El hidrógeno es uno de los combustibles de futuro más prometedores, pero ahora mismo es caro de producir en grandes cantidades. Científicos de la Universidad de Stanford acaban de publicar un estudio en la revista Science en el que describen un nuevo método para generar hidrógeno tan barato como el que proviene de combustibles fósiles, pero a partir solo de agua y sol. Es casi como una fotosíntesis artificial.
El hidrógeno más barato se extrae a partir del gas natural. Si queremos extraerlo a partir de las moléculas que forman el agua necesitamos un dispositivo de electrólisis
que separe el hidrógeno del oxígeno mediante una corriente eléctrica.
Esta corriente eléctrica podría provenir de células solares, pero el
proceso de electrólisis solar es caro, y su efectividad muy baja.
Lo
que han logrado los investigadores de Stanford es, precisamente eso,
incrementar la eficiencia de la electrólisis solar, y para ello han
llevado el proceso a la misma célula fotovoltaica. La separación del
agua se produce en el mismo dispositivo que genera los electrones
necesarios para ello. el único problema es la oxidación de los
materiales. Para solucionarlo, el grupo de Stanford ha recubierto el
silicio de la célula fotovoltaica con níquel. Tras varios días
funcionando, no han encontrado daño por oxidación.
Investigadores
del Laboratorio de Energías Renovables en Golden, Colorado, aseguran
que el método de Stanford ofrece resultados más prometedores que los que
se han alcanzado en los últimos 40 años trabajando con óxidos en vez de
silicio. Para que esta especie de fotosíntesis artificial sea realmente
efectiva, el siguiente paso es asegurar que las células solares que
realizan la electrólisis aguantarán durante al menos cinco años antes de
degradarse.
El hidrógeno más barato se extrae a partir del gas natural. Si queremos extraerlo a partir de las moléculas que forman el agua necesitamos un dispositivo de electrólisis
que separe el hidrógeno del oxígeno mediante una corriente eléctrica.
Esta corriente eléctrica podría provenir de células solares, pero el
proceso de electrólisis solar es caro, y su efectividad muy baja.
Lo
que han logrado los investigadores de Stanford es, precisamente eso,
incrementar la eficiencia de la electrólisis solar, y para ello han
llevado el proceso a la misma célula fotovoltaica. La separación del
agua se produce en el mismo dispositivo que genera los electrones
necesarios para ello. el único problema es la oxidación de los
materiales. Para solucionarlo, el grupo de Stanford ha recubierto el
silicio de la célula fotovoltaica con níquel. Tras varios días
funcionando, no han encontrado daño por oxidación.
Investigadores
del Laboratorio de Energías Renovables en Golden, Colorado, aseguran
que el método de Stanford ofrece resultados más prometedores que los que
se han alcanzado en los últimos 40 años trabajando con óxidos en vez de
silicio. Para que esta especie de fotosíntesis artificial sea realmente
efectiva, el siguiente paso es asegurar que las células solares que
realizan la electrólisis aguantarán durante al menos cinco años antes de
degradarse.Noticias
Dos
partes de hidrógeno, y una de oxígeno. Esa es la composición del agua, y
también son los ingredientes que están usando un grupo de
investigadores europeos para generar una llama lo bastante potente como
para soldar metales. Se llama SafeFlame y no es magia, solo ciencia.
SafeFlame
es un proyecto europeo de investigación en el que participa un
conglomerado de empresas de ingeniería y energía. La tecnología que
utilizan no es, para nada, nueva. El agua puede separarse en sus dos
componentes básicos mediante electrólisis y membranas catalizadoras. El problema es que estas membranas requieren componentes muy costosos como el platino.
SafeFlame
ha logrado diseñar un sistema que utiliza componentes más asequibles. El
resultado es una estación de soldadura que se alimenta únicamente de
agua y, eso sí, consume una considerable cantidad de electricidad. Pese a
ello, y si tenemos en cuenta el coste de adquirir y mantener productos
inflamables peligrosos como el oxígeno o el acetileno, el coste de
SafeFlame es en torno a 20 veces menor que las estaciones de soldadura
convencionales.
No es la
única ventaja. La combustión del oxígeno y el hidrógeno se produce justo
en la boca de la antorcha. La herramienta permanece fría, e incluso
puede tocarse sin guantes mientras está en funcionamiento o nada más
apagarla. Además, la llama es menos luminosa (por lo que daña menos los
ojos del operario) y no produce gases. El único elemento residual es...
más agua.
El
prototipo de SafeFlame está siendo probado ya en varias empresas del
Reino Unido y su comercialización, según sus responsables está próxima.

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