Es un notable agricultor de la comunidad de Arenita, en el municipio de El Valle, provincia Hato Mayor, donde se afilió a una asociación campesina que le gestionó con el Instituto Agrario Dominicano (IAD) una parcela, que se considera la modelo del proyecto AC-La Piñita.
“Perdí mis piernas por una Elefantiasis, pero no he perdido el deseo de vivir, por eso llevo más de siete años dedicado a darle vida a la tierra, sembrando más de 20 tareas de plátano, yuca, yautía, rulo, maíz, tayota y otros cultivos, para poder sobrevivir y ayudar a mi madre y hermana, que también han perdido sus extremidades, afectadas de Elefantiasis”, cuenta.
Para llegar a su parcela, Cisnero tiene que recorrer unos 15 kilómetros a caballo y cuando llega al fundo recorrer con sus brazos, que le sirven de pies, los sembradíos.
Llegó a El Valle hace siete años, movido por el deseo de conseguir un pedazo de tierra donde ganarse la vida.
Cuando está en el campo duerme sobre una colchoneta que lanza al suelo de una rancheta que construyó con techo de pencas de yagua, para guarecerse de las inclemencias del tiempo.
No tiene un techo seguro donde vivir en el campo y cuando va al pueblo a vender los rubros y frutos recolectados, entonces duerme en el piso de la iglesia donde se congrega, la Iglesia de Jesucristo el Buen Samaritano”, de El Valle.
Ha preferido pernoctar más en el campo, llevando una vida solitaria, teniendo que producir y cocer sus alimentos para subsistir y prolongar su vida.
Perdió sus dos piernas debido a la Elefantiasis hereditaria que afecta a la familia, una enfermedad donde la sangre no tiene protagonismo por las bacterias.
0 Comentarios