El Sumo Pontífice encabezó el rito religioso en la Plaza de San Pedro. Hubo alrededor de 800.000 personas. La presencia del papa emérito Benedicto XVI convirtió a la ceremonia en "el día de los cuatro Papas".
En el llamado "domingo de los cuatro papas", Juan Pablo II y Juan XXIII fueron proclamados santos en una ceremonia multitudinaria en la Plaza de San Pedro del Vaticano. La misa fue oficiada por el papa Francisco. En las primeras filas, el pontífice emérito, Benedicto XVI, asitió a la celebración.
"Fueron dos hombres valientes, llenos de la parusía del Espíritu Santo, que dieron testimonio a la Iglesia y al mundo de la bondad y la misericordia de Dios. Conocieron las tragedias del siglo XX, pero no fueron derrotados por ellas. Más fuerte en ellos fue la fe en Cristo, redentor del hombre y Señor de la Historia", recordó Francisco en su homilía.
Como cada santo, los dos papas tendrán una fecha en el calendario litúrgico. La de Juan XXIII será el 11 de octubre - en homenaje a aquella jornada de 1959 en que comenzó el Concilio Vaticano II - mientras que la festividad de Juan Pablo II será el 22 de octubre, fecha en que se inició su pontificado.
"Fueron dos hombres valientes, llenos de la parusía del Espíritu Santo, que dieron testimonio a la Iglesia y al mundo de la bondad y la misericordia de Dios. Conocieron las tragedias del siglo XX, pero no fueron derrotados por ellas. Más fuerte en ellos fue la fe en Cristo, redentor del hombre y Señor de la Historia", recordó Francisco en su homilía.
Como cada santo, los dos papas tendrán una fecha en el calendario litúrgico. La de Juan XXIII será el 11 de octubre - en homenaje a aquella jornada de 1959 en que comenzó el Concilio Vaticano II - mientras que la festividad de Juan Pablo II será el 22 de octubre, fecha en que se inició su pontificado.
Un cielo gris sobre Roma no impidió sin embargo que unos 800.000 fieles y curiosos se acercaran a una plaza San Pedro que pronto quedó colmada, y a las calles adyacentes. Hubo incluso centenares de personasque pasaron la noche en las inmediaciones de la Santa Sede hasta el momento en que se abrieron los accesos para ingresar a la ceremonia.
Quienes quedaron fuera de la Plaza de San Pedro debieron seguir los festejos a través de alguna de las numerosas pantallas gigantes instaladas como parte de lo que fue un gigantesco despliegue tecnológico para uno de los eventos más importantes de lo que va del pontificado de Francisco.
La ceremonia comenzó con el rezo de la Coronilla de la Misericordia a las 9 de la mañana hora italiana (4 de Argentina), debido a que este domingo se celebra la Divina Misericordia, fiesta de la Iglesia católica que proclamó el papa Juan Pablo II. Luego se rezó la Letanía de los Santos y a las 10 hora italiana (5 de Argentina), Francisco dio inicio a la misa.
La parte más importante y esperada de la ceremonia fue el rito de la canonización, cuando el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato, presentó a Francisco "las tres peticiones" para santificar a ambos papas: primero con "gran fuerza", después con "mayor fuerza" y, por último, con "grandísima fuerza".
A continuación, el Papa pronunció la fórmula: "En honor de la Santísima Trinidad, por la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y de los santos apóstoles Pedro y Pablo, después de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina y escuchando el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos, declaramos santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II".
Finalmente, Francisco pidió que ambos papas fuesen inscritos en el libro de los Santos.
Así llegaban los peregrinos a la Plaza de San Pedro:
Para esta canonización histórica viajaron delegaciones de 92 países, con 24 jefes de Estado y Gobierno y 23 ministros, entre ellos los reyes de España y de Bélgica, además de los presidentes de Paraguay, Honduras, El Salvador, Ecuador, Albania, Croacia, y Polonia, entre otros.
La Argentina estuvo representada por el canciller, Héctor Timerman, y por el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.
La Argentina estuvo representada por el canciller, Héctor Timerman, y por el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.
Ante la imposibilidad de que todos los fieles pudieran entrar en la plaza de San Pedro hubo 17 pantallas gigantes distribuidas por toda Via de la Conciliazione y en otros puntos de Roma como plaza Farnese, Plaza Navona y los Foros imperiales.
