Personas de todos los credos religiosos se reunirán en las ruinas de Chichén Itzá, en México, no por el fin del mundo, sino para celebrar el inicio de una "nueva era"
La celebración del "amanecer cósmico" comenzó con un accidente que hizo caer el fuego sagrado con el que se buscaba honrar la conclusión de un largo conteo en el calendario maya, prevista para el viernes.
Gabriel Lemus, el guardián de la flama, se quemó un dedo con la incendaja y luego alguien dejó que un tronco se saliera del brasero ceremonial, donde se quemaba, y cayera en el escenario de madera, antes de levantarlo rápidamente.
Pese a ello, Lemus, de cabello cano y vestimenta blanca, está convencido de que las condiciones son propicias para el buen comienzo de una "Nueva Era", aproximadamente a las 5:00 de la madrugada del viernes.
Lo mismo opinó la mayoría de los 1.000 asistentes a la ceremonia, un público de místicos variopintos, entre chamanes, videntes, astrólogos, yoguis, sufíes, suamis y promotores del uso de cristales de cuarzo para la suerte y la salud, en un centro de convenciones de la ciudad de Mérida, aproximadamente a hora y media de las ruinas mayas de Chichén Itzá, en auto.
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"Es un amanecer cósmico", recalcó Lemus. "Vamos a recuperar la capacidad de comunicarnos telepáticamente... y levitar cosas, como lo hacían nuestros abuelos".
Estas personas no creen que el mundo vaya a acabarse este viernes. Después de todo, la conclusión de las ceremonias está prevista para el 23 de diciembre.
En vez de ello, dicen los participantes, están ahí para celebrar el nacimiento de una nueva era.
Un visionario indígena mexicano, llamado Ac Tah, que ha recorrido varias zonas de México para construir pirámides pequeñas a las que llama circuitos neurológicos, dice tener "grandes esperanzas" sobre el 21 de diciembre.
"Nos estamos preparando para recibir un gran campo magnético del centro de la galaxia", afirmó.
Terry Kvasnik, de 32 años, es acróbata y doble de cine. Llegó desde Manchester, Inglaterra, para atestiguar este comienzo de la nueva era y tiene un lema para vivir la jornada que transformará la humanidad.
"Estar enamorado, no atemorizado", dijo Kvasnik, quien no sabe todavía a qué ceremonia asistirá el viernes pero sí puede garantizar algo, con una sonrisa. "Estaré en el lugar más feliz que pueda".
Gabriel Lemus, el guardián de la flama, se quemó un dedo con la incendaja y luego alguien dejó que un tronco se saliera del brasero ceremonial, donde se quemaba, y cayera en el escenario de madera, antes de levantarlo rápidamente.
Pese a ello, Lemus, de cabello cano y vestimenta blanca, está convencido de que las condiciones son propicias para el buen comienzo de una "Nueva Era", aproximadamente a las 5:00 de la madrugada del viernes.
Lo mismo opinó la mayoría de los 1.000 asistentes a la ceremonia, un público de místicos variopintos, entre chamanes, videntes, astrólogos, yoguis, sufíes, suamis y promotores del uso de cristales de cuarzo para la suerte y la salud, en un centro de convenciones de la ciudad de Mérida, aproximadamente a hora y media de las ruinas mayas de Chichén Itzá, en auto.
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"Es un amanecer cósmico", recalcó Lemus. "Vamos a recuperar la capacidad de comunicarnos telepáticamente... y levitar cosas, como lo hacían nuestros abuelos".
Estas personas no creen que el mundo vaya a acabarse este viernes. Después de todo, la conclusión de las ceremonias está prevista para el 23 de diciembre.
En vez de ello, dicen los participantes, están ahí para celebrar el nacimiento de una nueva era.
Un visionario indígena mexicano, llamado Ac Tah, que ha recorrido varias zonas de México para construir pirámides pequeñas a las que llama circuitos neurológicos, dice tener "grandes esperanzas" sobre el 21 de diciembre.
"Nos estamos preparando para recibir un gran campo magnético del centro de la galaxia", afirmó.
Terry Kvasnik, de 32 años, es acróbata y doble de cine. Llegó desde Manchester, Inglaterra, para atestiguar este comienzo de la nueva era y tiene un lema para vivir la jornada que transformará la humanidad.
"Estar enamorado, no atemorizado", dijo Kvasnik, quien no sabe todavía a qué ceremonia asistirá el viernes pero sí puede garantizar algo, con una sonrisa. "Estaré en el lugar más feliz que pueda".
En Guatemala, aborígenes de las ruinas de Tikal iniciaron las ceremonias que causaron revuelo mundial con presagios de un fin del mundo este 21 de diciembre
Crédito foto: Reuters
Los mayas cierran este viernes en el solsticio una era de 5.200 años en su calendario y darán la bienvenida a un nuevo ciclo, acontecimiento que dio lugar a interpretaciones catastrofistas, impulsó a crédulos alrededor del mundo a refugiarse en montañas o búnkers y llevó a científicos a explicar una y otra vez que la Tierra -y su carga de seres humanos- seguirá allí el sábado.
