Te voy a golpear la boca con un
ataque furtivo de besos,
implacables, imparables.
Se van a romper tus labios con
tantos roces violentos,
insaciables, incontables.
Te pegare con violencia mi lengua
contra tu cuello,
insondable, agradable,
me siento tan agresivo que con mi
piel te atropello,
excitable, blasfemable.
Voy a masacrar tus labios con estos
dientes de sable,
miserables, azotables,
que no quedaran tranquilos hasta
llenarlos de sangre.
Te miro, estas de rodillas, entonces
yo me detengo,
te golpeo la mejilla con algo duro
que tengo.
Lo tomas con ambas manos, bordeas
toda la cima,
lo haces con tal destreza que
empiezo a ver estrellitas.
Magullas, ávida. Karina tan
exquisita,
te llega hasta la tráquea, no arcadas, estas igualita.
Lo absorbes tan agresiva que exploto cual dinamita,
empero tú continuas, no te detienes
flaquita,
lo muerdes y lo masticas, hasta que
queda blandita.
Tú no eres una mujer, tú eres la
diosa Afrodita.
Tú continúas mordiendo como si
fuera comida,
soy un motor sin bencina y lo
conduce una ninfa,
empiezo a sentir cosquillas y a ti te dio seguidilla,
lo que tienes en la boca es de carne y no es barquilla.
Para saber que se ha acabado no hay
que ser de la CIA,
me miras con tal malicia, se me
excita hasta la encía,
a ti nada te detiene, esta lucha
está reñida,
pero ya lo conseguiste, el muerto
ha vuelto a la vida.

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