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Hombre pasa 128 días sin bañarse por una buena causa

Cody Creighton/Instagram

Cody Creighton/InstagramCody Creighton quiere crear conciencia, llamar la atención, que la gente tome nota... Su batalla está en hacernos ver la importancia que el agua reviste para la suerte y el futuro de la raza humana. Solo que su método está resultando de entre los más inusuales que hayamos conocido.
Impactado por una de las peores sequías que el estado de California ha sufrido durante muchos años, este hombre se ha empeñado en no bañarse durante 128 días.
Mientras el desafío por una causa noble que mejor circuló por las redes sociales fue aquel en el que los implicados vertían sobre sus cuerpos un recipiente de agua helada, el de Creighton radica simplemente en no hacer uso de esa agua potable que en casi todas partes del mundo nos está destinada para asearnos concienzudamente.
Claro que su idea no ha agradado a algunas personas que lo ven como un acto antihigiénico y un mal ejemplo para los más jóvenes. Pero a Cody Creighton, de 23 años y natural de Ojai, una localidad enclavada al noroeste de Los Ángeles, no le importa lo que diga la gente de él. Su plan es que se piense en el agua, en su escasez y en su importancia para todos.
De acuerdo con un reportaje de Salon, este hombre adicto a correr, desplazarse en bicicleta y nadar en las playas cercanas a Santa Bárbara, decidió dejar de ducharse durante una semana, como respuesta a la devastadora sequía que observaba a su alrededor.
Luego, como quien no quiere las cosas, el proyecto se extendió a un mes y de esa manera Creighton continuó con su activa existencia. Al cabo del día 50, se le ocurrió subir algunas de sus imágenes a Instagram con el hashtag #OneDayDirtier a través del cual daba a conocer que, siendo de 30 litros de agua el consumo habitual para una ducha, consideraba que ya había ahorrado un estimado de 3.000 galones del preciado líquido gracias a su proyecto.
Y para completar su ambiciosa idea, Creighton proponía a través de esa red social que todo aquel que se identificara con su causa dejara de ducharse durante 48 horas: un gesto más en favor de la naturaleza y la sobrevivencia del ser humano.
"Estamos en una época donde la gente pasa gran parte de su tiempo centrados en los medios de comunicación social. Así que pensé, ¿qué mejor manera de hacer tomar conciencia de la sequía que ponerlo en esos medios?”, señaló.
De manera que este joven considera que ha logrado su objetivo. Si bien ha recibido críticas y elogios de todos tipos –los elogios, confiesa, provenien de sus compatriotas californianos y las ofensas de personas de otros estados-, lo cierto es que ha logrado que se hable de él y de su causa, que es lo único que le interesa realmente.
"No estoy diciendo que dejen de ducharse 128 días por mí, ni que eso vaya a resolver la crisis del agua que estamos teniendo en California, pero el punto es hacer circular la idea y que la gente hable”, recalcó.
Pero, cuidado, que no se trata de una abstención total al acto de higienizar su cuerpo. Cody Creighton reconoce que nunca más ha tomado una ducha en casa, pero que sí se ha aseado en el mar, o gracias al agua de algunos pozos, o por qué no en algunas piscinas de amigos, e incluso al invadir los aspersores del jardín en alguna casa de buen vecino antes de que le suelten los perros...
“No me importa que la gente se burle de mí; ese no es el problema. Se supone que es un poco raro lo que hago”, insistió.
A Creighton le hubiera gustado que se realizara de otra manera el desafío del cubo de agua helada en favor de recaudar fondos para el tratamiento de la Esclerosis Lateral Amiotrófica. Si bien valora muy positiva la concientización sobre la ELA, su obsesión por ahorrar la mayor cantidad de agua potable hace que no apruebe del todo los modos utilizados por los famosos y la gente común.
Creighton no espera que muchas personas lo sigan, pero sí cree que no pocos podrían hacer algo más en favor de proteger ese bien que es de todos. Basta con dejar de lavar su auto tantas veces a la semana o con asumir lo que llama “una ducha militar”, esa en la que cerramos la llave mientras nos enjabonamos para abrirla unos minutos más tarde, en el momento del enjuague.
Basta un simple gesto, y así no nos veremos obligados a pasar 128 días sin ducharnos.

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