Los
tomates tienen una particularidad que no tienen otras hortalizas:
necesitan dormir. En otras palabras, necesitan ciclos de luz y oscuridad
para poder desarrollarse. Si reciben luz constantemente, sus hojas
comienzan a presentar manchas amarillas y mueren. Un grupo de
científicos cree haber hallado la clave para desarrollar tomates que
nunca duermen.
El
que los tomates necesiten descansar no es un problema en una huerta
doméstica, pero supone un serio freno en la producción industrial de
esta hortaliza porque el fruto solo crece durante las horas de luz, y
deja de crecer por la noche.
Lograr un tomate que creciera las 24 horas sería una noticia excelente
para la industria de salsas de tomate que van a parar a platos de pasta,
pizzas, o a la producción de ketchup.
La
ciencia aún no tiene del todo claro por qué los tomates son tan
sensible al exceso de luz. Otras hortalizas como la lechuga o el
pimiento no presentan esa debilidad, e incluso los tomates salvajes son
más resistentes a este factor. Un grupo de investigadores de la Universidad de Wageningen,
en Países Bajos, cree que esta sensibilidad se debe a la falta de un
gen llamado CAB-13 que regula una proteína relacionada con la
fotosíntesis. Extrayendo ese gen de tomates salvajes e inyectándolo en
plantas de cultivo, Aaron Velez y su equipo ha logrado aumentar la tolerancia a la luz de los tomates y mejorar la producción un 20%.
Velez y su equipo han publicado los resultados de su estudio en la revista Nature,
pero se muestran cautos con el descubrimiento. La hipersensibilidad del
tomate a la luz parece estar ligada también a otros factores, y aún
habrá que investigar más para dar con tomates que crezcan día y noche. [Nature vía Modern Farmer]
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