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Le trasplantaron la cara y ahora es tapa de una revista de moda



Richard Lee Norris sufrió durante gran parte de su vida. Fue víctima de un disparo que le deformó toda la cara. Se sometió a múltiples operaciones para su reconstrucción. Las imágenes
En 1997 un disparo accidental en el living de su casa le destruyó la cara. Pasó años con el rostro desfigurado. Richard Lee Norris se sentía un extraño en su propio cuerpo: no se reconocía ante el espejo y sufría demasiado. Por eso su familia decidió cubrir todos los espejos que había en la casa. Hasta que decidió someterse a una audaz cirugía estética que le devolvería, en parte, su identidad física: un trasplante de cara. Años después, la recuperó casi en su totalidad.

Norris fue tapa de la revista de moda GQ, una de las más populares de los Estados Unidos. También consiguió que su historia se repitiera en la portada del prestigioso diario norteamericano The New York Times. Todos se hacen eco de la historia de un hombre que hoy dice: "Es una búsqueda de la comprensión". Es que Richard afronta una vida muy dura.


Su madre, quien también participó en la entrevista concedida a GQ, señala que Richard es como una "rata de laboratorio". Pero no lo dice mal, sino resignada. Su hijo pasa horas y horas cada semana frente a los doctores, tomando píldoras todo el tiempo.

"No creo que vuelva a trabajar y tener una vida normal. Pasa su tiempo en hospitales, todo el mundo lo examina, lo estudia. Un jefe no quiere alguien que estará ausente el 99 por ciento de su tiempo", señala Sandra Norris.

Lo cierto que la vida de Richard comenzó a cambiar a partir de una búsqueda que su madre hizo en internet. Fue allí donde encontró a Eduardo Rodríguez, un cirujano facial de Baltimore, quien le prometió a Richard que lo volvería a la normalidad. La cirugía fue el 19 de marzo de 2012 y duró 36 horas. Transcurridas las cuales Rodríguez le presentó a su paciente su nueva cara.

En la extensa entrevista realizada por GQ, Norris cuenta detalles de su vida. Por ejemplo, cómo hace para comer, ya que es una de las actividades que más le costaron tras el accidente, puesto que en él perdió sus dientes, mandíbulas y lengua.


Sin embargo, la vida de Norris no es fácil a pesar de los cambios radicales que experimentó su rostro a partir de la "milagrosa" operación a la que fue sometido por el doctor Rodríguez. El riesgo de que su cuerpo rechace la nueva cara está latente cada día. "Todos los días me despierto con ese miedo: ¿es éste el día? El día que me vuelva a un estado de rechazo que vaya a ser tan malo que los doctores no puedan cambiarlo". Richard deberá consumir por el resto de su vida píldoras inmunosupresoras para tratar de evitar que eso suceda.

Y trata de vivir el día a día. Ya no le teme a los espejos. Todos fueron descubiertos de su casa para que pueda ver su nueva cara. Su nueva realidad. "Cuando me veo al espejo, veo a Richard Norris", concluye.

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