Si tú usas Google, y sé que lo haces, seguramente has notado un
pequeño banner que sale arriba de la página anunciando: "Estamos
cambiando nuestras políticas de privacidad y nuestros términos". Te da
la opción de "Saber Más" o la otra, que seguramente, han elegido todos:
"Ignorar"
Y es que, ¿quién quiere leer lo que Google planea hacer con toda la información que tiene de nosotros?
En mi caso, también, le di clic a "Ignorar". Y es que el sólo hecho
de pensar en todo lo que Google sabe de mí me provoca dolor de pecho. Y
si eso me pasa, tendré que buscar en Google "Dolores de pecho", y
después me preguntaré si mi aseguradora sabrá que estaba buscando "dolor
de pecho", o peor, que un día que quiera cambiar de aseguradora me
rechacen la solicitud por los efectos secundarios de haber solicitado
los conocimientos de Google. Pero sólo estoy divagando.
Cuando creó su nueva política y amablemente explicaba que se debía a
"nuestro deseo es crear una experiencia bellamente sencilla e intuitiva a
través de Google", las autoridades europeas inmediatamente le dijeron
al monstruo del internet que aplazara su fecha del 1 de marzo hasta que
los oficiales de la Unión Europea tuvieran oportunidad de revisar su
simplificada y embellecida herramienta de búsqueda.
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