, cadenas de restaurantes y cafeterías han puesto de su parte para cuantificar qué tanta comida que sus clientes ordenan no se consume. Esta información les ha servido para optimizar sus compras, modificar sus porciones y rehacer sus menús en base a la demanda real. Algunos han tomado la decisión de donar sus excedentes en buen estado a programas de caridad que alimentan gratuitamente a los pobres.
Para no creer...
¿Quiere leer algo increíble? Millones de libras de alimentos frescos (frutas, vegetales, hortalizas) se producen y no logran venderse porque no llenan los “estándares de belleza” que exigimos nosotros los consumidores: siempre preferiremos las papas más grandes, los pimientos más coloridos, los limones más redondos. ¿Se ha preguntado qué se hace con las frutas y vegetales que no “gustan”? Si no consiguen venta, se pierden...
¿Qué podemos hacer?
Ciertamente, gran parte del desperdicio comienza y termina con nosotros. Aquí van algunas ideas que comparten los expertos.
No pida más de lo que vaya a comer. Y si le sobra, pídalo para llevar y compártalo. En nuestro país es difícil caminar más de una cuadra sin encontrar alguien que agradecería muchísimo ese plato de comida.
Siempre que le sea posible, compre directamente a productores locales: no solo es más barato, también los apoya a dar salida a ciertos productos que no llenan los “estandares” de belleza, pero que son igualmente buenos y nutritivos. Y ya que estamos en eso, ¿qué tan bonita tiene que ser una batata para que usted la compre?
Establezca el día del “calentao” en su casa: son innumerables los platos que puede preparar con “chines” de otros días. Pero para hacer esto bien, debe aprender a guardar y conservar adecuadamente los alimentos sobrantes. A partir de ahí, la creatividad no tiene límites.
Compre en base a un menú planificado: ni más ni menos, lo que necesite.
Riegue la voz: comparta esta información y evite el desperdicio de alimentos. Comience en su casa y concientice a todo el que vive bajo su techo. Hable en su iglesia, en su junta de vecinos, en el colegio de sus hijos. Al final, los mismos beneficiados seremos nosotros.
himilcetejada@live.com

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