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La discapacidad infantil mutila las oportunidades de supervivencia

SANTO DOMINGO. Los niños  con alguna discapacidad son tres veces más proclives a sufrir algún tipo de violencia que sus contemporáneos capacitados. El informe más reciente de Unicef así lo reseña sobre el Estado Mundial de la Infancia, este año dedicado a los infantes discapacitados.

La pregunta es obligatoria: ¿Por qué los niños con discapacidad correnn un riesgo mucho mayor de padecer violencia? En primer lugar, según la entidad, atender a un niño con discapacidad puede suponer una carga extraordinaria para los progenitores, con lo que aumenta el riesgo de malos tratos.

Segundo, "las cifras de niños y niñas con discapacidad a los que se ingresa en instituciones siguen siendo elevadas, lo cual constituye un importante factor de riesgo de abuso sexual y físico".

Y por último, los impedimentos que afectan a la comunicación hacen que algunos discapacitaods sean especialmente vulnerables porque no pueden denunciar experiencias de abuso. Los niños con discapacidades intelectuales presentan 4,6 veces más probabilidades de ser víctimas de la violencia sexual que aquellos no discapacitados.

Según una estimación de uso común, alrededor de 93 millones de niños (1 de cada 20) menores de 14 años vive con alguna discapacidad moderada o grave.

Estas conclusiones las señalan instituciones como la Organización Mundial de la Salud y la Universidad John Moores de Liverpool, entidades que practicaron el primer análisis sistemático de los estudios existentes sobre violencia contra los niños con discapacidad.
Ese informe manifiesta que los niños con discapacidad presentan un riesgo mayor de experimentar violencia que sus compañeros no discapacitados: 3,7 veces más proclives a padecer modalidades combinadas de violencia, 3,6 veces a ser víctimas de violencia física y 2,9 veces a padecer violencia sexual.

Pobreza y discapacidad, un binomio indeseado


El informe de Unicef saca a la luz que existe una estrecha relación entre pobreza y discapacidad, unión que va ligada a cuestiones relativas al género, la salud y el empleo.

"Los niños y niñas con discapacidad crecen en medio de una mayor pobreza; tienen menos acceso a la enseñanza y a los servicios de salud; y están en desventaja en numerosos aspectos, entre ellos, una mayor probabilidad de abuso y de ruptura familiar", afirma Unicef.

La Organización Internacional del Trabajo revela que en por lo menos 10 países de bajos y medianos ingresos, los costos económicos de la discapacidad representan entre el 3% y el 5% del producto interno bruto.

Sumado a esto, es preocupante el hecho de que los hogares con personas discapacitadas, por lo regular, tienen ingresos más bajos y mayores probabilidades de vivir por debajo del umbral de pobreza.

En los países en desarrollo, las familias con una o más personas discapacitadas gastan mucho más en atención de la salud, lo que genera que un núcleo social de clase media puede tener un nivel de vida equivalente al de una de clase baja.

Empezar desde temprano


Los niños y niñas cuya discapacidad o retraso en el crecimiento se detecta a tiempo tienen muchas más posibilidades de alcanzar su pleno potencial, según el informe de Unicef.
"La educación en la primera infancia es importante porque cerca del 80% de la capacidad cerebral se desarrolla antes de los 3 años, y porque el periodo comprendido entre el nacimiento y la escuela primaria es especialmente propicio para adaptar la educación centrada en el desarrollo a las necesidades del niño o niña", apunta.

Con el apoyo de la familia y la comunidad desde los primeros días de sus vidas, los niños y niñas con discapacidad tienen más probabilidades de aprovechar sus años de enseñanza y prepararse para la vida adulta.

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad destaca el papel de la familia como unidad natural de la sociedad y el apoyo que el Estado debe darles.

"Las personas con discapacidad y los miembros de sus familias deben recibir la protección y la ayuda necesarias para que las familias puedan contribuir al goce pleno y equitativo de los derechos de las personas discapacitadas", suscriben los países actuantes.

Sin embargo, el proceso exigirá el esfuerzo de todas las fuerzas políticas, sociales y culturales para cambiar la realidad de las personas con discapacidad y presentarles un mundo favorable para una vida lo más normal posible.

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