La misa oficiada por el papa Francisco fue concelebrada por entre 130 y 150 cardenales llegados de todo el mundo para esta ocasión, mientras que 1.000 obispos y 870 sacerdotes se encargaron de dar la comunión a los fieles presentes.
Los más cercanos al Papa durante la celebración fueron el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, el cardenal polaco e histórico secretario de Juan Pablo II, Stanislao Dziwisz, y el obispo de Bergamo, Francesco Beschi, procedente de la ciudad natal de Juan XXIII. Pero también estuvo presente Benedicto XVI, que ocupó un puesto con el resto de cardenales en el sector izquierdo.
Francisco: "Juan XXIII y Juan Pablo II conocieron las tragedias del siglo XX, pero no fueron derrotados por ellas"
El Papa celebró una homilía por la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII. "Que ambos intercedan por la Iglesia para que esta sea dócil al Espíritu Santo en el servicio a la familia", pidió"A San Juan XXIII me gusta recordarlo como el Papa de la docilidad al Espíritu Santo", dijo Francisco en su homilía en referencia a que de allí vino su inspiración para convocar al Concilio Vaticano II en los años 60, que tan fecundo fue para el catolicismo.
Y sobre el polaco Karol Wojtyla señaló: "San Juan Pablo II fue el Papa de la Familia -así quería ser recordado él mismo. Me gusta subrayar esto cuando estamos recorriendo un camino sinodal para la familia".
Por eso, pidió "que ambos intercedan por la Iglesia para que ésta sea dócil al Espíritu Santo en el servicio a la familia".
Previamente, el Papa había centrado su mensaje en las heridas de Cristo: "Jesús mostró sus llagas la primera vez que se apareció a sus discípulos. No estaba Tomás entre ellos ese día. Y dijo que si no las veía y tocaba no creería. Ocho días después Jesús vuelve a aparecérseles a sus discípulos y ese día se vuelve hacia Tomás y lo incita a tocar sus llagas. Tomás se arrodilló y dijo: 'Mi Señor y mi Dios'. Las llagas de Jesús son la verificación de la fe".
Las llagas son el signo permanente del amor de Dios, señaló a continuación el papa Francisco. No para creer que Dios existe sino para creer que Dios es amor y fidelidad, aclaró.
Se refirió entonces a los dos nuevos Santos de la Iglesia: "San Juan XXIII y San Juan Pablo II han tenido el coraje de mirar las llagas de Jesús, no tuvieron vergüenza de la carne de Cristo, no tuvieron vergüenza de la carne del hermano", porque en cada persona sufriente está Jesús.
El Papa definió a Juan Pablo II y Juan XXIII, como "dos hombres valientes, llenos de la parusía del Espíritu Santo, que dieron testimonio a la Iglesia y al mundo de la bondad y la misericordia de Dios. Conocieron las tragedias del siglo XX, pero no fueron derrotados por ellas. Más fuerte en ellos fue la fe en Cristo, redentor del hombre y Señor de la Historia".
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Francisco presidirá esta inédita ceremonia en Plaza de San Pedro que será transmitida al mundo entero. La anunciada presencia de Benedicto XVI convierte a este domingo en el "día de los 4 Papas".
El acto de canonización de los dos pontífices más prominentes del siglo pasado –Juan XXIII y Juan Pablo II; Angelo Roncalli y Karol Wojtyla, respectivamente- se iniciará a las 10 de la mañana (hora de Roma) de este domingo 27 de abril.
El Papa Bergoglio concelebrará la misa con otros sacerdotes y su predecesor, el papa emérito Josef Ratzinger, confirmó su participación.
En Roma, ya se inició la "noche blanca de oración", una vigilia a la espera de la canonización, durante la cual varias Iglesias del centro de la capital italiana permanecerán abiertas para que los fieles puedan rezar y confesarse. Habrá liturgias en diferentes idiomas.
En cuanto a la ceremonia propiamente dicha, el Vaticano calcula que entre 200 y 250 mil personas podrán apiñarse en la plaza y sus adyacencias –aunque se estima en 1 millón el total de peregrinos que se han dado cita en Roma para el evento.
Está prevista una amplísima transmisión en vivo que llegará a 2.000 millones de hogares en el mundo. Además, habrá una cobertura minuto a minuto en los medios de comunicación y las redes sociales, de la que será la canonización más mediatizada de la historia.
