En este montaje que un agencia instaló en una plaza de Bruselas (Bélgica) hasta el más pequeño detalle estaba cuidado: un mentalista con pinta de gurú llamado Dave, una invitación a leerte la mente,
un ambiente de colores blancos e inocentes… Y toda una serie de
detalles para relajar a los invitados: la excusa de que era una prueba
para un futuro programa de televisión, el abrazo de bienvenida, el
contacto visual… el manual del perfecto lector de mentes puesto en práctica, vamos.
Durante las sesiones puede verse cómo los protagonistas van quedándose cada vez más y más alucinados cuando el mentalista «adivina»
cosas personales sobre ellos, cosas personales que nadie más que ellos
saben (?!) incluyendo algunas tan íntimas como los tatuajes que llevan
en su cuerpo o qué precio han puesto a la casa que están vendiendo.
El final hay que verlo.
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