Tara Langdale-Schmidt tiene 31 años y vive en Sarasota, Florida. Es la creadora de VuVa, un set de dilatadores vaginales magnéticos.
¿No sabes ni para qué sirven? Sigue leyendo. La historia de esta mujer emprendedora y el camino que siguió (y sufrió) para desarrollar este invento, te sorprenderán.
Una copa de vino y un ansiolítico
El dolor inexplicable en su área genital empezó hace cinco años. “Era agudo, punzante. Me quemaba cada vez que tenía sexo con penetración. Se volvió tan insoportable que tuve que dejar de hacerlo”, contó Tara en una entrevista con Yahoo.
El primer especialista que visitó le sugirió una copa de vino y un ansiolítico antes de tener relaciones sexuales.
El segundo especialista le ofreció una cirugía para “recortar el área dolorosa”.
A este punto de la historia, Tara todavía ni siquiera sabía cómo se llamaba la condición que la angustiaba bajo las sábanas. Empezó a investigar por su cuenta y descubrió un nombre: vulvodinia.
Una enfermedad silenciosa
Una condición que puede destruir el deseo. Foto: Thinkstock
Básicamente, la vulvodinia se trata de dolor en la vulva, la parte externa de los genitales femeninos. Tara también leyó que es una enfermedad “silenciosa”. Difícil de diagnosticar y cuyas causas, en general, se desconocen.
Se enteró de que puede durar años, causar episodios repetitivos de dolor fuerte y hasta destruir el deseo sexual.
Atravesar lo peor
Las novedades no la consolaron para nada. “Me deprimí. Estaba por casarme en ese momento. Me sentía terrible de no poder tener sexo, y a veces alejaba a mi pareja porque sabía que podíamos llegar solamente hasta un punto”, relató.
Jason, su entonces novio y actual marido, fue un apoyo clave. Según Tara, el vínculo que forjaron fuera del dormitorio los impulsó a seguir adelante.
Camino hacia una solución
Tara volvió al primer especialista que había consultado, con su autodiagnóstico de vulvodinia en mano. El ginecólogo le recetó cremas especiales, que aparte de ser costosísimas no le resolvieron el problema. Luego llegó el turno de las inyecciones de lidocaína, que tampoco ayudaron.
Un día, se sentó frente a ella en el consultorio y le confesó que había hablado con seis especialistas diferentes sobre su caso, y que no quedaba más nada por hacer. Así nomás, el médico se rendía. Pero Tara, no.
Ella se animó a contar su historia. Foto: Tara Langdale-Schmidt
Una idea inesperada
Tara tenía un antecedente de dolor crónico en la familia: su madre había sufrido fibromialgia, una enfermedad de origen desconocido que produce dolor muscular y nervioso.
Después de muchos tratamientos fallidos, la mamá había encontrado alivio en una terapia basada en dormir sobre imanes.
Tara dio con algunas investigaciones que comparaban a la vulvodinia con la fibromialgia, y decidió crear un prototipo de dilatador vaginal con imanes en su interior. Empezó a usarlos 20 minutos, dos veces por día, por dos semanas. Y, por fin, el dolor bajó un 70%. Podía volver a tener relaciones sexuales.
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