Cuando Albert Einstein murió, en 1955, el patólogo Thomas Harvey le realizó una autopsia y removió el cerebro del físico nacido en Alemania para analizarlo en detalle con la esperanza de que le pudiera revelar los secretos detrás de su inteligencia. Durante el procedimiento, tomó imágenes del cerebro y las dispuso en diversas láminas que hoy están disponibles en el iPad por un costo de US$ 9,99.
Harvey seccionó el cerebro del científico y durante el transcurso de los años fue "regalando" algunas muestras de la materia gris a distintos investigadores y médicos, para que ellos también pudieran estudiar al físico.
De esas investigaciones surgió, por ejemplo, que el lóbulo parietal del padre de la teoría de la relatividad era 15% más grande que la media. Esa región está relacionada con la comprensión matemática, el lenguaje y las relaciones espaciales.

0 Comentarios