Es
un experimento sencillo: coloca dos uvas en los extremos de un palo de
madera (o de cualquier otro material, lo importante es que no sea
magnético) y apóyalo en una superficie que tampoco sea magnética. Acerca
un imán y verás como la uva rehúye cualquier contacto con el mismo.
Aunque curioso, la explicación es muy sencilla, y radica en el diamagnetismo.
Y en concreto no es que la uva sea diamagnética, pero lo que hay en su
interior, en concreto moléculas de agua, sí lo son. El diamagnetismo es
un fenómeno muy poco conocido pero hasta cierto punto evidente, porque
pone equilibrio en el universo.
Dicho de otro modo, si algunas sustancias se ven atraídas por los campos magnéticos (ferromagnetismo)
otras se ven repelidas por ellos. Algunos ejemplos de elementos
diamagnéticos: el bismuto, el oro, el helio o el germanio. Un material
superconductor, de hecho, es considerado un diamagneto perfecto.
Se
calcula que la fuerza del diamagnetismo es 100.000 veces inferior a la
del ferromagnetismo, uno de los motivos por los que he es tan poco
conocida y por la que cuesta observarla en la naturaleza. [Vía: iO9]
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