
La
mayoría de nosotros cerramos los ojos cuando besamos a alguien, sobre
todo cuando lo hacemos por primera vez, pero ¿sabes por qué?
Hay muchos motivos. Algunos alegan que es un acto reflejo, otros que lo hacen por timidez, para concentrarse y hacerlo mejor, porque así se disfruta más o simplemente, para no intimidar al otro.
Puede que algunos de estos razonamientos sea el verdadero, o todos ellos, como en los exámenes tipo test (¡los odio!). Desentrañemos la madeja de una vez por todas.
Antes
se pensaba que las personas cerraban los ojos mientras se besaban
porque no podían enfocar algo tan cercano como la cara de la otra
persona. Pero sabemos que no es cierto, mira esto…
Algunas
veces sí que abrimos los ojos al besarnos, es cuestión de querer
hacerlo, porque da morbo ver la cara del otro en ese momento, ¿o no? El
beso, de hecho, puede volverse mucho más intenso.
Pero sigamos con la explicación… no es cuestión de no poder enfocar la vista sino que, según un grupo de psicólogos de la Universidad Royal Holloway de Londres, el cerebro es incapaz de hacer frente a la combinación de los datos visuales y sensación táctil de los besos.
El cerebro hace que cierres los ojos de manera instintiva cuando alguien te va a besar. (Foto: Getty Images)
Es decir, que responder a un impulso visual exige cierta concentración, y al hacerlo, se reduce la capacidad de las personas para comprender la función táctil.
O
sea que a nuestro cerebro la cuesta trabajo procesar tal cantidad de
información procedente de dos sentidos distintos como la vista y el
tacto. Por eso solemos cerrar los ojos; al ‘cancelar’ uno de los dos sentidos la percepción del otro es mucho mejor.
Así
que… si abres los ojos (según este estudio) no vas a disfrutarlo igual.
O bien te concentras exclusivamente en el beso (con los ojos cerrados)
para que sea épico, y así podrás responderle mientras te dejas llevar
por todo lo demás: su mano en tu mejilla, las tuyas en su nuca, las
suyas recorriendo tu espalda, las tuyas bajando desde los pectorales a
la cinturilla de los pantalones… O bien los abres y te pierdes el resto.
¡Tú eliges!
Trasladado
a otros momentos vitales, esto podría explicar -por ejemplo- por qué no
sientes la vibración del móvil en tu bolsillo mientras estás buscando
la cara de un amigo entre la multitud.
Un
hallazgo que podría tener consecuencias más graves para los sistemas de
alerta táctiles que utilizan los conductores o pilotos, o para las
alarmas que algunos coches tienen para advertir a los conductores que
están pisando la raya continua y se van a salir de su carril.
Según cuentan las investigadoras en el Telegraph,
en ciertas ocasiones el cerebro del automovilista se siente
“desbordado” al tener que atender a lo que ocurre en la carretera (tarea
visual exigente) al tiempo que maneja los mandos del coche (función
táctil).
El estudio, que en realidad no implican la gente besándose, sugiere que para centrarse en las sensaciones y en sentido del tacto, la gente podría cerrar instintivamente sus ojos.
Las sensaciones placenteras son más intensas con los ojos cerrados. (Foto: Getty Images)
La misma idea se aplica a otras situaciones que involucran tocar, como la lectura en braille, bailar o hacer el amor. Cerramos los ojos para potenciar o maximizar lo que nuestro sentido del tacto percibe,
al igual que cuando besamos. Y lo hacemos todos, hombres y mujeres por
igual, ya que esta es la forma que tiene el cerebro de procesar la
información.
Para
demostrarlo, las doctoras Sandra Murphy y Polly Dalton pidieron a los
voluntarios que realizaran varias tareas visuales, de baja o alta
dificultad, mientras recibían leves toques o vibraciones en las manos.
Los resultados, publicados en Journal of Experimental Psychology, indicaron que la sensibilidad a los estímulos táctiles se reducía cuando llevaban a cabo la tarea de búsqueda visual más exigente.
Investigaciones anteriores habían confirmado que el aumento de las demandas de una tarea visual podría reducir la percepción de estímulos visuales y auditivos,
pero ahora este hallazgo se extiende al sentido del tacto. Algo
especialmente importante dado el creciente uso de la información táctil
en los sistemas de alerta.
Por
ejemplo, algunos coches ahora proporcionan alertas táctiles cuando se
desvía la trayectoria del coche, para evitar salirse de los carriles.
“Nuestra investigación sugiere que los conductores no podrán hacer caso de dichos sistemas si tienen que concentrarse en tareas exigentes visuales, tales como escoger la dirección que deben tomar en un cruce complicado”, concluye la experta.
A
ver, no es que no estemos capacitados para estar pendientes o hacer dos
cosas a la vez. Lo que pasa es que la cantidad de información que
recibimos ante un momento crítico es tan “abrumadora” que si la
recibimos por dos canales distintos no somos capaces de procesarla.
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