La fiebre apocalíptica fue aprovechada por empresarios y gobiernos para atraer turistas a sitios arqueológicos de México, Guatemala, Honduras, Belice y El Salvador, territorios donde se asentó el imperio maya, una cultura con vasto legado de conocimientos para la humanidad, ya en decadencia cuando llegaron los conquistadores españoles.
Ante unos 3.000 espectadores, con rituales y danzas, frente a la pirámide de la Gran Plaza del Parque Arqueológico de Tikal, arrancó la noche del jueves la celebración oficial encabezada por el presidente Otto Pérez, y que concluirá con una gran ceremonia maya al amanecer del viernes, en saludo al sol.
Policías y militares, apoyados por vehículos artillados, vigilan las cercanías de Tikal, 560 kilómetros al norte de Ciudad de Guatemala, y los poblados próximos, reflejo de un país golpeado por la violencia del narcotráfico.
¿Qué pasará el 21 de diciembre?
Animado en buena parte por las superproducciones de Hollywood que explotaron el siempre vendible tema de un fin del mundo inminente, el 21 de diciembre tiene alborotado al mundo.

Algunos se han refugiado en montañas, como ocurre en Serbia, Brasil o Francia. En China un millar de miembros de una secta que predice cataclismos están detenidos. En los Estados Unidos o en Rusia se han preparado refugios con grandes raciones de comida. En Argentina, por temor a suicidios, se prohibió el acceso a una montaña considerada por muchos como cargada de energía espiritual.
Pero la gran mayoría, escéptica, se lo toma con buen humor, mientras gobiernos y empresarios de México y Centroamérica se frotan las manos con la llegada de miles de turistas que se agolpan en sitios arqueológicos como Tikal, Copán (Honduras) o Chichen Itzá (México), que se prepara para recibir a más de 15.000 visitantes el viernes.
Ante el riesgo de pánico, especialistas y líderes mayas, gobiernos -entre ellos los de Estados Unidos y Rusia- y hasta la agencia espacial NASA, han explicado una y otra vez que no sucederá nada extraño.
El origen de todo está en una piedra tallada encontrada en el sitio mexicano de Tortuguero, que alude a un evento místico en el solsticio de este diciembre. Según el calendario de los mayas, es la culminación de la cuenta larga de 13 ciclos con que medían el tiempo, el baktun, cada uno de 400 años.
"Los mayas eran científicos y sabían todo de la naturaleza y de los ciclos del mundo. Esta fecha no tiene nada de apocalíptica. Los mayas tampoco creen en el fin del mundo", comentó en Tikal el inglés Rohan Tamdbyrajah, un turista de 20 años que no quiso perderse la ceremonia.
Con un bosque profundo que alberga jaguares, pumas, dantas, jabalíes, venados y centenares de tipos de mariposas y aves, Tikal, una de las ciudades más representativas de la civilización maya, es ahora centro de peregrinaje de cientos de turistas.
En la plaza de Tikal, el gobierno celebra con invitados especiales, entre ellos la presidente costarricense Laura Chinchilla. Fuera de allí, en actos discretos, los descendientes de los mayas darán la bienvenida a la nueva era rogando por un despertar de la humanidad.
"Para nosotros no es un show y no es turismo, es algo espiritual y personal", dijo Sebastiana Mejía, de la Conferencia de Ministros Mayas.
El secretario del Gran Consejo de Autoridades Ancestrales Mayas, Alberto Marroquín, afirmó que los mayas se sentían marginados de las actividades en la majestuosa Tikal.
"Es irónico e ilógico, es como celebrar algo y que no esté invitada la persona principal", dijo Marroquín en este parque, Tikal, que tiene una extensión de 576 km2, de los cuales 16 corresponden a las ruinas, con plazas, templos y un observatorio astronómico.
Marroquín, quien llegó a Tikal con otros sacerdotes para hacer una ceremonia paralela, criticó que la fecha se haya usado como "mercancía" y para paranoias de cataclismo. "No somos magos ni brujos (...), somos científicos de pensamiento propio", subrayó.
Poco antes de empezar el acto oficial, unos 200 indígenas protestaron contra esa celebración por considerarse excluidos, pero tras dialogar con los organizadores entraron a dejar ofrendas a este majestuoso sitio, declarado Patrimonio Mundial cultural y natural de la Humanidad por la Unesco.

Ceremonias espirituales también se prepararon en México, Honduras, El Salvador y Belice. En el cenote sagrado de Zaci, un profundo estanque de agua clara ubicado en Yucatán, sureste mexicano, un sacerdote maya encabezará el viernes al amanecer la ceremonia del encendido del fuego nuevo para marcar el inicio de otra era.
Incluso en Bolivia, en la mítica Isla del Sol, en el Lago Titicaca, el gobierno del indígena Evo Morales realizará el viernes una ceremonia que espera la asistencia de más de 5.000 visitantes, por el inicio de un nuevo tiempo y el "fin de la oscuridad".
