La desnutrición infantil causa más de 3
millones de muertes cada año y conduce a retraso en el crecimiento, así
como déficits en el desarrollo inmunológico y cognitiva
Cepas de lactobacilus. - Vincent Moncorgé
Dos estudios que se publican en «Science»
demuestran cómo la malnutrición puede afectar a la microbiota
intestinal y además identifican determinadas especies de microorganismos
que pueden contrarrestar los efectos negativos de la desnutrición. Los
autores de estas investigaciones creen que sus trabajos podrían tener importantes repercusiones en los millones de niños de todo el mundo que sufren malnutrición,
un problema que se asocia con retrasos en el crecimiento, entre otros
efectos perjudiciales. No hay que olvidar que la desnutrición infantil
causa más de 3 millones de muertes cada año y conduce a retraso en el
crecimiento, así como déficits en el desarrollo inmunológico y
cognitivo.
En uno de los estudios, el grupo de Laura Blanton y Jeff Gordon, de la Universidad de Washington-San Luis
(EE.UU.) revelan cómo la malnutrición puede alterar la composición de
especies de bacterias de los intestinos de los niños que, a su vez,
puede impedir su crecimiento y desarrollo. La investigación identifica
además dos especies de microbios que, al ser trasplantadas en los
intestinos de ratones con una microbiota poco desarrollada para su edad,
fueron capaces de contrarrestar los problemas de crecimiento.
Se
cree que las especies de microorganismos de nuestros intestinos cambian
a medida que crecemos y que la malnutrición puede tener un efecto
pernicioso sobre a la flora microbiana intestinal. Ahora, Blanton y sus
colegas han confirmado en una población de niños de Malaui que esta idea
es cierta y además han comprobado que los niños desnutridos albergaban comunidades intestinales que eran más propias de individuos sanos muchos más jóvenes, que no de individuos de su misma edad.
Asimismo, los investigadores han demostrado que una microbiota
inmadura se relacionaba con un retraso en el crecimiento de estos niños
cuando se compararon con un grupo de individuos sanos del grupo de
control.
Trasplante fecal
Pero con el fin de comprobar si
ere posible revertir este efecto negativo, los investigadores
obtuvieron muestras fecales de los niños del estudio, tanto de los sanos
como de aquellos que sufrían malnutrición, y trasplantaron dichas
muestras en ratones de cinco semanas de edad que carecían de flora
intestinal. Y con sorpresa vieron que los ratones colonizados con
microbiota procedentes de donantes sanos ganaron significativamente más
peso y masa corporal que aquellos ratones colonizados con microbiota de
donantes con malnutrición. Además, también observaron que la convivencia
entre ratones con microbiota sana y microbiota desnutrida tuvo un
beneficio para los desnutridos: la microbiota sana fue transferida a los
intestinos de los ratones con desnutrición y recuperaron su crecimiento
normal.
Aun más, un posterior análisis identificó dos especies de microbios, Ruminococcus gnavus y Clostridium symbiosum, que solos podían mejorar los problemas de crecimiento asociados con una microbiota inmadura. Vincent MoncorgéEl
segundo de los estudios identificó dos cepas de microbios intestinales
que tenían un gran influencia en el crecimiento posnatal de los ratones
mediante la señalización de la hormona del crecimiento, lo que podría
amortiguar los efectos adversos de la malnutrición crónica. El equipo de
Martin Schwarzer, del Instituto de Genómica Funcional de Lyon
(Francia), había previamente identificado algunas cepas de microbios
Lactobacillus plantarum en el intestino de la mosca de la fruta que
influenciaron su crecimiento, así que los investigadores analizaron
estos efectos en ratones que albergan las mismas cepas.
En primer lugar, explica en el trabajo que se publica en «Science»,
establecieron un enlace entre la microbiota intestinal y el
crecimiento, mediante la comparación de ratones libres de gérmenes que
carecían de flora intestinal con ratones del grupo de control. El
análisis de los niveles de la hormona de crecimiento que circulaba en
cada grupo reveló cantidades significativamente más bajas en los ratones
con gérmenes. Los investigadores también descubrieron que los ratones
con gérmenes no fueron capaces de recuperar el crecimiento normal cuando
se compararon con los grupo de control después de pasar de una dieta
deficiente a una dieta completa.
Dos cepas
A pesar de
ello, los ratones que albergaban solo las dos cepas de microbios que el
grupo de Schwarzer había identificado previamente, L. plantarumWJL (LpWJL) y L. plantarumNIZO2877 (LpNIZO2877),
lograron un significativo aumento de peso superior al de los ratones
con gérmenes cuando siguieron cambios de dieta similares. Este efecto
era particularmente relevante en el grupo LpWJL, que casi alcanzó al
peso y tamaño de los integrantes del grupo de control.
Estos
resultados demuestran cómo el microbioma intestinal puede influir en el
crecimiento, y cómo determinadas cepas pueden jugar un papel
particularmente importante en el desarrollo.
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