¿Se te
antoja la privacidad de tu propia isla privada, pero odias estar atado a
un solo lugar?
Si es así, una firma austriaca ha desarrollado la
solución a tus problemas: una isla flotante hecha por el hombre, con dos
pequeños motores de diesel para cuando desees cambiar de escenario.
La isla Orsos tiene forma oval y fue diseñada para combinar la
movilidad de un yate con el confort de una casa. Ofrece seis recámaras
distribuidas en tres pisos y 1.000 metros cuadrados, casi lo equivalente
a cuatro canchas de tenis, de espacio habitable con todos los lujos.Aunque no cuenta con una cancha de tenis, aquellos que anhelan jugar billar subacuático se alegrarán al saber que en el casco de la isla hay un gran salón de juegos. Mientras tanto, la sala de karaoke subacuático es ideal para aquellos cuyas voces es mejor mantenerlas alejadas de la civilización.
La isla también está equipada con todas las comodidades propias relacionadas al mar que tanto disfrutan los adinerados: jacuzzi, asador, camastros para tomar el sol, minibar, un majestuoso comedor y, por supuesto, un acuario.
El precio de venta es ciertamente mucho mayor a lo que esperaría pagar por una mansión en tierra firme, pero con un costo de 6,5 millones de dólares es un precio mucho menor que el promedio de los megayates y las islas caribeñas que actualmente compran los grandes acaudalados.
“Desde que la lanzamos ha habido una increíble cantidad de interes en la isla. Diariamente recibo preguntas de gente alrededor del mundo, incluyendo Estados Unidos, Europa, el Medio Oriente y China”, informó Elizabeth Recsy, jefe de comunicaciones de la Isla Orsos.
“Hasta ahora no parece haber un cliente típico. He hablado con clientes privados que buscan un refugio de lujo, inversionistas que andan tras un buen negocio y cadenas hoteleras que buscan diversificarse e intentar algo diferente”, añadió.
La isla es parte del apasionado proyecto del empresario húngaro Gabor Orsos, antiguo hotelero que quería combinar las mejores características de los hoteles de lujo con la flexibilidad que proveen los grandes yates.
Con 37 metros de largo, la isla puede anclarse en cualquier lugar del mundo que desee el dueño. Pero, aunque se parece al Millenium Falcon de La Guerra de las Galaxias, no puede llegar a los destinos tropicales a la velocidad de la luz, ya que sus pequeños motores a diesel solo le permiten realizar viajes cortos. En su lugar, la empresa recomienda que el dueño contrate un remolcador o barco de carga para poder realizar viajes largos.
Para promover sus credenciales verdes, los diseñadores incorporaron 160 metros cuadrados de paneles solares en el techo, así como pozos generadores de viento que pueden producir entre 28 y 30 kilovatios- hora de energía (kwh), más o menos el promedio de consumo diario de una vivienda familiar.
“El máximo uso de energía que puede ocurrir en la isla, cuando todo se está utilizando al mismo tiempo, es de unos 45 kwh. En ese caso, los dos motores de diesel se utilizarían para cubrir las necesidades energéticas requeridas”, dijo Recsy.
Si los dueños de la isla intempestivamente naufragaran con la isla, el navío cuenta con su propio sistema de desalinización capaz de transformar 12,000 litros de agua de mar en agua potable utilizando un proceso de osmosis invertida.
De acuerdo con Recsy, la fase de diseño de la isla se completó hace cerca de un mes, y la empresa actualmente se encuentra en la preparación de la fase de producción. “Tenemos ya varias órdenes hechas y comenzaremos a construir las islas a inicios del próximo año en nuestras instalaciones de Europa central”.
Previendo que el tiempo de construcción sea de 24 meses a menos de un año, una vez que la empresa se expanda, las Islas Orsos flotantes podrían convertirse próximamente en una vista no tan permanente en el horizonte.
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