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Por qué los mercados caen en otoño

Gráfico en caída


¿Por qué los mercados financieros se arrebatan a menudo en septiembre? ¿Por qué hay tantos colapsos en octubre?
Lily Fang, profesora en MIT, Massachusetts Institute of Technology, ha estado estudiando este fastidioso asunto.
Culpa a las vacaciones del verano boreal por la manera en la que las burbujas del mercado bursátil se estallan tan frecuentemente cuando llega el otoño al hemisferio norte.
Sin haber hecho estudios, yo he estado diciendo algo similar durante años.


Ejecutivo optimista
Antes de irse de vacaciones, todo se ve mejor.

Mi explicación es que los inversores están llenos de esperanza cuando están a punto de irse de vacaciones.
Pero cuando regresan a sus escritorios en septiembre, empiezan a ver lo que se viene para el fin del año y se dan cuenta de que esas pequeñas nubes económicas que de las que no se habían podido deshacer en verano siguen ahí, y cada día que pasa se están volviendo más grises.
Es entonces que entran en pánico.
Una y otra vez, en años como 1929, 1987 y 2008, los mercados se caen en otoño.

"El efecto septembrino"



Ejecutivo en vacaciones
Durante las vacaciones, aunque por mucho que se trate, es difícil concentrarse con la misma intensidad.

Fang ha afinado lo que yo sólo he intuido.
Lo que aporta es una visión actualizada sobre la manera en la que operan los mercados financieros.
Septiembre tradicionalmente es un mal momento para las acciones y participaciones. Es el único mes que muestra un declive, en promedio, durante los últimos 100 años y durante lapsos de tiempo más cortos.
Se le ha llamado el "efecto septembrino", y Fang y sus colegas piensan que han descubierto la causa.
Durante las vacaciones de verano, los inversores profesionales no pueden estar tan enfocados en las noticias del mercado financiero como el resto del año.
Lo que hacen es retrasar su reacción hasta que vuelven al trabajo en septiembre. Y a menudo, las malas noticias toman más tiempo en digerirse que las buenas, según la investigación.
El equipo de Fang puso a prueba esa tesis examinando las diferencias en las fechas de las vacaciones escolares en lugares distintos y encontraron que el efecto septembrino varía dependiendo del mes en el que la mayoría de la gente toma tiempo libre.
En otras palabras, los mercados financieros -tan elogiados por su eficiencia- se vuelven menos eficientes en verano porque la gente no le está prestando suficiente atención a lo que está pasando.
No es el descubrimiento del siglo, pero no deja de ser interesante.

"Memorias fantasma"



Maíz
¿Por qué podía el maíz subir las tasas de interés en primavera y los precios de la plata sin razón aparente?

Hay otras cosas curiosas en el comportamiento de los mercados financieros. Una de ellas puede que siga sucediendo, pero la última vez que me fijé fue hace 30 años.
En esa época, estudios a largo plazo sobre las tasas de interés detectaron una tendencia apreciable a que subieran en la primavera y cayeran a finales de verano en el hemisferio norte.
¿La razón? Los investigadores llegaron a la conclusión de que era lo que le sucedía a las tasas de interés en la época en la que la agricultura era la actividad económica primaria.
Los agrónomos tomaban préstamos de los bancos para plantar en primavera y los pagaban cuando cosechaban, en agosto.
En los siglos XVIII y XIX, había poco dinero en primavera y volvía a fluir más tarde en el año.
Lo curioso era que siguiera siendo una tendencia detectable a finales de los años 80, casi un siglo después de que la agricultura perdió su protagonismo en las economías occidentales.
Los mercados financieros ciertamente tienen "memorias fantasma".

El maíz y la plata



Chicago Board of Trade
Una ocupación que exige mucho del estado físico.

Durante décadas en la concurrida bolsa de Chicago, conocida como el Board of Trade, el mercado de futuros y opciones más antiguo del mundo, muchas de las transacciones se hacían por los mercados de corros.
Los agentes profesionales pasaban sus vidas apretujados en espacios pequeños, gritándose precios unos a los otros. Esa modalidad de negociación bursátil era muy física: cuando estaba lleno, los agentes tenían que pelear por su espacio.
Se decía que si un operador sufría un ataque al corazón y moría, nadie lo notaría pues se mantendría de pie hasta que terminara la sesión, debido a lo apretados que estaban en los corros.
Cuando los precios del mercado se estaban cambiando rápido, algunos agentes de productos agrícolas básicos, como maíz y trigo, podían quedarse por fuera de las negociaciones por no poderse acercar físicamente al centro de la acción.
Lo que hacían era irse a un corro vecino menos acalorado, que solía ser el de la plata.
El resultado era que cuando el precio de los productos agrícolas subía rápido en Chicago, el de la plata también subía de una manera similar, por pura asociación.
En la década de los 80, el Board of Trade hizo una reorganización para que la plata no quedara al lado del maíz.
Pero por mucho tiempo después, los días en los que se vendía bien lo que producía la tierra seguía teniendo un efecto dominó en el mercado de la plata.
Ya no era porque estaban cerca, sino porque lo habían estado por décadas.
La racionalidad tiene sus límites.

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