
SANTO DOMINGO. La entrevista aún no comienza y Zacarías rompe a llorar. Saca un pañuelo blanco del bolsillo derecho de su pantalón negro que combina con camisa del mismo tono, como si guardara luto, lo pasa de sopetón por su rostro, que revela su largo caminar.
Tras dos minutos de silencio, Zacarías empieza a hablar. El hogar que "sembró" está destruido.
Dos de sus siete hijos le reclaman su herencia, le gritan sadismos, a veces le pegan. Él es uno de los 1,023 adultos mayores que este año han solicitado asistencia por maltratos en el Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (CONAPE), entre ellos, la violación al derecho de propiedad, que en los últimos ocho años ha recibido 106 casos.
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Por las noches, Zacarías se pone a pensar. Esperaba que a su edad, sus hijos estarían a su alrededor, devolviéndole un poco del amor que les dio. No contaba con que a sus 75 años se vería solo y desprotegido.
Piensa que no puede vender las dos casas que tiene.
Piensa que no puede vender las dos casas que tiene.
"A esta edad no me dan trabajo, lo que recibo es para subsistir, para ir al médico y pagar la deuda que me dejó la enfermedad y el sepelio de mi mujer. Ellos nunca me ayudaron con ella, aparecían los domingos y se iban. A veces deseaban su muerte para que les entregara la parte que le tocaba a ella, eso me marcaba", expresa.
Sentada en su casa, la esposa de Zacarías sufrió un infarto cuando la nuera (esposa del hijo menor), que vivía con ellos, recriminaba a su suegro que la hizo cancelar de la banca donde trabajaba, y amenazaba con un cuchillo a las cuñadas. "Perdió el control", relata.
En ese momento, Zacarías llegaba de trabajar, se paró en un colmado a donde se presentó su hijo menor y sin mediar palabras le pegó una bofetada al anciano.
"No sabía lo que sucedía. Lo alcancé con un cuchillo. Estaba molesto, pero me acordé de mi mujer", cuenta. Zacarías había prometido que no iba a repetir sus historias de juventud, por las que hoy lo atormentan sus hijos. Ya contaba con dos homicidios, que asegura, cometió en defensa propia y en contra de su voluntad.
"Pero esa es una historia aparte", resalta.
Zacarías llegó a la capital en 1980 a trabajar plomería y electricidad. En el humilde sector Los Praditos, de Santo Domingo, crió a sus siete hijos, dos de ellos fuera del matrimonio. Cinco hembras y dos varones, uno de estos adoptado.
Trabajando "muy duro" construyó sus dos casas. Una para vivir, otra para alquilar. Sentada en la casa de abajo se encontraba su mujer cuando se desató el conflicto que le provocó el infarto.
"La llevé al médico de inmediato", dijo. Su esposa tenía 70 años, fue operada a corazón abierto y en ese momento no falleció, sin embargo, quedó delicada de salud. Murió un año después.
Zacarías ahora lamenta haber llevado a su hijo menor y a la esposa de éste a vivir a su casa. Dice que desde ese momento, no ha descansado.
Trabajando "muy duro" construyó sus dos casas. Una para vivir, otra para alquilar. Sentada en la casa de abajo se encontraba su mujer cuando se desató el conflicto que le provocó el infarto.
"La llevé al médico de inmediato", dijo. Su esposa tenía 70 años, fue operada a corazón abierto y en ese momento no falleció, sin embargo, quedó delicada de salud. Murió un año después.
Zacarías ahora lamenta haber llevado a su hijo menor y a la esposa de éste a vivir a su casa. Dice que desde ese momento, no ha descansado.
"No les permitían a los otros hermanos visitarnos. Ahí comenzó la guerra. Y los llevé a vivir conmigo por la condición de pobreza en la que estaban".
Zacarías también recuerda con dolor la forma en que su hija Sonia, de 24 años, entró reclamándole dinero para su manutención, y al decirle que no tenía en ese momento, le dio una bofetada y le gritó "barbaridades, sin explicación. Mi familia se ha desbaratado por dinero", recalca.
Zacarías también recuerda con dolor la forma en que su hija Sonia, de 24 años, entró reclamándole dinero para su manutención, y al decirle que no tenía en ese momento, le dio una bofetada y le gritó "barbaridades, sin explicación. Mi familia se ha desbaratado por dinero", recalca.
Sólo una de las hijas lo trata bien, el resto "parecen hijos de cuervos, a los que crié para que me sacaran los ojos".
A pesar de que los dos hijos que lo han golpeado tienen orden de alejamiento, Zacarías continúa recibiendo llamadas para presionarlo por la herencia.
A pesar de que los dos hijos que lo han golpeado tienen orden de alejamiento, Zacarías continúa recibiendo llamadas para presionarlo por la herencia.
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La historia de don Samuel es aún más complicada. Hombre blanco, de facciones refinadas, trabajó en su juventud como chofer e hizo dos casas en la capital, una para vivir, la otra para alquilar.
"Pensaba que trabajaría para no tener que pedir en la vejez. No me bebía un refresco, nunca cogí vacaciones", relata con tristeza.
Ahora, a sus 70 años, come una vez al día. Almuerza porque le da cincuenta pesos a una vecina, consciente de que un plato de comida no cuesta esa cantidad.
"Pensaba que trabajaría para no tener que pedir en la vejez. No me bebía un refresco, nunca cogí vacaciones", relata con tristeza.
Ahora, a sus 70 años, come una vez al día. Almuerza porque le da cincuenta pesos a una vecina, consciente de que un plato de comida no cuesta esa cantidad.
