El erotismo y la estilizada sensualidad femenina, dos de las constantes
en la obra del alemán, formaron un tándem perfecto con el glamour
parisino durante este periodo de su vida.
A Newton le gustaba fotografiar fuera del estudio y trasladarse a la
calle o al interior de edificios emblemáticos. La capital francesa
sirvió como escenario de lujo en muchas ocasiones









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