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¿Conoces los síntomas del hígado graso?



La esteatosis hepática, mejor conocida como hígado graso, es la acumulación de grasa en las células de este importante órgano (células hepáticas) que es indispensable para la vida humana. Se trata de una enfermedad metabólica cuyos principales factores de riesgo son la obesidad y la diabetes mellitus, sin embargo se asocia también con aumento de triglicéridos o colesterol en la sangre, sedentarismo, cambios bruscos en el peso corporal (generalmente relacionados con dietas sin supervisión médica) y antecedentes familiares de hígado graso.
 
De manera normal el hígado suele contener entre un 5 y 10% de grasa, es cuando esa acumulación de grasa sobrepasa esos porcentajes cuando se presenta la esteatosis hepática.
La importancia del hígado radica en sus funciones dentro de las que destacan:
  • Purifica la sangre, ya que elimina toxinas que se encuentran en ella.
  • Produce bilis, que es un líquido digestivo de color amarillo verdoso que se encuentra en la vesícula biliar, que se necesita para digerir las grasas en el cuerpo y eliminar desechos o elementos no necesarios (e incluso nocivos) llevándolos al intestino para desecharlos por medio de la digestión.
  • Almacena energía proveniente de los alimentos en forma de azúcar, a la que se le llama glucógeno.
  • Regula la coagulación de la sangre.
  • Ayuda a la absorción de vitaminas y minerales, así como en la acción y efectividad de medicamentos.
De forma común se asocia la aparición de esteatosis hepática con la ingesta de alcohol, sin embargo la mayoría de los casos de hígado graso se deben a la obesidad, diabetes mellitus, resistencia a la insulina, elevaciones de colesterol y triglicéridos en la sangre, consecuencia de la ingesta excesiva de calorías en la dieta diaria y debido a que el hígado tiene una carga de trabajo mayor a la normal, por lo que no procesa las grasas de manera correcta.
Debido a lo anterior la alimentación y el hígado se encuentran íntimamente relacionados, todo alimento que ingerimos debe pasar forzosamente por el hígado antes de enviar sus nutrientes al resto del cuerpo. Por lo tanto la nutrición tiene una gran influencia en la salud o el desarrollo de enfermedades del hígado tales como la fibrosis hepática, la cual puede conducir a una cirrosis hepática y/o hepatocarcinoma.
 
Los síntomas que presenta una persona con hígado graso, los cuales pueden tardar en aparecer incluso hasta por años, incluyen molestias o dolores leves o moderados en el cuadrante superior derecho del abdomen, detrás de las costillas, fatiga persistente, confusión, sensación de pesadez después de las comidas, náuseas y pérdida de peso.
El diagnóstico de la enfermedad se da cuando se aprecia aumento en el tamaño del hígado, ya sea por imagen o por palpación de un médico, así como apreciación de cambios en la estructura del hígado a través de una ecografía abdominal, biopsia y por medio de estudios de sangre en donde se los niveles de las pruebas de funcionamiento hepático se aprecian alteradas.
El hígado graso no tiene un tratamiento específico, sin embargo se puede llegar a controlar inhibiendo, con dieta balanceada (exenta de alcohol), actividad física y medicamentos, el incremento de grasa en el hígado que puede llegar a ocasionar daños en las células hepáticas, y que a su vez pueden causar daños más graves en caso de no ser controlados oportunamente.
Debido a los riesgos para la salud que conlleva esta enfermedad, las medidas preventivas, con cambios en el estilo de vida, son de suma importancia. Hay que:
  • Mantener un peso ideal.
  • Evitar cambios bruscos de peso.
  • Consumir alimentos naturales como arroz, pastas, trigo, cereales naturales, verduras, pollo y pescado.
  • Consumir la menor cantidad de alimentos grasosos (tocino, embutidos, chorizo, entre otros), así como de azúcar refinada (pasteles y galletas, por ejemplo).
  • Evitar el consumo de bebidas alcohólicas.
  • No dejar pasar más de 4 horas entre cada comida, evitando así aumentar la actividad del hígado.
  • Por la noche, consumir alimentos ligeros, como ensaladas, e ingerirlos 3 o 4 horas antes de dormir.  
  • Hacer ejercicio aeróbico (caminar, correr, andar en bicicleta) diariamente durante por lo menos 20 minutos.

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