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Todo sobre Energia renovable

Ciencia climática. El clima podría estarse calentando menos a consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero de lo que se pensaba. Pero eso no significa que el problema esté desapareciendo.

Si esos estimados eran correctos, requerirían revisiones de la ciencia climática y, posiblemente, de las políticas públicas. Si, como aconseja la sabiduría convencional, las temperaturas mundiales podrían incrementarse en 3°C o más en respuesta a una duplicación de las emisiones, entonces la respuesta correcta sería aquella que la mayor parte del mundo pregona: refrenar el calentamiento y los gases de efecto invernadero que lo están provocando.

En la jerga esto se denomina "mitigación". Por otra parte, si existe la posibilidad de algo realmente catastrófico, como un incremento de 6°C, eso justificaría intervenciones drásticas. Esto sería equivalente a obtener seguros contra desastres. Podría parecer un gasto innecesario cuando se están pagando las primas, pero cuando se necesita, realmente se necesita. Muchos economistas, incluyendo a William Nordhaus de Universidad de Yale, citaron este caso.
Sin embargo, si las temperaturas es probable que se incrementen en solo 2°C como resultado de una duplicación de las emisiones de carbono (y si la probabilidad de un aumento de 6°C es trivial), el cálculo podría cambiar. Quizás el mundo debería tratar de ajustarse (en lugar de detener) el derroche de gases de efecto invernadero. No tiene sentido comprar seguro contra terremotos si usted no vive en una zona sísmica. En este caso más adaptación en lugar de más mitigación podría ser la política correcta al margen. Pero eso solo sería un buen consejo si estos nuevos estimados fuesen realmente más confiables que los anteriores. Y diferentes modelos resultan en resultados distintos.
Un tipo de modelo - modelos de circulación general, o GCM (por sus siglas en inglés) - utiliza un enfoque de abajo hacia arriba. Estos dividen la tierra y su atmósfera en una cuadricula que genera un número enorme de cálculos a fin de imitar el sistema climático y las múltiples influencias sobre este. La ventaja de esos modelos complejos es que son extremadamente detallados. Su desventaja es que no responden a nuevas lecturas de temperatura. Ellos simulan la manera en que el clima opera en el largo plazo, sin tomar en cuenta las observaciones actuales. Su sensibilidad está basada en qué tan correctamente describen el proceso y la retroalimentación del sistema climático.
El otro tipo - modelos de equilibrio de energía - son más sencillos. Son de arriba hacia abajo, y tratan la tierra como una sola entidad o como dos hemisferios, y representan todo el clima con unas cuantas ecuaciones que reflejan cosas tales como cambios en los gases de efecto invernadero, aerosoles volcánicos y las temperaturas mundiales. Esos modelos no tratan de describir las complejidades del clima. Ese es otro inconveniente. Pero también tiene una ventaja: a diferencia del GCM, estos explícitamente emplean datos de temperaturas para estimar la sensibilidad del sistema climático, de manera que responden a observaciones reales del clima.
Los estimados IPCC de sensibilidad climática están basados en parte en CGM. Debido a que estos reflejan la comprensión científica de cómo funciona el clima, y esa comprensión no ha cambiado mucho, los modelos tampoco han cambiado y no reflejan el hiato reciente en el aumento de las temperaturas. Por el contrario, el estudio noruego se basó en un modelo de equilibrio de energía. También lo fueron otros anteriores influyentes por Reto Knutti del Instituto para Ciencia Atmosférica y Climática; por Piers Forster de la Universidad de Leeds y Jonathan Gregory de la Universidad de Reading; por Natalia Andronova y Michael Schlensinger, ambos de la Universidad de Illinois, y por Magne Aldrin del Centro Noruego de Computación (quien es también coautor del nuevo estudio noruego). Todos estos encontraron sensibilidades climáticas menores. El estudio de los doctores Forster y Gregory determinó un estimado central de 1.6°C para la sensibilidad de equilibrio, con una probabilidad de 95% de un rango de 1.0-4.1°C. El del Dr. Aldrin y otros encontraron una probabilidad de 90% de un rango de 1.2-3.5°C.
Podría parecer obvio que los modelos de equilibrio de energía son mejores: ¿no concuerdan con lo que está sucediendo realmente? Sí, pero esa no es toda la historia. Myles Allen de la Universidad de Oxford señala que los modelos de equilibrio de energía son mejores en representar mecanismos simples y directos de retroalimentación que los dinámicos e indirectos.
La mayoría de los gases de efecto invernaderos son directos: calientan el clima. El impacto directo de los volcanes es también directo: lo refrescan al reflejar la luz del sol. Pero los volcanes también cambian los patrones de circulación en la atmósfera, que puede entonces calentar indirectamente al clima, compensando parcialmente el enfriamiento directo. Modelos simples de equilibrio de energía no pueden captar esta retroalimentación indirecta. De manera que podrían exagerar el enfriamiento volcánico.
Esto significa que, si por alguna razón, hubo factores que de manera temporal amortiguaron el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero en las temperaturas mundiales, los modelos simples de equilibrio de energía podrían no tomarlos en cuenta. Serían demasiado sensibles a ralentización pasajera. En resumen, los diferentes tipos de modelos climáticos miden cosas un tanto diferentes.
Nubes de incertidumbre
Esto también significa que el decir que el clima es menos sensible a las emisiones de CO2 de lo que se creía anteriormente no puede estar basado solo en los modelos. Deben haber otras explicaciones - y, ocurre, que las hay: influencias climáticas individuales y bucles de retroalimentación que amplifican (y en ocasiones moderan) el cambio climático.
Empecemos con los aerosoles, tales como los de sulfatos. Estos evitan que la atmósfera se caliente al reflejar la luz solar. Algunos también la calientan. Pero en contrapeso los aerosoles compensan el impacto del calentamiento del dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero. La mayoría de los modelos climáticos conjeturan que los aerosoles enfrían la atmósfera en cerca de 0.3-0.5°C. Si eso subestimó los efectos de los aerosoles, quizás podría explicar la falta de calentamiento reciente.
Sin embargo no lo hace. De hecho, podría ser realmente una sobreestimación. En los últimos años, las mediciones de los aerosoles han mejorado grandemente. Datos detallados de satélites y globos sugieren que su efecto de enfriamiento es menor (y de calentamiento mayor, en los casos donde ocurre). La evaluación de filtrado del IPCC (que todavía está sujeto a evaluación y revisión) sugiere que las estimaciones del "forzamiento" radiativo de aerosoles -su efecto de calentamiento o enfriamiento- había cambiado de menos 1.2 vatios por metro cuadrado de la superficie de la tierra en el estimado del 2007 a menos 0.7W/m2 ahora: o sea, menos enfriamiento.
© 2013 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.
De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com

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