En la Plaza, participarán de la ceremonia 1.500 concelebrantes, entre cardenales y obispos, mientras que 870 sacerdotes y diáconos se ocuparán de dar la comunión a los presentes. Por otra parte, habrá 90 delegaciones oficiales de todo el mundo.
El servicio de orden empleará a más de 7.000 personas, entre efectivos policiales, personal vaticano y voluntarios.
Por qué canonizarlos a los dos juntos
Es sin dudas un tiempo de hechos inéditos en la Iglesia: dos Papas presenciarán al canonización de otros dos.
Y así como Karol Wojtyla eligió llamarse Juan Pablo II para unir en su nombre a los dos pontífices del Concilio Vaticano II –Juan XXIII y Pablo VI-, Francisco reúne en esta doble canonización a los dos Papas que más huella dejaron en la historia reciente, incluso más allá de los confines de la fe católica; los dos pontífices que más involucraron a su Iglesia en el devenir humano, los que con más fuerza pusieron el acento en la cuestión social.
Ambos adquirieron proporciones de leyenda. Uno, el "Papa bueno", por la forma en que –cuando se descontaba que el suyo sería un pontificado de transición- sorprendió al mundo y a su iglesia convocando al más amplio Concilio de todos los tiempos, cuyo eco e influjo perdura hasta hoy. El otro, Juan Pablo "Magno", el "Papa viajero", porque pronto se constituyó en una fuerza que aceleró la liberación de los pueblos sojuzgados por el totalitarismo al otro lado de la Cortina de Hierro.
A los dos se los quiso proclamar santos por aclamación al momento mismo de su muerte. El mundo fue testigo del clamor de "¡Santo súbito!" (Santo ya) que se elevó del público el día de los masivos funerales de Juan Pablo II. Y, décadas atrás, al concluir en 1965 el Concilio Vaticano II –dos años después de la muerte de Angelo Roncalli-, los 2.500 obispos presentes quisieron proclamarlo santo allí mismo.
El arzobispo Boccardo, miembro de la Congregación para los Santos, dijo en una entrevista reciente que "los milagros son la confirmación por el Cielo de un sentimiento popular".
De eso se trata la ceremonia de mañana. El Vaticano confirmará la santidad de dos hombres que ya son venerados por los fieles. (Ver también: Cómo fue el proceso de canonización de los dos Papas)
El 5 de julio de 2013, a poco de asumir, Jorge Bergoglio firmó un decreto atribuyendo un segundo milagro a la intercesión de Juan Pablo II (pontífice entre 1978 y 2005), lo que habilitó su rápida canonización a sólo 8 años de su muerte, el 2 de abril de 2005.
En el caso de Juan XXIII (Angelo Roncalli, papa de 1958 a 1963), beatificado por Juan Pablo II en el año 2000, Francisco, haciendo uso de una atribución que tiene como Papa, consideró que no era necesario demostrar que intercedió en un segundo milagro para canonizarlo.
"Canonizarlos a los dos juntos es un mensaje a la Iglesia: estos dos son buenos, son buenos", dijo el papa Francisco poco después, para explicar su decisión.
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Cómo funciona la maquinaria de hacer santos en la Iglesia
La canonización es un proceso para el que la Iglesia católica dispone de una maquinaria burocrática compleja, pero bien engrasada. Tanto, que algunos se refieren a ella como "una fábrica de santos".
Por ese proceso pasó Juan Pablo II, Juan XXIII y -con variaciones en función de las épocas y los casos- los miles de santos reconocidos por el Vaticano.Por este "ministerio de la santidad" –dirigido por el cardenal Angelo Amato- pasan los candidatos a la canonización.
Sin embargo, es el Papa quien tiene la última palabra, el único con poder para decretar la santidad. Y en las últimas décadas, este poder se ha ejercido cada vez con mayor asiduidad.
Durante su pontificado, Juan Pablo II nombró a más 480 santos, más de cuatro veces los canonizados por el resto de pontífices del siglo XX juntos.
Aunque Benedicto XVI redujo ere ritmo -canonizó a 44 santos durante su papado-, Francisco lo retomó. Y en poco más de un año como Sumo Pontífice, el papa argentino ha declarado santas a más personas que Juan Pablo II.
Apenas dos meses de asumir el puesto, santificó a más de 800, los conocicos como "Mártires de Otranto", que en el siglo XV fueron decapitados al negarse a convertirse al Islam.
Esta proliferación de santos se debió, según los expertos, a que en las últimas décadas, el proceso de canonización se fue reformando. El mismo Wojtyla lo simplificó en 1983.