"Estoy pidiendo, estoy pasando hambre, nunca pensé que me iba a ver así", se lamenta.
A don Samuel, su hija mayor le falsificó los títulos de propiedad, le vendió las dos casas por 400 mil pesos cada una y él casi termina en la calle.
"Tenía un cuartico sin espacio arriba de esas dos casas y ni ahí me quería mi hija dejar vivir", revela.
Antes de vender las casas, la hija de don Samuel las tenía alquiladas, cuando se desocupó una, sin perder tiempo, don Samuel quitó el candado y entró sus pertenencias sin avisar. De ahí lo sacaron a la fuerza, su hija y su marido.
"Me sacaron los trastes y por varios días me quedé sin lugar para dormir, hasta que un compadre me dio albergue. Y luego, el CONAPE negoció con mi hija el cuartito donde estoy, que es mío, pero también se lo ha apropiado".
Su caso está también en la Justicia. Espera que antes de morir pueda recuperar lo que "construyó con tanto esfuerzo".
Envejecientes terminan en la pobreza
Al finalizar 2013, República Dominicana contaba con una población de 938,135 adultos mayores, de esta cantidad, el 60 % es pobre.
¿Por qué hay tantos envejecientes pobres?, la directora del CONAPE, Nathalie María, lo atribuye a la falta de nuevos ingresos en esta etapa y a la violación del derecho de propiedad (el reclamo de herencias).
"De 45 en adelante la tasa de desempleo es muy alta. Supón que a los 55 estamos desempleados, con una pensión que no tenemos, no nos alcanza para vivir dignamente, medicamentos costosísimos, es decir, la pensión no se corresponde con la realidad que yo vivo y comienzan los adultos a vender sus apartamentos", explica la funcionaria.
"La vejez se convierte en una asociada a la pobreza. Por eso, porque te pensionan, la pensión no te da, tienen que vender la casa, los hijos no te ayudan, no tienen ingresos y adquirir una pensión toma tiempo", agregó.
¿Por qué hay tantos envejecientes pobres?, la directora del CONAPE, Nathalie María, lo atribuye a la falta de nuevos ingresos en esta etapa y a la violación del derecho de propiedad (el reclamo de herencias).
"De 45 en adelante la tasa de desempleo es muy alta. Supón que a los 55 estamos desempleados, con una pensión que no tenemos, no nos alcanza para vivir dignamente, medicamentos costosísimos, es decir, la pensión no se corresponde con la realidad que yo vivo y comienzan los adultos a vender sus apartamentos", explica la funcionaria.
"La vejez se convierte en una asociada a la pobreza. Por eso, porque te pensionan, la pensión no te da, tienen que vender la casa, los hijos no te ayudan, no tienen ingresos y adquirir una pensión toma tiempo", agregó.
Algunas acciones
Nathalie María dijo que trabajan para evitar que la pobreza en este segmento poblacional se multiplique. Para ello, agregaron recientemente 11,140 adultos mayores al Programa de Protección al Envejeciente en Extrema Pobreza (PROVEE), quienes recibirán una ayuda económica de RD$400 al mes. Ahora suman 111,545 los beneficiarios.
"Estamos tomando medidas de microcrédito, de una pensión digna, su seguro, para que en diez o quince años, cuando dejan de trabajar (los adultos mayores), no se conviertan en pobres, porque comienzan a vender todo por la necesidad", indicó María.
Dijo además que en la actualidad, 525 mil adultos mayores están incluidos en el Seguro de Salud Subsidiado y 80 mil en el seguro contributivo Profamilia.
"En el proyecto de vivienda inaugurado recientemente en Boca de Cachón, por ejemplo, se contempla un pabellón para adultos mayores, es decir, viviendas geriátricas, en la Ciudad Juan Bosch y en La Barquita también se contemplará un área para los adultos mayores".
Dentro de sus acciones contemplan, además, pasar a esa dirección la custodia de los 32 asilos que posee el Gobierno en diferentes puntos del país.
"Una de las cosas que nos preocupa son los adultos mayores en las calles, esto está dentro del plan de erradicar esta situación cuando los asilos pasen al Consejo (CONAPE), porque todavía están en Salud Pública", enfatizó.
Pretenden convertir los asilos en la "Ciudad de la Sabiduría" y que esos centros sean sólo para personas que no tienen hogares.
"Estamos tomando medidas de microcrédito, de una pensión digna, su seguro, para que en diez o quince años, cuando dejan de trabajar (los adultos mayores), no se conviertan en pobres, porque comienzan a vender todo por la necesidad", indicó María.
Dijo además que en la actualidad, 525 mil adultos mayores están incluidos en el Seguro de Salud Subsidiado y 80 mil en el seguro contributivo Profamilia.
"En el proyecto de vivienda inaugurado recientemente en Boca de Cachón, por ejemplo, se contempla un pabellón para adultos mayores, es decir, viviendas geriátricas, en la Ciudad Juan Bosch y en La Barquita también se contemplará un área para los adultos mayores".
Dentro de sus acciones contemplan, además, pasar a esa dirección la custodia de los 32 asilos que posee el Gobierno en diferentes puntos del país.
"Una de las cosas que nos preocupa son los adultos mayores en las calles, esto está dentro del plan de erradicar esta situación cuando los asilos pasen al Consejo (CONAPE), porque todavía están en Salud Pública", enfatizó.
Pretenden convertir los asilos en la "Ciudad de la Sabiduría" y que esos centros sean sólo para personas que no tienen hogares.
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En el caso de don Samuel, el CONAPE prometió buscarle ayuda para su alimentación.
Los nombres de los personajes de esta historia son ficticios, para su protección.
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