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Cuatro mitos y realidades sobre el orgasmo femenino


Los sexólogos explican qué tipos de orgasmo existen, su intensidad y sus padecimientos relacionados.










No existen recetas ni fórmulas para el orgasmo, todo depende de que la mujer conozca bien su cuerpo. (SXC).
No existen recetas ni fórmulas para el orgasmo, todo depende de que la mujer conozca bien su cuerpo. (SXC).

(BALANCE) — Además de una reacción física, el orgasmo es también una reacción emocional. Se presenta en hombres y mujeres cuando los músculos alrededor de los genitales se contraen e instantes después se relajan, todo acompañado de una sensación que muchos definen como delirio.
La revista Balance, en colaboración con los sexólogos clínicos María Antonieta García, Karla Barrios y David Barrios, investigó acerca de los mitos relacionados con el orgasmo femenino en nuestra cultura. Esto fue lo que encontraron:
1. Presente en diferentes zonas del cuerpo
La idea de la existencia de un orgasmo femenino vaginal y otro clitoridiano es un mito preconizado por Sigmund Freud. Él consideró que el primero es ‘maduro', y el segundo ‘inmaduro’.
El orgasmo es muy variado en cuanto a las percepciones de quien lo vive. Hay muchas formas de sentir un orgasmo, no sólo varía de persona a persona, sino del momento o la circunstancia en la que se encuentre el individuo.
Existen diferentes vías sensoriales que estimulan el área pélvica, lo cual explica la posibilidad de experimentar diferente intensidad en los orgasmos.
En las historias clínicas sexuales de mujeres, la gran mayoría afirma que el clítoris es el sitio principal que al ser acariciado produce el orgasmo; independientemente de que haya penetración o no.
La experiencia orgásmica es global e integradora, aunque a menudo las sensaciones predominantes pueden estar localizadas en diferentes zonas del cuerpo. Algunas mujeres dicen tener sensaciones que parten del centro de la pelvis hacia la periferia; otras describen la presencia de calor corporal y sensaciones gratas que ascienden de la mitad del cuerpo hacia la cabeza.
2. Técnicas para alcanzarlo
En terapia sexual se emplean algunos métodos respiratorios, de autopercepción y acompasamiento de los movimientos pélvicos que consiguen prolongar la excitación que antecede al orgasmo.
A veces, aprender a retrasarlo puede ayudar a percibir mayor placer; sin embargo, si sólo se busca batir un récord puede convertirse en algo angustiante o tedioso y nada placentero, por ser frustrante.
Pese a que hay libros y ‘recetas’ en las revistas para hacerlo, lo más importante es aprender del propio cuerpo, de las sensaciones y necesidades personales. Buscar sólo el orgasmo o someterse a presión, puede interferir en la vivencia de placer. Algunos sexólogos, incluso hablan de la 'nefasta tiranía del orgasmo'.
3. Cuestión de intensidad
La intensidad tiene que ver con muchos factores: estado físico, emocional, cansancio, circunstancias en la que se presenta, disposición para sentirlo...
Lo importante es qué tanta calidad se obtiene en esta experiencia y cómo se vive. En general, dejar fluir las sensaciones, abandonar pensamientos innecesarios y evitar distractores, son elementos que incrementan la intensidad orgásmica.
El poseer una musculatura pélvica fuerte, de buen tono, ayuda a la intensidad, la duración y la ocurrencia de contracciones orgásmicas.
4. La carencia del placer
El orgasmo posee dos componentes: una respuesta fisiológica que incluye aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, dilatación de las pupilas, temblor, aumento de las percepciones corporales, rubor, contracciones involuntarias a nivel muscular y en los órganos sexuales.
El segundo elemento es subjetivo y estriba en la propia percepción de placer, que remite al nivel máximo de goce que una persona puede experimentar en un encuentro erótico; ya sea con otra persona o consigo misma. Cuando uno de estos elementos no se presenta, existe anorgasmia. En ocasiones los dos elementos están ausentes.
Las causas son variables y se pueden clasificar en cuatro grandes grupos:
Orgánicas: enfermedad o efecto de medicamentos o drogas.
Psicológicas: bloqueos, rasgos de personalidad, ansiedad o depresión.
Socioculturales: mitos, prejuicios, información errónea, estereotipos y roles de género inflexibles.
Mixtas: convergen por lo menos dos de las anteriores.
Independientemente de la causa para ese padecimiento, lo importante es que este tipo de disfunción sexual es atendible y puede resolverse con terapia.

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