Una reforma migratoria, que los cubanos esperan que el presidente
Raúl Castro anuncie el viernes en el Parlamento, eliminaría los
engorrosos permisos de salida y entrada al país, así como la figura
legal de "emigrante definitivo", vigentes hace medio siglo.
El 1° de agosto Raúl Castro adelantó que se "avanza en la
reformulación y elaboración" de la política migratoria, para acabar con
restricciones que perduraron "innecesariamente".
Esto será "una contribución al incremento de los vínculos de la
nación con la comunidad de emigrantes", agregó Raúl, en referencia a una
comunidad de dos millones de cubanos y sus descendientes que viven en
otros 40 países, 80% de ellos en Estados Unidos.
Académicos señalan que Raúl prevé eliminar los permisos de salida
(para los cubanos en la isla) y de entrada (para los emigrados), cuya
obtención es engorrosa y cara, así como la condición legal de "emigrado
definitivo", al que se le confiscaban sus bienes y se le denegaba la
vuelta definitiva al país.
El tema migratorio fue desde que triunfó la revolución de Fidel
Castro, en 1959, uno de los de mayor rispidez entre La Habana y
Washington y lo sigue siendo.
"Ello se debe a que el principal país receptor de emigrados era
también el principal antagonista político", dijo a la AFP Antonio Aja,
experto en migración que dirige el Centro de Estudios Demográficos de la
Universidad de La Habana.
"Aunque Cuba ha tratado de ir despolitizando el tema, no creo que
estas medidas (que prepara Raúl) terminen con su utilización política",
acotó.
Un grupo de expertos de Cuba y Estados Unidos opinó en un reciente
estudio patrocinado por el Cuban Research Institute, que un cambio
migratorio en la isla tendría acogida favorable en Washington.
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