Felipe Calderón entregará la presidencia de México a Enrique Peña Nieto en diciembre.
Los especialistas coinciden en
que México tiene uno de los procesos de cambio de gobierno más largos y
costosos del mundo. Este año, por ejemplo, el presidente electo Enrique
Peña Nieto tiene a su disposición unos US$11,5 millones para gastar en
la forma que su equipo considere más conveniente.
Es más del doble del dinero que se asignó en
2008 al entonces presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama,
quien tuvo recursos públicos por US$5 millones para preparar su arribo a
la Casa Blanca después de ganar los comicios.Eso provoca una amplia discrecionalidad en el manejo del presupuesto, insiste. Los decretos para asignar recursos para el relevo presidencial establecen que debe utilizarse para elaborar el plan de trabajo del nuevo gobierno, así como para el pago de asesores, equipo y papelería que se necesite.
Pero en términos reales, para cumplir estas tareas, son los colaboradores del nuevo mandatario quienes deciden a quién contratar, los servicios necesarios y el sueldo asignado a sus empleados.
Es algo que no sólo ocurre en la presidencia mexicana. Recientemente Juan Sabines, gobernador de Chiapas, uno de los estados más pobres de México, solicitó un presupuesto de US$384 millones para el cambio de gobierno en su entidad.
La petición causó revuelo en el país y al final fue rechazada. Sin embargo, es una muestra de las costumbres políticas mexicanas.
"Yo le llamo la dote del poder, pues quien gana tiene garantizada una bolsa de millones de pesos para gastarla prácticamente en lo que quiere", afirma el periodista.
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