Mientras que algunos critican la multiplicación y la aceleración de las santificaciones al considerar que es una forma de devaluar el valor de la santidad, quienes defienden este cambio argumentan que la Iglesia busca así establecer "modelos de vida" cercanos a los cristianos contemporáneos.
¿Quién puede ser santo?
"Cualquiera puede aspirar a la canonización, sin importar su origen, condición social, raza… Sólo tiene que tener una vida de santidad o lo que llamamos el olor de santidad"
Santiago Blanco, obispo de Cruz del Eje y juez delegado de la Congregación para las Causas de los Santos en Argentina
Quizá una de las preguntas más básicas en relación a este proceso es quién puede, a ojos de la Iglesia católica, aspirar a ser santo.
"Cualquiera puede aspirar a la canonización, sin importar su origen, condición social, raza… Sólo tiene que tener una vida de santidad o lo que llamamos el olor de santidad. Que haya fama de santidad, que haya vivido las virtudes cristianas de un modo heroico y que haya ausencia de obstáculos insuperables", le comenta a BBC Mundo Santiago Blanco, obispo de Cruz del Eje y juez delegado de la Congregación para las Causas de los Santos en Argentina.
Sin embargo, para que se inicie un proceso de canonización, el candidato debe ser propuesto a la diócesis, generalmente del lugar donde murió. Esto, en la práctica, supone un primer filtro.
"Todo cristiano puede proponer a alguien, pero generalmente prosperan aquellas causas que son propuestas por alguna diócesis, comunidades religiosas de hombres o mujeres o grupos de laicos", le dice a BBC Mundo Gerardo Sánchez, juez delegado de las Causas de los Santos del arzobispado de Ciudad de México.
"Nihil obtat"
Obtenido el "nihil obstat", se inicia la primera de las dos etapas del proceso de canonización, la fase diocesana, a la que, una vez superada, seguirá la llamada fase romana.
En la fase diocesana, el obispo constituye un tribunal o una comisión instructora que estudia pormenorizadamente la historia del individuo, su familia, el contexto en que vivió. El postulador será la persona encargada de llevar a cabo ese proceso de recopilación e investigación.
"Después se citan testigos si es una causa actual, de 30 años para acá. Si es una causa histórica, el proceso se basa en documentos históricos. Después de este paso se pasa a la fase romana. Se transfiere la documentación y allí se hace la validación jurídica. Después de eso se nombra a un relator, que va a estudiar toda esa documentación y elaborará una positio, que es una especie de tesis doctoral en la que se exponen los argumentos que demuestran que esa persona vivió heroicamente las virtudes de la fe", cuenta Sánchez.
Dos milagros
Sin embargo, el Papa puede dispensar al candidato de esta condición. Así sucedió, por ejemplo, con Juan XXIII, a quien Francisco nombró santo con sólo un milagro reconocido.
Y, apunta Blanco, también los "mártires", aquellos a quienes la Iglesia considera que "murieron como consecuencia de su fe", quedan eximidos de esa premisa.
La comprobación de un milagro es quizá uno de los puntos más complejos y controversiales y siguen un proceso aparte similar a las dos fases anteriores de la canonización, una en la diócesis y otra en Roma.
La fase romana incluye la revisión del caso por un tribunal médico y por otro de peritos teólogos antes de que una comisión de obispos y cardenales dé su dictamen.
"Si ese dictamen es favorable, solo queda que el Santo Padre firme el decreto de canonización", apunta Blanco.
¿Qué significa ser santo?
"Teológicamente significa que podemos asegurar sin ningún riesgo a equivocarnos que esa persona está en el cielo"
Fermín Labarga, Universidad de Navarra
Una vez que alguien es canonizado es propuesto como modelo para la Iglesia Universal. Mientras que el culto de los beatos es local, el de los santos puede ejercerse desde cualquier lugar.
Desde un punto de vista práctico, convertirse en santo supone que el canonizado es inscrito en el calendario litúrgico, se puede celebrar su fiesta y se le pueden dedicar
"Teológicamente significa que podemos asegurar sin ningún riesgo a equivocarnos que esa persona está en el cielo", le dice a BBC Mundo Fermín Labarga, profesor de derecho canónico de la Universidad de Navarra.
"Porque el Papa al canonizar ejerce su infalibilidad. No cabe duda de que eso es un hecho cierto desde la fe", concluye Labarga.
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