La fiebre apocalíptica fue aprovechada por empresarios y gobiernos para atraer turistas a sitios arqueológicos de México, Guatemala, Honduras, Belice y El Salvador, territorios donde se asentó el imperio maya, una cultura con vasto legado de conocimientos para la humanidad, ya en decadencia cuando llegaron los conquistadores españoles.
Ante unos 3.000 espectadores, con rituales y danzas, frente a la pirámide de la Gran Plaza del Parque Arqueológico de Tikal, arrancó la noche del jueves la celebración oficial encabezada por el presidente Otto Pérez, y que concluirá con una gran ceremonia maya al amanecer del viernes, en saludo al sol.
Policías y militares, apoyados por vehículos artillados, vigilan las cercanías de Tikal, 560 kilómetros al norte de Ciudad de Guatemala, y los poblados próximos, reflejo de un país golpeado por la violencia del narcotráfico.
¿Qué pasará el 21 de diciembre?
Animado en buena parte por las superproducciones de Hollywood que explotaron el siempre vendible tema de un fin del mundo inminente, el 21 de diciembre tiene alborotado al mundo.
Algunos se han refugiado en montañas, como ocurre en Serbia, Brasil o Francia. En China un millar de miembros de una secta que predice cataclismos están detenidos. En los Estados Unidos o en Rusia se han preparado refugios con grandes raciones de comida. En Argentina, por temor a suicidios, se prohibió el acceso a una montaña considerada por muchos como cargada de energía espiritual.
Pero la gran mayoría, escéptica, se lo toma con buen humor, mientras gobiernos y empresarios de México y Centroamérica se frotan las manos con la llegada de miles de turistas que se agolpan en sitios arqueológicos como Tikal, Copán (Honduras) o Chichen Itzá (México), que se prepara para recibir a más de 15.000 visitantes el viernes.
Ante el riesgo de pánico, especialistas y líderes mayas, gobiernos -entre ellos los de Estados Unidos y Rusia- y hasta la agencia espacial NASA, han explicado una y otra vez que no sucederá nada extraño.
El origen de todo está en una piedra tallada encontrada en el sitio mexicano de Tortuguero, que alude a un evento místico en el solsticio de este diciembre. Según el calendario de los mayas, es la culminación de la cuenta larga de 13 ciclos con que medían el tiempo, el baktun, cada uno de 400 años.
"Los mayas eran científicos y sabían todo de la naturaleza y de los ciclos del mundo. Esta fecha no tiene nada de apocalíptica. Los mayas tampoco creen en el fin del mundo", comentó en Tikal el inglés Rohan Tamdbyrajah, un turista de 20 años que no quiso perderse la ceremonia.
Con un bosque profundo que alberga jaguares, pumas, dantas, jabalíes, venados y centenares de tipos de mariposas y aves, Tikal, una de las ciudades más representativas de la civilización maya, es ahora centro de peregrinaje de cientos de turistas.
En la plaza de Tikal, el gobierno celebra con invitados especiales, entre ellos la presidente costarricense Laura Chinchilla. Fuera de allí, en actos discretos, los descendientes de los mayas darán la bienvenida a la nueva era rogando por un despertar de la humanidad.
"Para nosotros no es un show y no es turismo, es algo espiritual y personal", dijo Sebastiana Mejía, de la Conferencia de Ministros Mayas.
El secretario del Gran Consejo de Autoridades Ancestrales Mayas, Alberto Marroquín, afirmó que los mayas se sentían marginados de las actividades en la majestuosa Tikal.
"Es irónico e ilógico, es como celebrar algo y que no esté invitada la persona principal", dijo Marroquín en este parque, Tikal, que tiene una extensión de 576 km2, de los cuales 16 corresponden a las ruinas, con plazas, templos y un observatorio astronómico.
Marroquín, quien llegó a Tikal con otros sacerdotes para hacer una ceremonia paralela, criticó que la fecha se haya usado como "mercancía" y para paranoias de cataclismo. "No somos magos ni brujos (...), somos científicos de pensamiento propio", subrayó.
Poco antes de empezar el acto oficial, unos 200 indígenas protestaron contra esa celebración por considerarse excluidos, pero tras dialogar con los organizadores entraron a dejar ofrendas a este majestuoso sitio, declarado Patrimonio Mundial cultural y natural de la Humanidad por la Unesco.
Ceremonias espirituales también se prepararon en México, Honduras, El Salvador y Belice. En el cenote sagrado de Zaci, un profundo estanque de agua clara ubicado en Yucatán, sureste mexicano, un sacerdote maya encabezará el viernes al amanecer la ceremonia del encendido del fuego nuevo para marcar el inicio de otra era.
Incluso en Bolivia, en la mítica Isla del Sol, en el Lago Titicaca, el gobierno del indígena Evo Morales realizará el viernes una ceremonia que espera la asistencia de más de 5.000 visitantes, por el inicio de un nuevo tiempo y el "fin de la oscuridad".
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